Researchers from Yale University are looking to a virus from the same family as the rabies virus to fight a form of cancer primarily found in children and young adults. They report their findings in the September 2011 issue of the Journal of Virology. Soft tissue sarcomas are cancers that develop in tissues which connect, support, or surround other structures and organs of the body. Muscles, tendons, fibrous tissues, fat, blood vessels, nerves, and synovial tissues are types of soft tissue. While relatively rare in adults, they represent approximately 15% of pediatric malignancies and result in death for approximately one-third of patients within 5 years of diagnosis.
Vesicular stomatitis virus (VSV) is a rhabdovirus, which is the same family of viruses as rabies, and causes a disease similar to foot and mouth disease in cattle. Recent research has discovered that this virus also is oncolytic, meaning it seeks out and destroys cancerous tumors. Previous studies have already shown VSV to be promising in treating brain tumors in mice.
In this study the researchers investigated the potential of VSV and an oncolytically enhanced version of the virus (VSV-rp30a) to effectively target and kill 13 different sarcomas. Both of the viruses efficiently infected and killed 12 of the sarcomas. The resistance of the one surviving sarcoma line was eventually overcome by pretreatment with compounds that antagonize interferon signaling.
Additionally they looked at the ability of VSV-rp30a to infect and arrest tumor growth in mice.
"A single intravenous injection of VSV-rp30a selectively infected all subcutaneous human sarcomas tested in mice and arrested the growth of tumors that otherwise grew 11-fold," say the researchers. "Overall, we find that the potential efficacy of VSV as an oncolytic agent extends to nonhematologic mesodermal tumors and that unusually strong resistance to VSV oncolysis can be overcome with interferon attenuators."
**Source: American Society for Microbiology
Diario digital con noticias de actualidad relacionadas con el mundo de la salud. Novedades, encuestas, estudios, informes, entrevistas. Con un sencillo lenguaje dirigido a todo el mundo. Y algunos consejos turísticos para pasarlo bien
Traductor
01 September 2011
¿Las batas entrada de bacterias en los hospìtales?
Sirven para identificar al personal sanitario, pero cada vez son más los estudios que evidencian que los uniformes de médicos y enfermeras contienen más de una sorpresa en sus bolsillos. La última prueba de este riesgo invisible lo aporta una investigación publicada en la American Journal of Infection Control en la que se constata que más de un 60% de su ropa contiene bacterias potencialmente peligrosas.
"Con el aumento de los casos de enfermedades producidas por bacterias resistentes a los antibióticos, investigar el papel de los factores ambientales, incluida la ropa del personal, es importante para conocer la extensión de estas infecciones", explican los autores del estudio. Estos especialistas señalan que en los hospitales es frecuente el ingreso de ancianos, muchos de los cuales proceden de residencias para la tercera edad en donde se ha constatado una tasa significativa de colonización por bacterias resistentes a los antibióticos. Este tipo de microorganismos aumenta durante la hospitalización, por este motivo existen campañas para concienciar a los sanitarios de las medidas que deben tomar para no intercambiar batas o uniformes, ni llevarlos fuera del hospital.
Para conocer la presencia de la contaminación de los uniformes por estos patógenos, investigadores del Centro Médico Shaare Zedek, en Jerusalén (Israel), recogieron muestras de tres partes de los uniformes de 75 enfermeras y de 60 médicos, de los bolsillos, de la zona abdominal y de las mangas.
Tras el análisis de las muestras, los investigadores de este hospital de 550 camas encontraron que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. De éstos, 21 cultivos de los trajes de enfermería y seis de los uniformes médicos contenían microorganismos multirresistentes a fármacos, incluidos ocho que estaban contaminados por la bacteria estafilococo resistente a meticilina (MRSA, según sus siglas en inglés). Aunque los uniformes por sí mismos no eran un riesgo directo para la transmisión de la enfermedad, estos resultados indican una prevalencia de las cepas resistentes a los antibióticos en un estrecho contacto con los pacientes ingresados.
"La alta incidencia de uniformes contaminados podría estar relacionada con una inadecuada higiene de manos, dado que los sitios analizados (zona abdominal, mangas, y bolsillos) se suelen manipular mucho con las manos", explican los autores del estudio.
