When transplant clinics must publicly report their success rates, this should provide an incentive to improve care for patients. But a recent study appearing in an upcoming issue of the Clinical Journal of the American Society Nephrology (CJASN) found that such public reporting has not had any effect on the care that transplant patients receive. Public reports of the successes and failures of clinics can help patients choose where they want to receive medical care. Reports can also help the clinics themselves correct their shortcomings to improve the care they provide. But such reports are only useful if they contain accurate information.
Constantia Petrou, PhD (Culmini Inc.), Stefanos Zenios, PhD (Culmini Inc. and Stanford University) and their colleagues compared the accuracy of two methods that can be used in public reporting of transplant centers. They found that the current method that is widely used is less accurate than a new method (called a generalized mixed effect method) that can provide a more realistic assessment of differences across centers. Using and improving this new method and communicating its results to kidney specialists who recommend transplant centers to their patients could strengthen the effectiveness of public reports.
The new method revealed that the gaps between the best and worst clinics did not diminish after public reporting was introduced in 2001. The authors advocate for additional studies to investigate why public reports have not reduced differences across transplant centers. "If public reports did become effective and each center's outcomes matched those of the center with the best outcomes, 29% of deaths and 33% of organ failures could be averted," said Dr. Petrou. "Missing such potential improvements is like having one Boeing 747 with transplant recipients crash every year," she explained.
Study co-authors include Charles McCulloch, PhD (University of California San Francisco) and Glenn Atias (Culmini Inc.).
**Source: American Society of Nephrology
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14 October 2011
Los pediatras alertan del aumento de las patologías psicosociales
"Antes los niños se parecían a sus padres y ahora se parecen a los tiempos", sentencia el jefe de Pediatría social del hospital Niño Jesús y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, Jesús García Pérez, en la XXV edición del congreso nacional de esta especialidad. Y los tiempos a los que se parecen los menores son cibernéticos, altamente tecnológicos, gobernados por la soledad y sobre todo por la impaciencia. "No hay pacientes sino impacientes", verbaliza el especialista la urgencia vital de los adultos que genera una "mayor agresividad y temperamento de los menores".
Los tiempos mandan de tal forma en la salud de los niños que los que van a las consultas de Atención Primaria ya no tienen mocos o tos, sino el síndrome del emperador -pasan de ser los príncipes de la casa a convertirse en tiranos: mandan ellos en sus padres- o wifismo -dependencia de las conexiones a internet-, además de otros desórdenes psicosociales que han desplazado a los biológicos. Los adolescentes y preadolescentes "no tienen límites ni normas y, además, no pueden desahogarse ni compartir apenas nada con sus padres, por lo que se aislan en los aparatos tecnológicos", de los que los surten sus ocupados y agotados progenitores.
Entre las patologías destaca también el maltrato. Niños tiranos en casa y agresivos en el colegio con otros niños: el acoso escolar que lleva a algunos menores al suicidio y que apenas denuncian los equipos directivos de los centrios educativos. La Sociedad Española de Pediatría extrahospitalaria y de Atención Primaria cifra en un 90% los casos de ascoso escolar que permanecen ocultos porque los colegios "notifican apenas un 10%", que ellos detectan en sus consultas. "El maltrato en los niños está abandonado", sostiene García Pérez para reclamar que "es necesario enseñar a los niños a decir no".
Mientras hacen frente a estas nuevas patologías psicosociales, los pediatras españoles se preguntan si tienen la destreza y el tiempo asistencial adecuados para hacer frente al nuevo perfil de paciente. "El cambio en la vulnerabilidad del niño más la sobrecarga de consultas", tasadas a diez minutos de atención por persona, genera una "situación dramática", coinciden en destacar los especialistas Luis Sánchez Santos y José Luis Bonal que, junto a García Pérez, presentaron ayer las claves del congreso pediátrico a los periodistas. "La soledad nos asusta. El umbral de la soledad es cada vez más bajo. No tenemos tiempo de ser solitarios", describe García Pérez el caldo de cultivo de las enfermedades infantiles mientras alerta de la rapidez de las consultas, insuficiente en su opinión para hacer un diagnóstico adecuado.
"En Atención Primaria nos ven los enfermos a nosotros en lugar de nosotros a ellos", explica la brevedad de las citas que impide a los pacientes "liberar ya solo la ansiedad".
