El Síndrome del Intestino Irritable se puede manifestar de forma diferente. Identificar aquello que funciona mejor para cada uno es la clave para estar mejor. Incluso pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia para mejorar vuestra calidad de vida. Dos de los pilares de un estilo de vida saludable son la dieta y la actividad física. La dieta: consejos Las intervenciones de tipo dietético pueden ser muy útiles porque se sabe que algunos alimentos pueden desencadenar los síntomas del IBS. Para elegir bien los alimentos, es necesario escuchar el propio cuerpo y aprender a reconocer los alimentos que pueden ser dañinos para nosotros. De hecho, es importante recordar que la sensibilidad de cada individuo es diferente. Con el tiempo, la persona aprenderá a reconocer y a consumir con moderación los alimentos que pueden desencadenar los síntomas o, incluso, a excluirlos de su dieta. En general, se puede afirmar que una dieta equilibrada y un correcto equilibro hídrico son aconsejables en todos los casos de SII-IBS. Para algunos pacientes es útil: Comer despacio. Evitar en lo posible la cafeína, el alcohol y edulcorantes artificiales. Evitar bebidas con gas o comidas y bebidas que estimulan la producción de gases intestinales.
En los pacientes con IBS a menudo el malestar/dolor depende de una percepción alterada de los gases intestinales, por lo que deberían reducirse al mínimo las sustancias alimentarias que producen los procesos de fermentación. En especial, algunos hidratos de carbono (FODMAPs – Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles Fermentables) se absorben poco en el intestino y provocan la formación de gases, desencadenando los síntomas del IBS. Para atenuar los síntomas del IBS, puede ser útil moderar o reducir el consumo de estos alimentos. Alimentos pertenecientes a este grupo son: Frutas, como manzanas y peras. Alimentos con fructanos (cebollas, espárragos, alcachofas, trigo). Comida que contenga rafinosa (lentejas, coles). Comida que contenga sorbitol (ciruelas, edulcorantes artificiales).
Actividad física: facilita la función intestinal Sabemos que es difícil pensar en hacer ejercicio físico cuando no nos encontramos del todo bien, pero el movimiento es un instrumento válido para descargar tensión emocional y para favorecer el proceso de detoxificación. Practicar actividad física con regularidad, al menos 20-30 minutos de paseo, ayuda a reducir el estrés y mejora la funcionalidad intestinal, especialmente en los pacientes que sufren estreñimiento. |
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