"Es importante poner estos resultados en perspectiva", ha declarado Russell Olmsted, presidente de la Asociación de Profesionales en Epidemiología y Control de Infecciones. "Cualquier ropa que lleve una persona llegará a estar contaminada por microorganismos. La clave en la prevención de infecciones radica en un correcto lavado de manos para prevenir la movilidad de microbios desde estas superficies hacia los pacientes", señala este experto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de infección asociada al cuidado de los sanitarios en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces mayor que la que se da en otros países desarrollados. No obstante, incluso en centros ubicados en el mundo rico se producen estos casos de contaminación, que pueden ser mortales, y requieren de un tratamiento caro. Prevenir este tipo de infecciones es la mejor estrategia para mejorar la seguridad del paciente.
**Publicado en "EL MUNDO"
"Con el aumento de los casos de enfermedades producidas por bacterias resistentes a los antibióticos, investigar el papel de los factores ambientales, incluida la ropa del personal, es importante para conocer la extensión de estas infecciones", explican los autores del estudio. Estos especialistas señalan que en los hospitales es frecuente el ingreso de ancianos, muchos de los cuales proceden de residencias para la tercera edad en donde se ha constatado una tasa significativa de colonización por bacterias resistentes a los antibióticos. Este tipo de microorganismos aumenta durante la hospitalización, por este motivo existen campañas para concienciar a los sanitarios de las medidas que deben tomar para no intercambiar batas o uniformes, ni llevarlos fuera del hospital.
Para conocer la presencia de la contaminación de los uniformes por estos patógenos, investigadores del Centro Médico Shaare Zedek, en Jerusalén (Israel), recogieron muestras de tres partes de los uniformes de 75 enfermeras y de 60 médicos, de los bolsillos, de la zona abdominal y de las mangas.
Tras el análisis de las muestras, los investigadores de este hospital de 550 camas encontraron que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. De éstos, 21 cultivos de los trajes de enfermería y seis de los uniformes médicos contenían microorganismos multirresistentes a fármacos, incluidos ocho que estaban contaminados por la bacteria estafilococo resistente a meticilina (MRSA, según sus siglas en inglés). Aunque los uniformes por sí mismos no eran un riesgo directo para la transmisión de la enfermedad, estos resultados indican una prevalencia de las cepas resistentes a los antibióticos en un estrecho contacto con los pacientes ingresados.
"La alta incidencia de uniformes contaminados podría estar relacionada con una inadecuada higiene de manos, dado que los sitios analizados (zona abdominal, mangas, y bolsillos) se suelen manipular mucho con las manos", explican los autores del estudio.
"Es importante poner estos resultados en perspectiva", ha declarado Russell Olmsted, presidente de la Asociación de Profesionales en Epidemiología y Control de Infecciones. "Cualquier ropa que lleve una persona llegará a estar contaminada por microorganismos. La clave en la prevención de infecciones radica en un correcto lavado de manos para prevenir la movilidad de microbios desde estas superficies hacia los pacientes", señala este experto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de infección asociada al cuidado de los sanitarios en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces mayor que la que se da en otros países desarrollados. No obstante, incluso en centros ubicados en el mundo rico se producen estos casos de contaminación, que pueden ser mortales, y requieren de un tratamiento caro. Prevenir este tipo de infecciones es la mejor estrategia para mejorar la seguridad del paciente.
**Publicado en "EL MUNDO"
Un estudio señala una alta incidencia de las batas de los hospitales como entrada de bacterias
Sirven para identificar al personal sanitario, pero cada vez son más los estudios que evidencian que los uniformes de médicos y enfermeras contienen más de una sorpresa en sus bolsillos. La última prueba de este riesgo invisible lo aporta una investigación publicada en la American Journal of Infection Control en la que se constata que más de un 60% de su ropa contiene bacterias potencialmente peligrosas.
"Con el aumento de los casos de enfermedades producidas por bacterias resistentes a los antibióticos, investigar el papel de los factores ambientales, incluida la ropa del personal, es importante para conocer la extensión de estas infecciones", explican los autores del estudio. Estos especialistas señalan que en los hospitales es frecuente el ingreso de ancianos, muchos de los cuales proceden de residencias para la tercera edad en donde se ha constatado una tasa significativa de colonización por bacterias resistentes a los antibióticos. Este tipo de microorganismos aumenta durante la hospitalización, por este motivo existen campañas para concienciar a los sanitarios de las medidas que deben tomar para no intercambiar batas o uniformes, ni llevarlos fuera del hospital.
Para conocer la presencia de la contaminación de los uniformes por estos patógenos, investigadores del Centro Médico Shaare Zedek, en Jerusalén (Israel), recogieron muestras de tres partes de los uniformes de 75 enfermeras y de 60 médicos, de los bolsillos, de la zona abdominal y de las mangas.
