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06 October 2021

EPES inicia la acreditación como centro comprometido contra la violencia de género

 

La Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES 061) ha iniciado el proceso de acreditación como Centro Comprometido Contra la Violencia de Género, que otorga la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, liderado por el grupo de proceso denominado en la actualidad `Buen Trato´, con Ascensión Martín, médica de emergencias al frente del mismo. Constituido en 2004 como grupo de Malos Tratos y conformado por profesionales de las tres categorías asistenciales de EPES, estos profesionales expertos han ido adaptando al ámbito de las emergencias extrahospitalarias las distintas medidas legislativas y protocolos en salud sobre Violencia de Género.

El director gerente de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias, Fernando Ayuso, junto a miembros de este grupo de expertos y de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía han mantenido una reunión para la puesta en marcha de este proceso de acreditación. Ayuso ha manifestado que “EPES está trabajando en esta materia desde el 2004, con la creación de un grupo de expertos en el que participan 10 médicos, 13 enfermeros y 2 técnicos de emergencias sanitarias, junto a actrices, actores, gestores telefónicos, psicólogos y personal sanitario externo a EPES, con los que se ha impulsado proyectos destacados como Certezas de Voz”.

Promovida por la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica y según su definición, alcanzar esta acreditación supondrá “un reconocimiento público a labor de los profesionales de primera línea, y de los equipos directivos; una distinción que permita a las mujeres identificar a los centros sanitarios como entornos seguros y especializados en el abordaje de la violencia de género, con profesionales entrenados, con medidas innovadoras de detección, intervención y coordinación de los casos, con un seguimiento activo y continuado, y que impulsan la sensibilización ante este problema, en el ámbito de comunidad a la que pertenecen”. Según ha manifestado Ascensión Martín, “la cumplimentación de todos sus estándares no es solo la confirmación de que las líneas de trabajo que se han decidido estos años son las adecuadas sino también una guía para nuevos proyectos y para la mejora continua”.

Proyecto Certezas de Voz

Entre las líneas de trabajo de este grupo, destaca la lucha contra el maltrato a la mujer, para la que se ha constituido una comisión que participa junto al responsable de proyectos, Manuel González, en el proyecto Certezas de Voz, al que recientemente se le ha otorgado una ampliación económica de 90.000 euros. Este proyecto de investigación de la Consejería de Salud y Familias está financiado con fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, y fue seleccionado entre decenas de proyectos presentados en el año 2019. Certezas de Voz, que finalizará el 31 de diciembre de este año, tiene como principal objetivo definir un patrón de voz usando una herramienta informática, para analizar la comunicación y el lenguaje de la mujer víctima de maltrato que demanda asistencia sanitaria a los centros de coordinación de urgencias y emergencias sanitarias.

Para ello, la Empresa Pública ha seleccionado grabaciones de casos en los que se han producido situaciones de malos tratos, con el fin de definir estos patrones que ayuden a los profesionales de los centros coordinadores del 061 a la identificación de posibles casos de violencia de género desde el momento que las víctimas de malos tratos solicitan atención sanitaria.

En este proyecto, EPES cuenta con la colaboración del Instituto Andaluz de la Mujer, de la Facultad de Psicología de Sevilla y de la Escuela de Ingenieros de Sevilla, instituciones con las que se han firmado convenios de colaboración. Las tareas en las que colaboran y participan van desde la definición de variables hasta el diseño del software para la identificación del patrón de voz. La Empresa Pública de Emergencias Sanitarias impartirá formación a los profesionales sanitarios para el uso de esta herramienta cuya finalidad será ayudar a la detección precoz, a dar veracidad a la sospecha y a facilitar su priorización de la asistencia y la puesta en marcha de los protocolos de actuación ante estos casos.