De que las patologías biológicas han dado paso a las psicosociales no hay duda, pero los pediatras intentan ponerle números a su incidencia. De momento, saben que la prevalencia de la depresión en el rango menor es de en torno al 3% entre niños varones de 8 a 14 años y en el rango opuesto, del 10%. También han detectado que un 10% de las denuncias corresponden a agresiones físicas que suelen darse entre niños y un 30% a acoso verbal o maltrato psicológico (insultos e intimidaciones) que se produce fundamentalmente entre las niñas. En cuanto a las víctimas, apenas hay diferencia por sexo y el lugar en el que se produce el acoso es, casi invariablemente, el patio del colegio en primaria y los pasillos en secundaria. La patología no la padecen solo los acosados. El 60% de los menores acosadores acaba cometiendo un delito antes de los 24 años.
Pero, aunque grave, el acoso escolar no es nuevo. No tanto, al menos, como el resto de las patologías que afectan a los "nuevos niños" de una sociedad consentidora y urgente en opinión de los pediatras. Sánchez Santos reconoce que en su consulta en Atención Primaria no diagnosticó ninguna patológía psicosocial entre 1998 y 2003 pero en los últimos cinco años tiene a cuatro adolescentes con tratamiento antidepresivo, a nueve niñas con ansiedad y a un considerable número de población inmigrante con patologías derivadas de problemas de integración.
Cerca de un 5% de sus pacientes padece las nuevas enfermedades de los niños que se parecen tanto a los tiempos.
**Publicado en "EL PAIS"
Los tiempos mandan de tal forma en la salud de los niños que los que van a las consultas de Atención Primaria ya no tienen mocos o tos, sino el síndrome del emperador -pasan de ser los príncipes de la casa a convertirse en tiranos: mandan ellos en sus padres- o wifismo -dependencia de las conexiones a internet-, además de otros desórdenes psicosociales que han desplazado a los biológicos. Los adolescentes y preadolescentes "no tienen límites ni normas y, además, no pueden desahogarse ni compartir apenas nada con sus padres, por lo que se aislan en los aparatos tecnológicos", de los que los surten sus ocupados y agotados progenitores.
Entre las patologías destaca también el maltrato. Niños tiranos en casa y agresivos en el colegio con otros niños: el acoso escolar que lleva a algunos menores al suicidio y que apenas denuncian los equipos directivos de los centrios educativos. La Sociedad Española de Pediatría extrahospitalaria y de Atención Primaria cifra en un 90% los casos de ascoso escolar que permanecen ocultos porque los colegios "notifican apenas un 10%", que ellos detectan en sus consultas. "El maltrato en los niños está abandonado", sostiene García Pérez para reclamar que "es necesario enseñar a los niños a decir no".
Mientras hacen frente a estas nuevas patologías psicosociales, los pediatras españoles se preguntan si tienen la destreza y el tiempo asistencial adecuados para hacer frente al nuevo perfil de paciente. "El cambio en la vulnerabilidad del niño más la sobrecarga de consultas", tasadas a diez minutos de atención por persona, genera una "situación dramática", coinciden en destacar los especialistas Luis Sánchez Santos y José Luis Bonal que, junto a García Pérez, presentaron ayer las claves del congreso pediátrico a los periodistas. "La soledad nos asusta. El umbral de la soledad es cada vez más bajo. No tenemos tiempo de ser solitarios", describe García Pérez el caldo de cultivo de las enfermedades infantiles mientras alerta de la rapidez de las consultas, insuficiente en su opinión para hacer un diagnóstico adecuado.
"En Atención Primaria nos ven los enfermos a nosotros en lugar de nosotros a ellos", explica la brevedad de las citas que impide a los pacientes "liberar ya solo la ansiedad".
De que las patologías biológicas han dado paso a las psicosociales no hay duda, pero los pediatras intentan ponerle números a su incidencia. De momento, saben que la prevalencia de la depresión en el rango menor es de en torno al 3% entre niños varones de 8 a 14 años y en el rango opuesto, del 10%. También han detectado que un 10% de las denuncias corresponden a agresiones físicas que suelen darse entre niños y un 30% a acoso verbal o maltrato psicológico (insultos e intimidaciones) que se produce fundamentalmente entre las niñas. En cuanto a las víctimas, apenas hay diferencia por sexo y el lugar en el que se produce el acoso es, casi invariablemente, el patio del colegio en primaria y los pasillos en secundaria. La patología no la padecen solo los acosados. El 60% de los menores acosadores acaba cometiendo un delito antes de los 24 años.