Tras el análisis de las muestras, los investigadores de este hospital de 550 camas encontraron que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. De éstos, 21 cultivos de los trajes de enfermería y seis de los uniformes médicos contenían microorganismos multirresistentes a fármacos, incluidos ocho que estaban contaminados por la bacteria estafilococo resistente a meticilina (MRSA, según sus siglas en inglés). Aunque los uniformes por sí mismos no eran un riesgo directo para la transmisión de la enfermedad, estos resultados indican una prevalencia de las cepas resistentes a los antibióticos en un estrecho contacto con los pacientes ingresados.
"La alta incidencia de uniformes contaminados podría estar relacionada con una inadecuada higiene de manos, dado que los sitios analizados (zona abdominal, mangas, y bolsillos) se suelen manipular mucho con las manos", explican los autores del estudio.
"Es importante poner estos resultados en perspectiva", ha declarado Russell Olmsted, presidente de la Asociación de Profesionales en Epidemiología y Control de Infecciones. "Cualquier ropa que lleve una persona llegará a estar contaminada por microorganismos. La clave en la prevención de infecciones radica en un correcto lavado de manos para prevenir la movilidad de microbios desde estas superficies hacia los pacientes", señala este experto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de infección asociada al cuidado de los sanitarios en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces mayor que la que se da en otros países desarrollados. No obstante, incluso en centros ubicados en el mundo rico se producen estos casos de contaminación, que pueden ser mortales, y requieren de un tratamiento caro. Prevenir este tipo de infecciones es la mejor estrategia para mejorar la seguridad del paciente.
**Publicado en "EL MUNDO"
"Con el aumento de los casos de enfermedades producidas por bacterias resistentes a los antibióticos, investigar el papel de los factores ambientales, incluida la ropa del personal, es importante para conocer la extensión de estas infecciones", explican los autores del estudio. Estos especialistas señalan que en los hospitales es frecuente el ingreso de ancianos, muchos de los cuales proceden de residencias para la tercera edad en donde se ha constatado una tasa significativa de colonización por bacterias resistentes a los antibióticos. Este tipo de microorganismos aumenta durante la hospitalización, por este motivo existen campañas para concienciar a los sanitarios de las medidas que deben tomar para no intercambiar batas o uniformes, ni llevarlos fuera del hospital.
Para conocer la presencia de la contaminación de los uniformes por estos patógenos, investigadores del Centro Médico Shaare Zedek, en Jerusalén (Israel), recogieron muestras de tres partes de los uniformes de 75 enfermeras y de 60 médicos, de los bolsillos, de la zona abdominal y de las mangas.
Tras el análisis de las muestras, los investigadores de este hospital de 550 camas encontraron que el 65% de la ropa de enfermería y el 60% de las batas de los médicos albergaban patógenos. De éstos, 21 cultivos de los trajes de enfermería y seis de los uniformes médicos contenían microorganismos multirresistentes a fármacos, incluidos ocho que estaban contaminados por la bacteria estafilococo resistente a meticilina (MRSA, según sus siglas en inglés). Aunque los uniformes por sí mismos no eran un riesgo directo para la transmisión de la enfermedad, estos resultados indican una prevalencia de las cepas resistentes a los antibióticos en un estrecho contacto con los pacientes ingresados.
"La alta incidencia de uniformes contaminados podría estar relacionada con una inadecuada higiene de manos, dado que los sitios analizados (zona abdominal, mangas, y bolsillos) se suelen manipular mucho con las manos", explican los autores del estudio.
"Es importante poner estos resultados en perspectiva", ha declarado Russell Olmsted, presidente de la Asociación de Profesionales en Epidemiología y Control de Infecciones. "Cualquier ropa que lleve una persona llegará a estar contaminada por microorganismos. La clave en la prevención de infecciones radica en un correcto lavado de manos para prevenir la movilidad de microbios desde estas superficies hacia los pacientes", señala este experto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de infección asociada al cuidado de los sanitarios en algunos países en vías de desarrollo es 20 veces mayor que la que se da en otros países desarrollados. No obstante, incluso en centros ubicados en el mundo rico se producen estos casos de contaminación, que pueden ser mortales, y requieren de un tratamiento caro. Prevenir este tipo de infecciones es la mejor estrategia para mejorar la seguridad del paciente.
