La exposición al sol es beneficiosa y necesaria para la vida humana; estimula la síntesis de vitamina D, favorece la circulación sanguínea y actúa en el tratamiento de algunas dermatosis. Sin embargo, el Dr. Manuel Merino, pediatra y miembro del grupo PREVINFAD, de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), sostiene que “en las últimas décadas asistimos a un aumento del cáncer de piel en todo el mundo, que está afectando, sobre todo, a personas de piel clara, y que se deriva de la exposición excesiva al sol”.
En la actualidad, los tipos de cáncer más frecuentes en la población española son los que afectan a la piel. Con la llegada del verano, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) quieren recordar que está claramente demostrada su relación causal con la exposición a las radiaciones solares.
La aparición del cáncer de piel se relaciona con la exposición a los rayos solares durante períodos de tiempo largos y con exposiciones intermitentes e intensas. Según estimaciones de la OMS, cada año se producen en todo el mundo más de 2 millones de cánceres de piel distintos y 200.000 melanomas malignos. Aunque el melanoma representa sólo el 4% de todos los cánceres de piel, es responsable del 80% de las muertes por este tipo de cáncer. Asimismo, el incremento de nuevos casos en Europa alcanza al 8%, pero los especialistas apuntan que “cogido a tiempo, la supervivencia es del 90 al 95%”. En este contexto y según distintos estudios clínicos, utilizar un fotoprotector de factor 15 durante los primeros 18 años de vida puede reducir hasta un 78% el riesgo de cáncer cutáneo.
Más del 90% de los cánceres de piel aparecen en áreas expuestas al sol; la cara, el cuello, las orejas, los antebrazos y las manos son las localizaciones más frecuentes de un cáncer que tiene su principal causante en los rayos invisibles Ultravioleta (UV), más intensos en el verano, en zonas de mayor altura y mayor proximidad al ecuador. Los efectos de estos rayos aumentan por el viento y las propiedades reflectoras de la superficie del suelo; la arena refleja entre un 10% y un 25% de estos rayos, por lo que la exposición de los bañistas es especialmente intensa.
“Está demostrado que el efecto cancerígeno de las radiaciones solares es acumulativo”, ha afirmado el Dr. Merino, “de forma que las quemaduras solares repetidas se relacionan con el desarrollo posterior de tumores cutáneos, especialmente si las quemaduras se producen en la infancia”. Los niños deben ser especialmente protegidos de la exposición solar excesiva, y educados para mantener conductas eficaces de fotoprotección.
Promoción de campañas divulgativas
La importancia de la divulgación de los conocimientos sobre las medidas fotoprotectoras y la promoción de la fotoprotección solar en los niños y sus padres tiene por objetivo conseguir cambios de comportamiento positivos frente al sol y la disminuir la incidencia del cáncer cutáneo en el futuro. Para ello, los expertos coinciden en destacar que es esencial la actuación sinérgica de dermatólogos y pediatras junto con las escuelas y los programas comunitarios, sobre todo en aquellos países más soleados, como es el caso de España.
Todas las prácticas sanas que evitan o minimizan la exposición solar, que favorecen el uso de fotoprotectores, ropa protectora y gafas, que evitan las quemaduras solares o disminuyen el uso de las cabinas de bronceado deben comenzarse lo antes posible en los niños para que se convierta en un comportamiento habitual cuando el niño empiece a ser más independiente.
Actualmente el concepto de estar moreno se asocia a belleza y salud, razón por la que muchos adolescentes y adultos continúan exponiéndose de forma regular a la radiación UV.
Factores de riesgo
Existen una serie de factores de riesgo endógenos y exógenos que influyen en la población, haciéndola más propensa a padecer cáncer de piel.
En cuanto a los primeros, las personas de piel clara, con pecas y lunares, de pelo rubio o pelirrojo aumenta el riesgo de padecer tumores cutáneos por su menor capacidad para desarrollar el protector bronceado cutáneo; la predisposición familiar a los melanomas; y los estados patológicos que provocan inmunosupresión, tanto de causa congénita como adquirida, facilitan la aparición de neoplasias de la piel. “Las personas con antecedentes familiares de cánceres de piel y los que tienen nevus cutáneos numerosos son más propensos a quemaduras”, ha recordado el Dr. Merino.
Las cremas solares son una ayuda para la fotoprotección, pero los pediatras de AP alertan de que no deben convertirse en la excusa para aumentar el tiempo de exposición al sol ni la forma de obtener un mayor bronceado. Asimismo, el grupo PREVINFAD desaconseja “el uso de mecanismos artificiales de bronceado, como camas o lámparas de rayos UVA”.
Con respecto a los factores exógenos están las radiaciones solares, especialmente resulta dañina en los primeros años de la vida y las quemaduras solares en la infancia; las radiaciones ultravioletas de fuentes artificiales; y otros cancerígenos, como determinadas sustancias químicas (alquitrán) y otras contenidas en productos cosméticos.