Pero, aunque grave, el acoso escolar no es nuevo. No tanto, al menos, como el resto de las patologías que afectan a los "nuevos niños" de una sociedad consentidora y urgente en opinión de los pediatras. Sánchez Santos reconoce que en su consulta en Atención Primaria no diagnosticó ninguna patológía psicosocial entre 1998 y 2003 pero en los últimos cinco años tiene a cuatro adolescentes con tratamiento antidepresivo, a nueve niñas con ansiedad y a un considerable número de población inmigrante con patologías derivadas de problemas de integración.
Cerca de un 5% de sus pacientes padece las nuevas enfermedades de los niños que se parecen tanto a los tiempos.
**Publicado en "EL PAIS"
Reversing smoke-induced damage and disease in the lung
By studying mice exposed to tobacco smoke for a period of months, researchers have new insight into how emphysema and chronic obstructive pulmonary disease (COPD) develops. In the Oct. 14th issue of Cell, a Cell Press publication, they also report a promising new way to reverse the lung damage underlying these conditions. "It has not been very clear what causes the disease and there has been no therapy to stop or reverse lung destruction in emphysema," said Norbert Weissman of the University of Giessen Lung Center in Germany. "There have really been no new concepts about therapy in the last 20 years."
It's not for lack of interest, he said. In fact, COPD, including chronic bronchitis and emphysema, is expected to become the third-greatest cause of death worldwide by the year 2020.
In addition to airway inflammation and decreased of respiratory function, COPD is often accompanied by pulmonary hypertension, which is essentially high blood pressure in the lungs. Whether this condition was a cause or a consequence of COPD was not known.
Now, with powerful mouse models of COPD, Weissman and colleagues provide evidence that changes to the pulmonary blood vessels and the development of high blood pressure precede the development of emphysema. They further trace those effects to an inducible form of an enzyme known as nitric oxide synthase (iNOS), which catalyzes the formation of nitric oxide.
Nitric oxide (NO) and the nitric oxide system are important for opening up blood vessels and maintaining vascular tone, Weissman said. When nitric oxide levels grow too high, however, the molecule can undergo a chemical reaction forming aggressive peroxynitrite.
"Simply put, peroxynitrite can modify protein functions, leading to the destruction of lung tissue," Weissman said.
It appears this is exactly what happens in the development of emphysema. Mice lacking the iNOS enzyme were protected from both emphysema and pulmonary hypertension. Importantly, existing pharmacological agents can block iNOS activity, and mice treated with one of these drugs were protected from COPD-like changes to their lung vasculature. Treatment with the inhibitor also successfully reversed the course of the disease in the mice.
"For reversal of emphysema, you need active restructuring of the lung," Weissman said, noting that there is more work to do to explore the pathways involved.
The iNOS inhibitor used in these studies has already been used in clinical trials with apparently no major side effects, Weissman says. He and his team plan to pursue use of the drug as an inhaled therapy, with the hope that it may reach therapeutic concentrations only where it is needed.
*Source: Cell Press
It's not for lack of interest, he said. In fact, COPD, including chronic bronchitis and emphysema, is expected to become the third-greatest cause of death worldwide by the year 2020.
In addition to airway inflammation and decreased of respiratory function, COPD is often accompanied by pulmonary hypertension, which is essentially high blood pressure in the lungs. Whether this condition was a cause or a consequence of COPD was not known.
Now, with powerful mouse models of COPD, Weissman and colleagues provide evidence that changes to the pulmonary blood vessels and the development of high blood pressure precede the development of emphysema. They further trace those effects to an inducible form of an enzyme known as nitric oxide synthase (iNOS), which catalyzes the formation of nitric oxide.
Nitric oxide (NO) and the nitric oxide system are important for opening up blood vessels and maintaining vascular tone, Weissman said. When nitric oxide levels grow too high, however, the molecule can undergo a chemical reaction forming aggressive peroxynitrite.
"Simply put, peroxynitrite can modify protein functions, leading to the destruction of lung tissue," Weissman said.
It appears this is exactly what happens in the development of emphysema. Mice lacking the iNOS enzyme were protected from both emphysema and pulmonary hypertension. Importantly, existing pharmacological agents can block iNOS activity, and mice treated with one of these drugs were protected from COPD-like changes to their lung vasculature. Treatment with the inhibitor also successfully reversed the course of the disease in the mice.