Según los expertos, una de las mayores dificultades para el registro de casos de maltrato en los centros de coordinación de urgencias y emergencias sanitarias, es que frecuentemente se presenta como múltiples patologías que pueden no identificarse inicialmente como maltrato y por lo tanto no se benefician desde el primer momento de la ayuda que el sistema sanitario público puede proporcionarles.

Ante la detección de un posible caso de maltrato, junto al envío de la asistencia sanitaria que solicita la víctima, el centro coordinador de urgencias y emergencias pone en conocimiento de las autoridades pertinentes la situación, al tiempo que se inicia un protocolo procedimiento específico para que desde los centros sanitarios puedan continuar con la asistencia sanitaria, recibir apoyo psicológico, e información sobre cómo denunciar.

 




23 November 2015

Nueve de cada diez adolescentes manifiesta haber ejercido algún tipo de violencia psicológica sobre su pareja


·        Una experta de la VIU alerta del incremento de la violencia de género en la adolescencia
·        Más de 1.300 mujeres entre los 14 y los 19 años fueron víctimas de la violencia de género en 2013
·        La VIU crea el Grupo de Investigación Emergente para el estudio de la violencia en la pareja y su reflejo en las Redes Sociales

13 October 2015

Salud realizará el seguimiento de los hijos de víctimas de violencia de género para evitar posibles secuelas

Los centros sanitarios públicos andaluces identificarán y realizarán un seguimiento continuo a los hijos de mujeres víctimas de violencia de género, con el objetivo de evitarles secuelas físicas y psicológicas. Esta es la principal novedad de la revisión del protocolo de actuación sanitaria ante la violencia de género, vigente desde 2008, que ha presentado hoy al Consejo de Gobierno el consejero de Salud, Aquilino Alonso.

Desde 2013 y hasta septiembre de 2015, la violencia de género ha causado la muerte de 13 menores en España (dos en Andalucía) y ha dejado 107 huérfanos (12 en la comunidad andaluza). Según los datos de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el 63,6% de las mujeres víctimas afirmaron que sus hijos presenciaron episodios de violencia. En el 92,5% de los casos se trataba de menores de 18 años. Asimismo, el 64,2% respondieron que sus hijos fueron víctimas directas y sufrieron también violencia.
Salud realizará el seguimiento de los hijos de víctimas de violencia de género para evitar posibles secuelas

Dependiendo de la edad de exposición, los menores pueden presentar lesiones, riesgos de alteración de su desarrollo integral  –retraso del crecimiento y en el lenguaje, disminución de las habilidades motoras o síntomas regresivos, entre otros–. Además, aumenta la probabilidad de alteraciones del sueño, de la alimentación y enfermedades somáticas (aquellas en las que no hay una causa orgánica). Igualmente, pueden sufrir ansiedad, depresión, problemas de baja autoestima o trastornos de estrés postraumático.
Para dar respuesta a estas situaciones, la actualización del protocolo establece mayor coordinación entre los profesionales de Medicina de Familia, los de Pediatría y los trabajadores sociales. El documento también recomienda prestar especial atención a sintomatologías de adolescentes y jóvenes que pueden ser manifestaciones de su exposición a la violencia de género.
Otra novedad destacada es el establecimiento de instrucciones para la toma de muestras orientada a la detección de sustancias de ‘sumisión química’ que facilitan agresiones sexuales a mujeres. También se ofrecen pautas concretas sobre la entrevista clínica a la víctima, con el objetivo de recoger información que pueda ser relevante en el posterior procedimiento judicial. Igualmente, se realizan recomendaciones sobre la emisión  del  parte  de lesiones al  juzgado, la solicitud de presencia forense y los circuitos de aviso a los órganos judiciales y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

06 July 2010

El tratamiento psicológico funciona en cuatro de cada cinco maltratadores que los completan

La violencia doméstica es uno de los principales problemas a los que se enfrenta año a año la sociedad española. En los casos en los que se producen, es importante dispensar un apoyo psicológico a las víctimas, para ayudarles a superar el trance. Pero, ¿y los agresores? ¿Deben recibir tratamiento psicológico? Para Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, la respuesta es rotundamente afirmativa. De hecho, cuatro de cada cinco maltratadores que se someten al tratamiento y que lo acaban por renunciar a la violencia definitivamente.