**Publicado en "EL MUNDO"
El alto coste laboral del insomnio
El insomnio es un problema que aqueja a uno de cada cinco españoles, a menudo como síntoma de algún otro trastorno latente, aunque en muchos casos no recibe un diagnóstico y tratamiento adecuados. Pero tratar de coexistir con la falta de descanso no sólo debilita la calidad de vida, sino que supone una merma de la productividad laboral que, arrastrada al cabo del año, provoca importantes pérdidas económicas.
En concreto, un estudio dirigido desde la Escuela Médica de Harvard (EEUU) ha estimado que cada trabajador estadounidense cuesta a su empleador, como media, 2.280 dólares (unos 1.580 euros) anuales por su culpa, una vez descontados otros factores que pueden reducir la capacidad de trabajo. La cifra proviene de la estimación del tiempo que se malgasta por no estar bien descansado, el cual suma, al cabo del año, una media 7,8 días perdidos por trabajador.
Los datos económicos no son aplicables a España, donde los salarios son más bajos, pero el problema médico y laboral es equivalente. "El insomnio está muy extendido y cada vez es más frecuente en la juventud", indica Odile Romero, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Vall d'Hebron en Barcelona. Esta experta se muestra de acuerdo en que la falta de descanso "nos está costando mucho dinero, y no sólo por lo que cuesta el tratamiento".
El doctor Ronald Kessler, autor principal del trabajo desde la citada institución, y sus colegas consideran que, en total, EEUU pierde 63.200 millones de euros a causa del insomnio de los trabajadores, un 23,2% de los cuales padece insomnio. La cifra, al igual que ocurre en otros países, es más alta en mujeres (27,1%) que en hombres (19,7%).
El estudio, publicado en la revista 'Sleep', ha utilizado datos de más de 10.000 adultos estadounidenses, recogidos entre el otroño de 2008 y el verano de 2009. Los participantes respondieron directamente a preguntas sobre su higiene del sueño y su capacidad de rendir en el trabajo. Los autores del trabajo consideran que sus conclusiones son más exactas que las de aquellas investigaciones basadas en datos sobre el consumo de fármacos, ya que muchos insomnes no reciben tratamiento alguno.
"Nos quedamos sorprendidos con el enorme impacto que tiene el insomnio en la vida de una persona corriente", comenta Kessler, quien cree que el problema no recibe la atención que merece porque no está considerado una enfermedad -sino más bien un síntoma- y no causa directamente bajas laborales. "Acuden a sus trabajos, pero rinden menos porque están cansados. En una economía basada en la información, es difícil encontrar una afección que tenga un mayor efecto sobre la productividad", añade.
La doctora Romero, por su parte, explica que las causasdel insomnio pueden ser múltiples, por lo que el tratamiento ha de atajar diversos factores y a menudo es complicado. Además, la falta de sueño puede llevar a la depresión y provocar una baja laboral, lo que aumentaría el impacto económico del problema. El insomnio se diagnostica cuando el paciente tarda más de 30 minutos en dormirse, lo hace durante menos de seis horas y media y se despierta más de tres veces durante la noche.
"Lo primero que hay que hacer es educar en una buena higiene del sueño", recomienda Romero, quien recuerda que, debido a la crisis, está aumentando el número de pacientes con insomnio, a menudo después de perder su empleo. "Una vez que aparece el problema, es necesario hacer un diagnóstico y poner un tratamiento", zanja esta experta.
**Publicado en "EL MUNDO"
En concreto, un estudio dirigido desde la Escuela Médica de Harvard (EEUU) ha estimado que cada trabajador estadounidense cuesta a su empleador, como media, 2.280 dólares (unos 1.580 euros) anuales por su culpa, una vez descontados otros factores que pueden reducir la capacidad de trabajo. La cifra proviene de la estimación del tiempo que se malgasta por no estar bien descansado, el cual suma, al cabo del año, una media 7,8 días perdidos por trabajador.
Los datos económicos no son aplicables a España, donde los salarios son más bajos, pero el problema médico y laboral es equivalente. "El insomnio está muy extendido y cada vez es más frecuente en la juventud", indica Odile Romero, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Vall d'Hebron en Barcelona. Esta experta se muestra de acuerdo en que la falta de descanso "nos está costando mucho dinero, y no sólo por lo que cuesta el tratamiento".
El doctor Ronald Kessler, autor principal del trabajo desde la citada institución, y sus colegas consideran que, en total, EEUU pierde 63.200 millones de euros a causa del insomnio de los trabajadores, un 23,2% de los cuales padece insomnio. La cifra, al igual que ocurre en otros países, es más alta en mujeres (27,1%) que en hombres (19,7%).