"For reversal of emphysema, you need active restructuring of the lung," Weissman said, noting that there is more work to do to explore the pathways involved.
The iNOS inhibitor used in these studies has already been used in clinical trials with apparently no major side effects, Weissman says. He and his team plan to pursue use of the drug as an inhaled therapy, with the hope that it may reach therapeutic concentrations only where it is needed.
*Source: Cell Press
Direct access to physical therapists associated with lower costs and fewer visits, new study says
A new study suggesting that "the role of the physician gatekeeper in regard to physical therapy may be unnecessary in many cases" could have significant implications for the US health care system, says the American Physical Therapy Association (APTA). The study, published ahead of print September 23 in the journal Health Services Research (HSR), reviewed 62,707 episodes of physical therapy using non-Medicare claims data from a Midwest insurer over a 5-year period. Patients who visited a physical therapist directly for outpatient care (27%) had fewer visits and lower overall costs on average than those who were referred by a physician, while maintaining continuity of care within the overall medical system and showing no difference in health care use in the 60 days after the physical therapy episode.
The study is noteworthy because services delivered by physical therapists account for "a significant portion" of outpatient care costs in the United States, according to the study, and some health insurance plans require a physician referral for reimbursement of these services. In addition, although 46 states and the District of Columbia now allow some form of direct access to physical therapists, some of them nonetheless impose restrictions if patients have not been referred by a physician.
"Physical therapists have long known that direct access to our services is safe and effective," said APTA President R. Scott Ward, PT, PhD. "The elimination of referral requirements and other restrictions has been a priority of APTA for decades. This study provides further evidence that direct access to physical therapists could go a long way toward helping to make health care more affordable and accessible for all. We encourage researchers and insurers to continue to further investigate this important issue that could have a profound impact on patient care."
"When patients choose direct access to a physical therapist, it does not mean the end of collaboration with their physician, nor does it diminish continuity of care," added Thomas DiAngelis, PT, DPT, president of APTA's Private Practice Section. "We believe the results of this study will support our efforts to work with legislators and physician groups to establish policies that reduce unnecessary regulations, improve access, and build models of delivery that best serve the patient and the health care system. Although this study focused on direct access, it is not about the provider. It is about the patient. It means better opportunities to provide the proper care to those who need it, when they need it."
Led by Jane Pendergast, PhD, professor of biostatistics and director of the Center for Public Health Studies at the University of Iowa, the study retrospectively analyzed 5 years (2003-2007) of private health insurance claims data from a Midwest insurer on beneficiaries aged 18-64 in Iowa and South Dakota. A total of nearly 63,000 outpatient physical therapy episodes of care were analyzed -- more than 45,000 were classified as physician-referred and more than 17,000 were classified as "self-referred" to physical therapists. Physical therapy episodes began with the initial physical therapist evaluation and ended on the last date of services before 60 days of no further visits. Episodes were classified as physician-referred if the patient had a physician claim from a reasonable referral source in the 30 days before the start of physical therapy. Researchers found that self-referred patients had fewer physical therapy visits (86% of physician-referred) and lower allowable amounts ($0.87 for every $1.00 of physician-referred) during the episode of care, after adjusting for age, gender, diagnosis, illness severity, and calendar year. In addition, overall related health care use -- or care related to the problem for which physical therapy was received, but not physical therapy treatment -- was lower in the self-referred group after adjustment. Examples of this type of care might include physician services or diagnostic testing. Potential differences in functional status and outcomes of care were not addressed.
"Health care use did not increase in the self-referred group, nor was continuity of care hindered," the researchers write. "The self-referred patients were still in contact with physicians during and after physical therapy. Concerns about patient safety, missed diagnoses, and continuity of care for individuals who self-refer may be overstated."
According to Rick Gawenda, PT, president of APTA's Section on Health Policy and Administration, the study should cause insurers and policymakers to rethink the physician gatekeeper concept when it comes to physical therapist services. "Evidence shows that, in the case of physical therapy, the physician gatekeeper model is doing exactly the opposite of what it was originally designed to do; it does not reduce ineffective and duplicate care nor reduce health care costs," says Gawenda. "It's time to end the physician referral requirement in every state, and it's time for all payers to embrace direct access to physical therapists."