Echeburúa participa hoy en la jornada Cerebro, Psiquiatría y Sociedad, que organiza la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría en Vitoria. En ella, comentará los resultados obtenido después de más de 15 años de experiencia en el tratamiento de hombres violentos con sus parejas en Álava y Vizcaya. “Tratar a un agresor contra la pareja no significa considerarle no responsable de sus actos”, afirma Echeburúa, que añade que “muchos hombres violentos son responsables de sus conductas, pero presentan limitaciones psicológicas importantes en el control de los impulsos, en el abuso de alcohol, en las habilidades de comunicación y gestión de problemas, en su sistema de creencias, en el control de los celos, etc.”.

El inicio de las investigaciones en este campo surgió al comprobar Echeburúa y su equipo que muchas de las mujeres víctimas de malos tratos a las que trataban seguían conviviendo con sus parejas. “Nos sorprendió muchísimo, y empezamos a pensar en la necesidad de tratar también a los agresores, con el fin de que no se repitieran las conductas agresivas”, explica el catedrático.

De hecho, los expertos justifican los tratamientos a los agresores por la protección de las víctimas actuales, por la prevención de la violencia con posibles futuras víctimas, para evitar la extensión de la violencia a los hijos, y “por la oportunidad que hay que dar a los agresores para cambiar su conducta”, afirma el experto. Aun así, añade Echeburúa, “el tratamiento no se plantea como una alternativa a las penas, sino como una actividad complementaria”. Es por esto que muchos de los tratamientos se producen en las propias cárceles.

A priori, los psicólogos clínicos se encuentran con el problema de que el agresor acepte el tratamiento. No en vano, el abandono de las terapias, sobre todo al principio, es uno de los principales hándicaps que se encuentran expertos como Echeburúa. “El alto abandono inicial se debe, fundamentalmente, a que los agresores presentan una serie de conductas bastante comunes, como la falta de reconocimiento del problema, o la adopción de una actitud soberbia de autosuficiencia, con un aparente dominio de la situación, posiciones ambas que dificultan la ayuda terapéutica”.

En muchos casos, el terapeuta no dispone de suficiente tiempo para ganarse la confianza del paciente, lo que hace prácticamente imposible la rehabilitación. Además, aquellos que acuden a la terapia a instancias de sus compañeras sentimentales y no a través de un mandato judicial, son más difíciles de convencer para mantener el tratamiento. Es, no obstante, en estos casos en los que hay que poner más atención, pues son en los que la víctima es más proclive a sufrir de nuevo la violencia. “Los agresores saben que la violencia les proporciona beneficios, consiguen doblegar la voluntad y someter a su compañera, y eso hace que recaigan fácilmente”, afirma Echeburúa.

Por esta misma razón, es importante también el tratamiento aún cuando el agresor no convive con su pareja, para evitar futuras víctimas. “Como el agresor sabe que la violencia le produce esos beneficios, es muy probable que después de los primeros años en los que dura la ‘locura transitoria’ que es el enamoramiento pasional, vuelva a recurrir a la violencia para conseguir lo que desea”, añade el psicólogo.

Sin embargo, algo en lo que coinciden todos los expertos es en la importancia de la educación social como herramienta clave a la hora de prevenir futuros casos de violencia doméstica. Esta educación debe ser, además, especialmente atenta con los niños que han vivido situaciones de violencia en sus propios hogares, pues este clima violento de convivencia puede hacer que en el futuro ellos mismos lo desarrollen en sus futuras familias.

