La COVID 19 complica el buen control de la diabetes tipo 2,
más allá de la propia infección, debido a que la pandemia provocada por la SARS-CoV-2
sigue generando una gran presión asistencial en las consultas de Atención
Primaria. En la práctica, esto supone, de entrada, que los pacientes encuentren muchas limitaciones para
continuar con sus revisiones presenciales en los centros de salud. Además,
la asistencia telefónica, por una parte, no es a veces una alternativa viable
y, por otra, no es siempre la más adecuada para pacientes con diabetes tipo 2, quienes
necesitan un seguimiento presencial y ajustes
frecuentes en su tratamiento y alimentación. Otra consecuencia es la reducción de la formación diabetológica que
requiere este colectivo para el correcto manejo de su patología, por parte
del personal sanitario.
Lógicamente, esta falta de control está afectando también a
la adherencia al tratamiento a corto, medio y largo plazo. Antes de la
pandemia, el porcentaje de pacientes con
diabetes que era adherente al tratamiento farmacológico era del 54%. Ahora,
según los expertos, la falta de seguimiento está provocando que esta cifra se reduzca drásticamente. En este
sentido, la doctora Pilar
de Lucas,
vocal del Comité Científico del Grupo OAT, neumóloga y ex presidenta de la
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR),
reconoce que “la falta de protocolos bien
definidos para el seguimiento y control de los enfermos crónicos impacta de
forma notable en esta situación. Quizás sea el momento para, dentro de un plan
de restructuración asistencial totalmente necesario, se desarrollen
programas específicamente dirigidos al seguimiento y control de pacientes con
patologías crónicas, incluyendo las TICs e incorporando a todos los
profesionales implicados”.
En el caso de la diabetes, muchos pacientes desconocen las
consecuencias asociadas a una mala gestión de la patología y la falta de
adherencia al tratamiento. Al respecto de esto, María José Salmerón, presidenta de la Federación de
Asociaciones de Castilla-La Mancha (FEDICAM), miembro de la Federación
Española de Diabetes (FEDE), ha señalado que “la falta de educación diabetológica en pacientes con diabetes y
principalmente en los de tipo 2, así como la falta de un seguimiento continuado
por parte del personal sanitario a los mismos, contribuyen a la aparición de
complicaciones asociadas a la enfermedad, y a un empeoramiento cada vez mayor
en su calidad de vida”.
Sobre las complicaciones asociadas a la diabetes, aunque
existe más conocimiento en relación a las enfermedades cardiovasculares, el edema
macular o el pie diabético, otras, como es el caso del dolor crónico, no
cuentan con la misma visibilidad. Sobre esta última dolencia, los datos
demuestran que entre el 28% y el 49% de
los pacientes con diabetes padece neuropatía diabética, que en el 50% de los
casos se acompaña de dolor.
Por otra parte, aproximadamente 2/3 de los pacientes con diabetes sufren condiciones que producen
dolor, además de tener también consecuencias emocionales, provocando, en
muchos pacientes, depresión concomitante
(28%) y / o ansiedad (27%). En
este sentido, Víctor Mayoral, presidente de la Sociedad Española del Dolor
(SED) destaca que “la prevención es
crucial, ya que el dolor crónico puede ser muy incapacitante y no solo afecta
funcionalmente a los pacientes que lo padecen, sino que también va a repercutir
sobre su entorno familiar, laboral y social”.
Con el objetivo de trasladar a la Administración
Pública que la COVID-19 no puede continuar siendo una excusa para seguir
demorando una adecuada atención de los pacientes con diabetes, la FEDE, con el apoyo de la Sociedad Española
del Dolor y el Grupo OAT, ha lanzado la campaña “A qué duele”, que
cuenta con el apoyo de Grünenthal y A. Menarini, y que está
avalada por Fenin.
Con esta iniciativa, FEDE denuncia que la
situación sanitaria actual hace necesario un refuerzo de la atención a los
pacientes con diabetes para evitar sus complicaciones. Además, se busca,
ante todo, conseguir una mejora de la
calidad de vida de los pacientes con diabetes que sufren dolor crónico, que
repercute tanto en su bienestar físico como emocional. Por otro lado, también se
quiere hacer hincapié en la importancia
de la prevención de este tipo de complicaciones de la diabetes, que,
además, supone un gran gasto para el
Sistema Nacional de Salud (SNS). Los expertos estiman que la carga
económica de la diabetes corresponde al 8,2%
del total del presupuesto sanitario, lo que implica 5.809 millones de euros anuales, de los cuales 2.143 millones son debidos a las complicaciones de la enfermedad,
cantidad que se vería notablemente reducida si los pacientes tuviesen acceso a
una mejor educación diabetológica que facilitara la gestión de su patología.