El estudio, publicado en la revista 'Sleep', ha utilizado datos de más de 10.000 adultos estadounidenses, recogidos entre el otroño de 2008 y el verano de 2009. Los participantes respondieron directamente a preguntas sobre su higiene del sueño y su capacidad de rendir en el trabajo. Los autores del trabajo consideran que sus conclusiones son más exactas que las de aquellas investigaciones basadas en datos sobre el consumo de fármacos, ya que muchos insomnes no reciben tratamiento alguno.
"Nos quedamos sorprendidos con el enorme impacto que tiene el insomnio en la vida de una persona corriente", comenta Kessler, quien cree que el problema no recibe la atención que merece porque no está considerado una enfermedad -sino más bien un síntoma- y no causa directamente bajas laborales. "Acuden a sus trabajos, pero rinden menos porque están cansados. En una economía basada en la información, es difícil encontrar una afección que tenga un mayor efecto sobre la productividad", añade.
La doctora Romero, por su parte, explica que las causasdel insomnio pueden ser múltiples, por lo que el tratamiento ha de atajar diversos factores y a menudo es complicado. Además, la falta de sueño puede llevar a la depresión y provocar una baja laboral, lo que aumentaría el impacto económico del problema. El insomnio se diagnostica cuando el paciente tarda más de 30 minutos en dormirse, lo hace durante menos de seis horas y media y se despierta más de tres veces durante la noche.
"Lo primero que hay que hacer es educar en una buena higiene del sueño", recomienda Romero, quien recuerda que, debido a la crisis, está aumentando el número de pacientes con insomnio, a menudo después de perder su empleo. "Una vez que aparece el problema, es necesario hacer un diagnóstico y poner un tratamiento", zanja esta experta.
**Publicado en "EL MUNDO"
Adjuvant therapy perhaps not necessary for older breast cancer patients
Breast cancer patients over the age of 60 with early-stage, hormone-responsive small tumors who forego adjuvant endocrine, also called hormonal therapy, are not at an increased risk of mortality compared to women of the same age without breast cancer, according to a study published Aug. 31 in the Journal of the National Cancer Institute. The use of hormonal therapy has increased in breast cancer patients overall, and the 2009 St. Gallen International Breast Cancer Conference recommended hormonal therapy for almost all patients with hormone-responsive disease. But previous studies have not identified patient subgroups that might not need adjuvant therapy or those who without the therapy would have the same longevity as women in the general population.
To identify patient sub-groups who may or may not benefit from adjuvant hormone therapy, Peer Christiansen, M.D., of the Aarhus University Hospital in Denmark and colleagues, looked at a population-based cohort of untreated breast cancer patients in Denmark. They identified 3197 patients with node-negative breast cancer from the Danish Breast Cancer Cooperative Group, between the ages of 35 and 74. The patients were not given adjuvant hormone therapy or chemotherapy.
The researchers obtained data on the mortality rate of the general Danish female population from Statistics Denmark. The researchers then estimated the relative risk of death among women in the study compared to the general population by calculating the standardized mortality ratios, or the ratio of the observed number of deaths among patients in the cohort compared to the expected number of deaths in the general population.
The researchers found that the excess mortality rate in the patient population was highest for patients aged between 35 and 39 years and lowest for those aged 60-64 years. The relative mortality of patients compared to the general population was also greater for patients with tumors larger than 10 millimeters. The researchers write: "Age less than 60 years at diagnosis and tumor size greater than 10 millimeters were independently associated with a worse prognosis."
However, they also identified a group of low-risk patients aged 60 or older with mortality rates comparable to the general population. These patients had tumors or 10 millimeters or less and low-grade disease (grade 1 ductal carcinoma, or grade 1 or 2 invasive lobular carcinoma.) The researchers concluded that these patients might not benefit from adjuvant therapy.
In an accompanying editorial, Jennifer J. Griggs, M.D., M.P.H., and Daniel F. Hayes, M.D., of the University of Michigan, write that the study confirms findings from other studies showing that local therapy alone is adequate for treating older women with small tumors and that "adjuvant endocrine therapy does not reduce the risk of mortality in patients with very small, node-negative hormone receptor-positive breast cancer because the risk of mortality is already extremely low."
However, the editorialists add that overall adjuvant therapy is effective in reducing the risk of recurrence in the same or opposite breast and that many women will continue to take it for that reason. "Clearly, patient preferences regarding risks and benefits of endocrine therapy play a critical role in decision making, and high-quality information support is essential in these settings."
