En 2013, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) puso en marcha una campaña de comunicación bajo el lema “En Oncología cada avance se escribe con Mayúsculas”. Esta campaña tiene como objetivo dar a conocer la evolución y los avances médicos que se han sucedido en estas últimas décadas en el tratamiento de los diferentes tumores. Mensualmente y desde entonces, la Sociedad emite notas de prensa con los hitos más destacados en las diferentes patologías oncológicas. Para el presente mes de Julio, queremos destacar los avances más importantes en el dolor oncológico.
En los últimos 25-30 años se han conseguido grandes avances en el tratamiento del dolor oncológico. Uno de estos primeros avances proviene de la incorporación de la escala del dolor de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para su valoración. La escalera del tratamiento del dolor, aun no siendo perfecta, ha sido de gran ayuda para la clasificación del dolor oncológico al igual que para la distinción entre dolor visceral, nociceptivo y neuropático. Esto ha ayudado a etiquetarlo mejor y a tratarlo de forma específica pudiendo seguir una serie de pautas comunes para su tratamiento.
El tratamiento del dolor oncológico sigue un triple objetivo: asegurar un control del dolor prolongado, evitar fluctuaciones mínimas en los niveles sanguíneos y minimizar los efectos secundarios de los analgésicos. Para lograr esto se han desarrollado diferentes formulaciones de fármacos antiguos, así como nuevos fármacos y vías de administración como la transdérmica, la transmucosa , entre otros.
Los fármacos como la morfina, los parches de fentanílo, la oxicodona e hidromorfona con posología de liberación rápida o retardada, o el tapentadol con mecanismo de acción dual, agonista en el receptor mu opioide del sistema nervioso central e inhibidor de la recaptación de noradrenalina, así como otros actualmente en fase de desarrollo, están suponiendo un importantísimo avance tanto en el control del dolor crónico oncológico, como en la mejora en los perfiles de tolerancia, minimizando los efectos secundarios de los mismos.
La mejor valoración del dolor oncológico ha llevado a definir el dolor irruptivo y, como consecuencia, al desarrollo de formulaciones de fentanilo que usan como vías de administración la vía transmucosa bucal, la sublingual o la nasal para el tratamiento del dolor irruptivo en pacientes con cáncer tolerantes a opiodes. Estas formulaciones permiten un paso rápido hacia la circulación sanguínea y evitan el metabolismo de primer paso, por lo que es más probable que se ajusten mejor a la evolución temporal de los episodios de dolor irruptivo, que las formulaciones orales o transdérmicas. Fármacos de liberación inmediata, como son el citrato de fentanilo de absorción transmucosa oral o nasal, logran una gran rapidez de actuación por la rápida absorción del fármaco.
Igualmente se han logrado importantes avances en la intervención psicológica y educativa del paciente y familiares, de especial importancia en los pacientes más complejos.
La mejora en el tratamiento del dolor crónico oncológico, unido a una mejor valoración y tratamiento específico del dolor irruptivo, con la incorporación de nuevos fármacos y formulaciones, están logrando que tratemos cada día de forma más eficaz el dolor oncológico.
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