La comunidad científica ha crecido de forma exponencial en los últimos 40 años y el número de trabajos de investigación publicados se ha multiplicado. Sin embargo, también ha aumentado
en este tiempo, multiplicándose por 10, el fraude científico. ¿Cuáles son los mejores mecanismos de lucha contra este creciente problema? Incentivar la buena investigación y mantener los estándares de calidad y ética son los mejores instrumentos para detener
su avance, según han expuesto los expertos en investigación y ética que se han dado cita en la jornada “El fraude científico, a examen”, organizada por la Fundación de Ciencias de la Salud, en colaboración con GlaxoSmithKline y la Fundación Rafael del Pino,
y cuya apertura ha corrido a cargo de Juan María Vázquez, director general de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Economía y Competitividad.
“Todas las instituciones de investigación, públicas o privadas, del sector académico o empresarial, de carácter local o multinacional, tienen la
obligación de mantener los máximos estándares de calidad, rigor y ética que demanda la ciencia”, remarca el profesor José María Mato, director del CIC bioGUNE y patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud.
El progreso científico se sustenta en dos firmes creencias, según explica este experto. En primer lugar, la revisión por pares es la piedra de toque
que permite determinar la calidad, credibilidad y rigor científico de un trabajo de investigación. En segundo lugar, la investigación se corrige a sí misma. Es decir, los errores científicos son siempre identificados y corregidos. “Hay datos que indican que
estos dos pilares que soportan el progreso científico no funcionan tan bien como deberían y nuestro objetivo es analizar y discutir desde diversos ángulos cómo prevenir, detectar y sancionar el fraude científico”, continúa.
Además de controlar este problema, es necesario “incentivar la buena investigación y recordar al científico que el principal objetivo es la búsqueda
de la verdad”, afirma, por su parte, el doctor Emilio Bouza, jefe de Microbiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud. Según el doctor Bouza, “hay que despresurizar la amenaza a los científicos
sobre que una producción debe de ser de determinada magnitud y realizarse a una determinada velocidad. Hay que dar más garantía y tranquilidad a los científicos, además de perseguir este fraude con controles rigurosos”.
En la misma línea opina el profesor Mato, para quien “la autocorrección en la investigación no depende de la competición entre investigadores, sino
también de la conexión entre investigación y aplicaciones. Es decir, si en el proceso de generación y traslación del conocimiento –tanto en el sector académico como en el empresarial- no se mantienen los máximos estándares de calidad, rigor y ética que demanda
la ciencia, los resultados de estas investigaciones mal hechas nunca darán lugar a nuevos productos y aplicaciones”.
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