14 June 2010

Los médicos de familia alertan que el maltrato a los mayores supera a la violencia de género


Los expertos aseguran que el maltrato en las personas mayores se observa en todas las clases sociales y en cualquier nivel socioeconómico y alertan de que este tipo de violencia es un problema aún menos detectado que el de género. En más de la mitad de los casos, los maltratadores son los hijos y en torno al 10% de las ocasiones están implicados los cónyuges. La cercanía y accesibilidad de los médicos de familia facilita la intervención sobre este problema. “Vemos en la consulta a paciente y cuidador, los hijos en la mayoría de los casos, y también los vemos en el domicilio. Desempeñamos un papel clave para prevenir el problema y para detectarlo a tiempo”, afirma el doctor Juan Manuel Espinosa, coordinador del Grupo de Atención al Mayor de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC). Sociedad científica, que representa a más de 20.000 profesionales de atención primaria, y que desde mañana y hasta el próximo día 18 de junio celebra su 30 Congreso en la Feria de Valencia.
Un 5% de los ancianos españoles, es decir unos 300.000 mayores, sufre algún tipo de maltrato, que en la mayoría de los casos no denuncian por depender emocional o económicamente de su agresor. El progresivo envejecimiento de la población (más patología, más dependencia, más necesidades de cuidados,...) contribuirá a que este problema aumente aún más en los próximos años. El concepto de maltrato incluye el abuso físico (25% de los casos), psíquico (30%), sexual y económico (30%), aunque el más frecuente es el maltrato por negligencia (49%), es decir el provocado por fallos o por omisión en la provisión de cuidados que requiere el mayor. Por tanto, asegura el doctor Espinosa, “si como indican los estudios disponibles, hay un porcentaje importante de personas mayores que podrían estar sufriendo abusos o negligencias, eso significa que los médicos de familia tendremos en nuestro cupo un número significativo de pacientes con este problema, circunstancia que debemos tener muy en cuenta”.

-Mayor sensibilidad entre el colectivo médico
La sensibilización del colectivo médico es imprescindible. “Tenemos que tener en mente el problema para ser capaces de detectarlo y, por tanto, de reducir las tasas de infradiagnóstico que se producen en los ancianos. Si no hay lesiones evidentes, los mayores difícilmente van a expresar este problema”, señala el doctor Espinosa.
Para evitar una situación de maltrato antes de que se produzca, es preciso conocer los factores de riesgo que presentan tanto el potencial maltratador como el futuro maltratado. En el caso de la persona mayor, las posibilidades de sufrir malos tratos aumentan a medida que empeora su deterioro físico y psíquico. Otros factores importantes son, según el doctor Espinosa, los antecedentes familiares. “En familias donde madres o padres han sido maltratadores, con más frecuencia ellos mismos van a recibir posteriormente abusos. Por otra parte, el aislamiento social, relacionarse sólo y exclusivamente con el cuidador, también eleva el riesgo de sufrir maltrato”.

Desde el punto de vista psicológico, se especifican tres tipos de maltratadores: los hostiles, porque han sido maltratados previamente por el anciano que ahora cuidan; los autoritarios, que son intransigentes con las incapacidades de la persona mayor; y los dependientes económicamente del anciano.


09 March 2010

Un estudio de la Escuela Andaluza de Salud Pública muestra la prevalencia de la violencia contra las mujeres por comunidades

Un estudio concluye que el 24,8% de las mujeres encuestadas habían sido maltratadas por su pareja alguna vez en la vida, así como que las prevalencias más altas en violencia de género se dieron en Ceuta y Melilla (40,2%) e Islas Baleares (32,5%) y la más baja en Cantabria (18%).
La Escuela Andaluza de Salud Pública, entidad dependiente de la Consejería de Salud, ha participado en este trabajo sobre violencia contra las mujeres, de forma coordinada con seis grupos de investigación pertenecientes a las Universidades de Valencia y Alicante, el CSIC y el CIBER de Epidemiología y Salud Pública de Barcelona.
Bajo el título "Variabilidad geográfica de la violencia contra las mujeres en España" se ha publicado recientemente en la revista Gaceta Sanitaria los resultados de esta investigación nacional, en la que han participado 11.475 mujeres procedentes de todo el país, más de 600 por comunidad autónoma. Las investigadoras de la Escuela Andaluza de Salud Pública que han participado son Isabel Ruiz y Juncal Palazola.