Recomendaciones y consejos
Para prevenir las quemaduras solares, el Dr. Merino recomienda a los adultos tomar una serie de medidas:
Evitar la exposición excesiva al sol, especialmente de los niños más pequeños.
Tratar de no estar al sol en las horas centrales del día.
Buscar sitios con sombra.
Utilizar ropa que cubra la piel, como camisetas con mangas y pantalones de tipo bermudas, sombreros y gorros con ala y también gafas de sol homologadas que tengan filtro ultravioleta UVA y UVB.
Aplicar cremas protectoras con factor de protección 15 o superior en las zonas de piel descubiertas. La crema no debe ser nunca la única medida de protección. Además, las cremas solares deben ser resistentes al agua y proteger tanto de UVA como de UVB. Han de aplicarse antes de la exposición al sol y cada dos o cuatro horas, según la hora del día, intensidad del sol, tipo de piel, número de baños de agua y teniendo en cuenta el efecto potenciador de las superficies reflectantes, como el agua o la arena.
Las personas con piel clara y, además, con pecas o lunares abundantes, deberán extremar estas precauciones.
Según el tipo de piel se deben intensificar o no las medidas generales de fotoprotección.
Los ojos también deben protegerse
Al igual que la piel los ojos también sufren los efectos de un exceso de radiación solar. “Una larga exposición puede contribuir a la aparición de afecciones de las capas que envuelven el ojo, de la córnea e incluso de la lente del cristalino”, ha explicado la Dra. Carmen Gancedo, pediatra de AP de SEPEAP.
El sol es uno de los factores que contribuye a la aparición de la degeneración macular y a la formación de cataratas. Según la Dra. Gancedo, “en la infancia, el cristalino no se encuentra plenamente desarrollado y no puede filtrar la luz UV por eso es importante que los niño utilicen gafas para proteger sus ojos de los rayos ultravioleta”.
Los expertos recomiendan que la elección de las gafas de sol garantice la máxima protección de los ojos. En esta línea, el primer requisito es comprobar que posean el sello CE, lo que indica que cumple los requisitos de la normativa europea. Asimismo, hay que tener en cuenta el tipo de filtro solar de las lentes y las características ópticas. “No distorsionen la nitidez de la visión, lente, y la forma para evitar que entre radiación entre la cara y la gafa.
Según el grado de intensidad con el que filtran la luz visible, la Unión Europea clasifica los filtros de las gafas solares del 0 al 4.
Filtro 0: reducen hasta un 20% la luz visible y se recomiendan como gafas de confort.
Filtro 1: disminuye la luz del 20 al 57% y se aconseja su uso para pasear por la ciudad.
Filtro 2: reduce la luz del 57 al 82% y se aconseja para deportes en el campo.
Filtro 3: atenúa la luz solar del 82 al 92%. Son las más adecuadas para deportes o estancias en zonas de mucho sol.
Filtro 4: reducen la luz del 92 al 98% y su uso es recomendable para alta montaña y deportes acuáticos.
Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap)
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria se constituye como una Federación de Asociaciones de Pediatras que trabajan en Atención Primaria (AP), de carácter científico y profesional, sin fines lucrativos, que representa a más de 3.000 pediatras de AP en el estado español.
En su seno se encuentran diferentes Grupos de Trabajo sobre diversas materias (Grupo de Prevención en la Infancia y Adolescencia, Grupo de Vías Respiratorias, Pediatría Basada en la Evidencia, Docencia MIR, Cooperación Internacional, Patología del Sueño infanto-juvenil, Grupo de Investigación, Grupo Profesional, Trastorno por déficit de atención e hiperactividad y Grupo de Educación para la Salud).
Los objetivos principales de esta Asociación son: promover el desarrollo de la Pediatría en la Atención Primaria, buscar el máximo estado de salud del niño y del adolescente, promocionar su salud, prevenir la enfermedad y facilitar su recuperación en caso de contraerla, fomentar y ejercer la docencia sobre Pediatría de Atención Primaria del pregraduado y postgraduado (Médicos Residentes de Pediatría, Médicos Residentes de Medicina Familiar y Comunitaria y profesionales del ámbito de la Atención Primaria), fomentar y ejercer la investigación, coordinar los diferentes programas sanitarios relacionados con el niño, recoger los problemas e inquietudes relacionados con el ejercicio de la Pediatría de Atención Primaria y representar los intereses de sus socios en el marco de las leyes y ante los distintos organismos (Administraciones Públicas Sanitarias y Docentes, otros órganos o entidades Nacionales o Internacionales), y coordinar con otras asociaciones similares (regionales, nacionales o internacionales) actividades y proyectos encaminados a la mejora de la Pediatría en Atención Primaria.
Toda la información referente a esta Sociedad se encuentra en: www.aepap.org