**Source: Journal of the National Cancer Institute
To identify patient sub-groups who may or may not benefit from adjuvant hormone therapy, Peer Christiansen, M.D., of the Aarhus University Hospital in Denmark and colleagues, looked at a population-based cohort of untreated breast cancer patients in Denmark. They identified 3197 patients with node-negative breast cancer from the Danish Breast Cancer Cooperative Group, between the ages of 35 and 74. The patients were not given adjuvant hormone therapy or chemotherapy.
The researchers obtained data on the mortality rate of the general Danish female population from Statistics Denmark. The researchers then estimated the relative risk of death among women in the study compared to the general population by calculating the standardized mortality ratios, or the ratio of the observed number of deaths among patients in the cohort compared to the expected number of deaths in the general population.
The researchers found that the excess mortality rate in the patient population was highest for patients aged between 35 and 39 years and lowest for those aged 60-64 years. The relative mortality of patients compared to the general population was also greater for patients with tumors larger than 10 millimeters. The researchers write: "Age less than 60 years at diagnosis and tumor size greater than 10 millimeters were independently associated with a worse prognosis."
However, they also identified a group of low-risk patients aged 60 or older with mortality rates comparable to the general population. These patients had tumors or 10 millimeters or less and low-grade disease (grade 1 ductal carcinoma, or grade 1 or 2 invasive lobular carcinoma.) The researchers concluded that these patients might not benefit from adjuvant therapy.
In an accompanying editorial, Jennifer J. Griggs, M.D., M.P.H., and Daniel F. Hayes, M.D., of the University of Michigan, write that the study confirms findings from other studies showing that local therapy alone is adequate for treating older women with small tumors and that "adjuvant endocrine therapy does not reduce the risk of mortality in patients with very small, node-negative hormone receptor-positive breast cancer because the risk of mortality is already extremely low."
However, the editorialists add that overall adjuvant therapy is effective in reducing the risk of recurrence in the same or opposite breast and that many women will continue to take it for that reason. "Clearly, patient preferences regarding risks and benefits of endocrine therapy play a critical role in decision making, and high-quality information support is essential in these settings."
**Source: Journal of the National Cancer Institute
El móvil, una herramienta médica durante las emergencias
En enero de 2010, poco después del terremoto que arrasó Haití, un equipo de especialistas en salud pública del Instituto Karolinska (Suecia) y la Universidad de Columbia (EEUU) se desplazaron a la isla caribeña para colaborar en las tareas de ayuda a los damnificados.
Una de las primeras cosas que constataron sobre el terrero fue que, con miles de desplazados por todo el país, no era sencillo coordinar las tareas de asistencia ni localizar los puntos donde se necesitaba más ayuda.
Al volver a casa pensaron que las cosas habrían sido muy distintas si hubieran tenido la oportunidad de monitorizar los movimientos de la población y conocer en qué áreas se agrupaba un mayor número de afectados. Y, sin perder un minuto, se dispusieron a idear un modelo para conseguirlo en el futuro.
Después de muchas deliberaciones, llegaron a la conclusión de que la tecnología móvil puede ser de mucha ayuda en el manejo de las emergencias. En concreto, partieron de la hipótesis de que la localización de tarjetas SIM que realizan todas las operadoras de móviles puede usarse con efectividad para estimar la magnitud y las tendencias de los movimientos poblacionales.
"Cada vez que una tarjeta SIM hace una llamada, la red graba qué torre ha permitido la conexión. Esa base de datos puede proporcionar la posición geográfica de cada propietario de un móvil", comentan los autores en las páginas de la revista 'PLoS Medicine'.
Una de las primeras cosas que constataron sobre el terrero fue que, con miles de desplazados por todo el país, no era sencillo coordinar las tareas de asistencia ni localizar los puntos donde se necesitaba más ayuda.
Al volver a casa pensaron que las cosas habrían sido muy distintas si hubieran tenido la oportunidad de monitorizar los movimientos de la población y conocer en qué áreas se agrupaba un mayor número de afectados. Y, sin perder un minuto, se dispusieron a idear un modelo para conseguirlo en el futuro.
Después de muchas deliberaciones, llegaron a la conclusión de que la tecnología móvil puede ser de mucha ayuda en el manejo de las emergencias. En concreto, partieron de la hipótesis de que la localización de tarjetas SIM que realizan todas las operadoras de móviles puede usarse con efectividad para estimar la magnitud y las tendencias de los movimientos poblacionales.
"Cada vez que una tarjeta SIM hace una llamada, la red graba qué torre ha permitido la conexión. Esa base de datos puede proporcionar la posición geográfica de cada propietario de un móvil", comentan los autores en las páginas de la revista 'PLoS Medicine'.
