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Con la llegada del verano, muchos de los hábitos se ven modificados. Es
      una época asociada con un incremento de las temperaturas y es el momento
      en el que se concentran muchos períodos vacacionales. Sin embargo, el
      cuidado de la diabetes exige mantenerse alerta y vigilar todas las
      variaciones que se puedan producir para mantener un correcto control de
      la enfermedad. 
Los
      cambios de horarios y en la actividad física pueden alterar
      significativamente el control de la diabetes. Además, dormimos más horas
      y se reducen los niveles de estrés, ambos factores que afectan al control
      de la diabetes. Durante el verano también se come más fuera de casa y los
      hábitos de alimentación se alteran. Todos estos cambios afectan a los
      niveles de glucosa, por lo que conviene tener un control muy exhaustivo
      para detectar estas variaciones y adaptar el tratamiento para evitar
      descompensaciones glucémicas durante el descanso vacacional. 
“Habitualmente, la experiencia de
      años previos y el consejo del equipo sanitario es útil para poder ajustar
      lo antes posible el tratamiento” explica la Dra. Pilar Beato,
      especialista en Endocrinología del Hospital Universitario de Badajoz. El
      uso de sensores implantables de glucosa también puede ayudar a controlar
      mejor estos posibles cambios en los niveles de glucosa y mantener un
      correcto tratamiento en cualquier circunstancia. 
Cuidado con el
      calor
 
Sin
      duda uno de los principales factores que se debe tener en cuenta es el
      calor. Primero porque puede afectar a los niveles de glucosa del
      paciente. “Ocasionalmente,
      a nivel individual los pacientes refieren una mayor tendencia a la
      hipoglucemia durante las épocas de mayores temperaturas ambientales”,
      explica la Dra. Pilar Beato. De hecho, existen datos de diferentes
      estudios que apuntan a posibles variaciones en los niveles de glucosa en
      función de la estación del año. 
El
      incremento de las temperaturas también incide de una forma muy directa en
      la conservación de la insulina. Ésta debe conservarse en nevera antes de
      abrirse, entre 2oC y 8oC. Posteriormente, durante
      su uso debe estar por debajo de los 30oC. “En las épocas de mayor calor,
      la insulina debe transportarse en una nevera portátil para evitar que la
      exposición al calor reduzca su eficacia. En los pacientes que son
      portadores de bombas de insulina, el recambio del reservorio no debe
      demorarse en ningún caso más allá de los días recomendados para evitar la
      sobreexposición de la insulina al calor” aconseja la Dra.
      Beato. 
Aumento de la
      sudoración
 
Otro
      de los aspectos que puede resultar más problemático para los pacientes
      con diabetes es el aumento de la sudoración que se produce durante el
      verano. En esto influye no sólo una mayor temperatura ambiental sino
      también el incremento en la actividad física que se puede realizar
      durante la época vacacional. Este es un aspecto importante que deber ser
      tenido en cuenta por las personas que utilizan dispositivos de infusión
      continua de glucosa o sensores, ya que se incrementa el riesgo de que se
      despeguen de la piel. 
También
      la humedad relacionada con el tiempo prolongado de baño en playa o
      piscina, sumada a la propia sudoración, puede irritar la piel y causar
      molestias. “Para
      pacientes con estos problemas, que limitan el uso de la monitorización o
      conllevan la pérdida frecuente de sensores, una alternativa son los
      sensores implantables a nivel subcutáneo”, comenta la Dra.
      Pilar Beato. Estos dispositivos presentan un transmisor que emplea un
      adhesivo suave, que permite ponerlo y quitarlo tantas veces como sea
      necesario. Otra de las ventajas de estos sensores implantables es que
      evita tener que llevar recambios, con lo que se minimiza el espacio que
      ocupan en la maleta, ya que tienen una duración de hasta 6 meses. 
Más cuidados en la
      playa
 
En
      los viajes a la playa, la persona con diabetes debe tener una especial
      precaución con la exposición de la insulina al calor, pero, por lo demás,
      deberá seguir las indicaciones habituales como cualquier otra persona,
      usando la protección solar adecuada a su tipo de piel y evitando las exposiciones
      solares prolongadas en las horas centrales del día. 
Sólo
      en los casos concretos de pacientes con afectación macrovascular o
      microvascular secundaria a la diabetes, ya sea neuropatía o angiopatía
      diabética, los cuidados de los pies deben extremarse, minimizando el
      riesgo de heridas o quemaduras que puedan dar lugar a posibles
      infecciones. “También,
      en pacientes portadores de infusores de insulina, puede ser preferible
      que desconecten el infusor en el momento del baño”, apunta la
      Dra. Beato. 
Vigilar los
      cambios
 
Una
      persona con diabetes tipo 1 debe saber reconocer la cantidad de
      carbohidratos que ingiere en su dieta. Solo así podrá ajustar el
      tratamiento insulínico. Sin embargo, durante las vacaciones es habitual
      cambiar las rutinas de alimentación y comer fuera de casa es más
      frecuente. Todo esto conlleva una dificultad adicional para poder
      realizar este control. En los últimos años, el desarrollo de las
      tecnologías está ayudando a que esto no sea tan conflictivo, como explica
      la Dra. Beato: “Existen
      diversas aplicaciones para teléfonos móviles, que nos pueden ayudar a
      identificar la cantidad de carbohidratos que está presente en los platos
      que tomamos y, de esta forma, ayudarnos a controlar los niveles de
      glucosa”. 
 
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