-Objetivos y metodología
El objetivo prioritario de la investigación ha sido conocer los principales resultados globales y por comunidades autónomas en cuanto a prevalencia de la violencia por un compañero íntimo y sus características (frecuencia, gravedad, edad de inicio, duración y tipos de violencia).
Asimismo, se ha pretendido estudiar la incidencia de la violencia por una persona diferente a la pareja. Finalmente, el trabajo ha buscado mostrar la relación entre la prevalencia de la violencia por un compañero íntimo y la frecuencia de denuncias y muertes por esta causa.
Para lograrlo, la investigación realizó una encuesta transversal a mujeres de 18 a 70 años de edad que acudieron durante 2006–2007 a consultas de Atención Primaria por cualquier motivo. Así, se fijó un tamaño muestral de 656 mujeres por comunidad autónoma, es decir 11.808 en total, de las que finalmente participaron 11.475 mujeres. Se solicitó la colaboración de 989 profesionales y aceptaron 605 (61,2%) de ellos, de 547 centros.
Se excluyó de la muestra a las mujeres analfabetas, a las que no entendían el español, a las que presentaban deterioro cognitivo y, siguiendo las Normas Éticas y de Seguridad para la Investigación sobre Violencia Doméstica, a aquellas que acudían acompañadas por su pareja.
La información se recogió tras finalizar la consulta. Se solicitaba la colaboración de la mujer, y si cumplía los criterios de inclusión, el médico le entregaba el cuestionario en un sobre cerrado. Una vez cumplimentado, la mujer lo devolvía. Se hacía especial énfasis en la confidencialidad y el anonimato de las respuestas. Dentro del sobre se incluía un listado con los recursos disponibles en la provincia, como asociaciones de mujeres o teléfonos de dispositivos de ayuda a mujeres maltratadas.

-Resultados en detalle
La investigación concluye afirmando que el 24,8% de las mujeres que participaron en el estudio habían sido maltratadas por su pareja una vez en la vida, unos datos significativamente más altos que los aportados hasta la fecha por el Instituto de la Mujer, que son los que se manejan internacionalmente. Estas macroencuestas se realizan telefónicamente, y la literatura muestra que las entrevistas por teléfono reducen en un 60% el número de personas que reconocen ser víctimas de la violencia de género.
La edad mediana de comienzo se sitúa en torna a los 25 años y la duración mediana es de 7 años. La duración más elevada se recoge en Castilla La Mancha (13 años) y las más bajas en Navarra y Murcia (4 años). Por último, la edad de comienzo más baja se observó en Murcia (22 años) y la más alta en Castilla León (30 años) El tipo de maltrato más frecuente fue el psicológico en todas las comunidades autónomas.
Además el 15,2% de la muestra refiere haber sufrido violencia fuera de la pareja, siendo los malos tratos recibidos de un familiar los más prevalentes (8%). Hay que destacar que casi el 70% de estas agresiones de familiares fueron cometidas por varones. Ceuta y Melilla e Islas Baleares fueron las comunidades autónomas donde la prevalencia de violencia fuera de la pareja fue más elevada (19,8% y 20,8% respectivamente), recogiéndose la frecuencia más baja en Cantabria (6,7%).
Las comunidades con mayores prevalencias de violencia de género mostraban también mayores tasas de denuncia por el mismo motivo. Finalmente, la investigación afirma que la prevalencia de violencia de género alguna vez en la vida en las diferentes comunidades autónomas, no muestra asociación lineal significativa con la tasa de mortalidad por este motivo

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