--La investigación
Para comprobar la utilidad de su propuesta, estos investigadores se pusieron en contacto con la mayor operadora móvil de Haití, Digitel, y le pidieron datos de la posición que sus 1,9 millones de usuarios tenían un mes y medio antes de la catástrofe y durante los meses que siguieron al terremoto.
Su análisis puso de manifiesto que alrededor de 200.000 tarjetas SIMS que estaban presentes en Puerto Príncipe el día en que la tierra tembló, habían abandonado la ciudad, uno de los lugares más afectados, en los 19 días posteriores al desastre.
Esta cifra, aseguran los científicos, podría "suponer el movimiento de 630.000 personas", una cifra mucho mayor de la que realizaron las primeras estimaciones y que se asemeja mucho más a los datos que arrojó un estudio realizado varios meses después de que el caos se apoderara del país.
Los investigadores quisieron ir más allá y corroborar si el método podría utilizarse para realizar estimaciones inmediatas. A través de un análisis de los movimientos realizados durante el estallido del brote de cólera que sufrió el país poco después del terremoto, los investigadores concluyeron que la tecnología móvil "puede utilizarse para monitorizar el movimiento de personas en tiempo real durante un brote de una enfermedad infecciosa".
"Esto puede conducir a importantes mejoras en la distribución de asistencia y en la valoración de las necesidades", señalan.
El movimiento de personas después de un desastre, continúan los especialistas, puede aumentar el número de pérdidas humanas, pero en las zonas con un alto uso de la tecnología móvil puede realizarse de forma rápida y efectiva estimaciones de esos desplazamientos que permitan agilizar la ayuda, subrayan.
Pese a todo, tanto estos autores, como los firmantes de un comentario que acompaña al trabajo en la revista científica, reconocen que la técnica tiene algunas limitaciones que es necesario analizar antes de que el método se difunda.
En primer lugar, la tecnología móvil no está disponible en todas las situaciones. Es más, en casos de catástrofe, la red de asistencia se ve a menudo afectada y las comunicaciones no son sencillas.
Por otro lado, habría que estudiar qué ocurre cuando los desplazamientos ocurren entre fronteras –donde los operadores móviles suelen cambiar- y hasta qué punto el conteo de tarjetas SIM puede estar subestimando el número de personas que han abandonado su hogar.
Además, subraya el comentario, también habría que diseñar un rastreo de tarjetas que asegura la privacidad y los derechos legales de las personas.
Para comprobar la utilidad de su propuesta, estos investigadores se pusieron en contacto con la mayor operadora móvil de Haití, Digitel, y le pidieron datos de la posición que sus 1,9 millones de usuarios tenían un mes y medio antes de la catástrofe y durante los meses que siguieron al terremoto.
Su análisis puso de manifiesto que alrededor de 200.000 tarjetas SIMS que estaban presentes en Puerto Príncipe el día en que la tierra tembló, habían abandonado la ciudad, uno de los lugares más afectados, en los 19 días posteriores al desastre.
Esta cifra, aseguran los científicos, podría "suponer el movimiento de 630.000 personas", una cifra mucho mayor de la que realizaron las primeras estimaciones y que se asemeja mucho más a los datos que arrojó un estudio realizado varios meses después de que el caos se apoderara del país.
Los investigadores quisieron ir más allá y corroborar si el método podría utilizarse para realizar estimaciones inmediatas. A través de un análisis de los movimientos realizados durante el estallido del brote de cólera que sufrió el país poco después del terremoto, los investigadores concluyeron que la tecnología móvil "puede utilizarse para monitorizar el movimiento de personas en tiempo real durante un brote de una enfermedad infecciosa".
"Esto puede conducir a importantes mejoras en la distribución de asistencia y en la valoración de las necesidades", señalan.
El movimiento de personas después de un desastre, continúan los especialistas, puede aumentar el número de pérdidas humanas, pero en las zonas con un alto uso de la tecnología móvil puede realizarse de forma rápida y efectiva estimaciones de esos desplazamientos que permitan agilizar la ayuda, subrayan.
Pese a todo, tanto estos autores, como los firmantes de un comentario que acompaña al trabajo en la revista científica, reconocen que la técnica tiene algunas limitaciones que es necesario analizar antes de que el método se difunda.
En primer lugar, la tecnología móvil no está disponible en todas las situaciones. Es más, en casos de catástrofe, la red de asistencia se ve a menudo afectada y las comunicaciones no son sencillas.
Por otro lado, habría que estudiar qué ocurre cuando los desplazamientos ocurren entre fronteras –donde los operadores móviles suelen cambiar- y hasta qué punto el conteo de tarjetas SIM puede estar subestimando el número de personas que han abandonado su hogar.
Además, subraya el comentario, también habría que diseñar un rastreo de tarjetas que asegura la privacidad y los derechos legales de las personas.
**Publicado en "EL MUNDO"
'Pink ribbon dollars' help fill financial gaps for breast cancer programs
A new study shows that donations collected by check boxes on state income tax forms, fees from license plates and revenue from state lottery tickets have raised millions for breast cancer research and prevention programs across the country, according to researchers at Washington University in St. Louis. "We found that revenue-generating breast cancer initiatives can be a successful strategy for states to raise funds, or 'pink ribbon dollars,' for prevention and early detection programs," says Amy A. Eyler, PhD, research associate professor at the Brown School of Social Work and the Prevention Research Center at Washington University in St. Louis.
The findings are available online and will be published in the September-October 2011 issue of Public Health Reports.
Proceeds from these revenue-generating initiatives fund breast cancer research foundations or state's early detection and prevention efforts.
By reviewing state legislation on breast cancer funding between 2001-09, the researchers found that 18 states had programs that allow taxpayers to check a box on state income tax forms to donate part of their refund to breast cancer programs.
The median annual state revenue for breast cancer research and prevention programs collected through the income tax check-off was $115,000, according to Eyler.
Twenty-six states also had breast cancer license plates that generated more than $4.1 million in revenue. As of August 2010, Missouri had raised $25,750.
The extra cost of specialized plates for each consumer ranged from $20 to $75, depending on the state. Residents can order the specialty license plates for an extra annual fee, a percentage of which goes to a specified cause or organization. Currently, the number of specialty plates offered per state ranges from one in New Hampshire to more than 800 in Maryland. Missouri offers almost 200 specialty plates.
"We also discovered that states with medium or high breast cancer death rates were 2.5 times more likely to offer breast cancer specialty license plates than states with low breast cancer death rates," says Ross Brownson, PhD, another study author and a professor at the School of Medicine and the Brown School. He also is a faculty scholar of Washington University's Institute for Public Health.
Only Illinois offered a state breast cancer lottery ticket, which raised $4 million from 2005-09.
"Overall, we found that many organizations can benefit from funds collected through state check-offs, license plates and specialty lottery tickets," says Eyler, also a faculty scholar of Washington University's Institute for Public Health. "The longevity of many of these initiatives demonstrates public support and success in raising funds for breast cancer research, early detection and education initiatives within states."
**Source: Washington University School of Medicine
The findings are available online and will be published in the September-October 2011 issue of Public Health Reports.
Proceeds from these revenue-generating initiatives fund breast cancer research foundations or state's early detection and prevention efforts.
By reviewing state legislation on breast cancer funding between 2001-09, the researchers found that 18 states had programs that allow taxpayers to check a box on state income tax forms to donate part of their refund to breast cancer programs.
The median annual state revenue for breast cancer research and prevention programs collected through the income tax check-off was $115,000, according to Eyler.
Twenty-six states also had breast cancer license plates that generated more than $4.1 million in revenue. As of August 2010, Missouri had raised $25,750.
The extra cost of specialized plates for each consumer ranged from $20 to $75, depending on the state. Residents can order the specialty license plates for an extra annual fee, a percentage of which goes to a specified cause or organization. Currently, the number of specialty plates offered per state ranges from one in New Hampshire to more than 800 in Maryland. Missouri offers almost 200 specialty plates.
"We also discovered that states with medium or high breast cancer death rates were 2.5 times more likely to offer breast cancer specialty license plates than states with low breast cancer death rates," says Ross Brownson, PhD, another study author and a professor at the School of Medicine and the Brown School. He also is a faculty scholar of Washington University's Institute for Public Health.
Only Illinois offered a state breast cancer lottery ticket, which raised $4 million from 2005-09.
"Overall, we found that many organizations can benefit from funds collected through state check-offs, license plates and specialty lottery tickets," says Eyler, also a faculty scholar of Washington University's Institute for Public Health. "The longevity of many of these initiatives demonstrates public support and success in raising funds for breast cancer research, early detection and education initiatives within states."
**Source: Washington University School of Medicine
Subscribe to:
Comments (Atom)
CONTACTO · Aviso Legal · Política de Privacidad · Política de Cookies
Copyright © Noticia de Salud