Earlier research has supported direct access to physical therapists, but the new HSR study is the most comprehensive to date. A 1994 study analyzed 4 years of Blue Cross Blue Shield of Maryland claims data and found that total paid claims for physician referral episodes to physical therapists were 2.2 times higher than the paid claims for direct access episodes. In addition, physician referral episodes were 65% longer in duration than direct access episodes and generated 67% more physical therapy claims and 60% more office visits. The HSR study looked at a far more extensive number of episodes than the previous study, and also controlled for illness severity and other factors that could have affected the patients' outcomes.
"In summary," the researchers write, "our findings do not support the assertion that self-referral leads to overuse of care or discontinuity in care, based on a very large population of individuals in a common private health insurance plan with no requirement for PT [physical therapy] referral or prohibition on patient self-referral. We consistently found lower use in the self-referral group, after adjusting for key demographic variables, diagnosis group, and case mix. We also found that individuals in both groups were similarly engaged with the medical care system during their course of care and afterwards."
**Source: American Physical Therapy Association
The study is noteworthy because services delivered by physical therapists account for "a significant portion" of outpatient care costs in the United States, according to the study, and some health insurance plans require a physician referral for reimbursement of these services. In addition, although 46 states and the District of Columbia now allow some form of direct access to physical therapists, some of them nonetheless impose restrictions if patients have not been referred by a physician.
"Physical therapists have long known that direct access to our services is safe and effective," said APTA President R. Scott Ward, PT, PhD. "The elimination of referral requirements and other restrictions has been a priority of APTA for decades. This study provides further evidence that direct access to physical therapists could go a long way toward helping to make health care more affordable and accessible for all. We encourage researchers and insurers to continue to further investigate this important issue that could have a profound impact on patient care."
"When patients choose direct access to a physical therapist, it does not mean the end of collaboration with their physician, nor does it diminish continuity of care," added Thomas DiAngelis, PT, DPT, president of APTA's Private Practice Section. "We believe the results of this study will support our efforts to work with legislators and physician groups to establish policies that reduce unnecessary regulations, improve access, and build models of delivery that best serve the patient and the health care system. Although this study focused on direct access, it is not about the provider. It is about the patient. It means better opportunities to provide the proper care to those who need it, when they need it."
Led by Jane Pendergast, PhD, professor of biostatistics and director of the Center for Public Health Studies at the University of Iowa, the study retrospectively analyzed 5 years (2003-2007) of private health insurance claims data from a Midwest insurer on beneficiaries aged 18-64 in Iowa and South Dakota. A total of nearly 63,000 outpatient physical therapy episodes of care were analyzed -- more than 45,000 were classified as physician-referred and more than 17,000 were classified as "self-referred" to physical therapists. Physical therapy episodes began with the initial physical therapist evaluation and ended on the last date of services before 60 days of no further visits. Episodes were classified as physician-referred if the patient had a physician claim from a reasonable referral source in the 30 days before the start of physical therapy. Researchers found that self-referred patients had fewer physical therapy visits (86% of physician-referred) and lower allowable amounts ($0.87 for every $1.00 of physician-referred) during the episode of care, after adjusting for age, gender, diagnosis, illness severity, and calendar year. In addition, overall related health care use -- or care related to the problem for which physical therapy was received, but not physical therapy treatment -- was lower in the self-referred group after adjustment. Examples of this type of care might include physician services or diagnostic testing. Potential differences in functional status and outcomes of care were not addressed.
"Health care use did not increase in the self-referred group, nor was continuity of care hindered," the researchers write. "The self-referred patients were still in contact with physicians during and after physical therapy. Concerns about patient safety, missed diagnoses, and continuity of care for individuals who self-refer may be overstated."
According to Rick Gawenda, PT, president of APTA's Section on Health Policy and Administration, the study should cause insurers and policymakers to rethink the physician gatekeeper concept when it comes to physical therapist services. "Evidence shows that, in the case of physical therapy, the physician gatekeeper model is doing exactly the opposite of what it was originally designed to do; it does not reduce ineffective and duplicate care nor reduce health care costs," says Gawenda. "It's time to end the physician referral requirement in every state, and it's time for all payers to embrace direct access to physical therapists."
Earlier research has supported direct access to physical therapists, but the new HSR study is the most comprehensive to date. A 1994 study analyzed 4 years of Blue Cross Blue Shield of Maryland claims data and found that total paid claims for physician referral episodes to physical therapists were 2.2 times higher than the paid claims for direct access episodes. In addition, physician referral episodes were 65% longer in duration than direct access episodes and generated 67% more physical therapy claims and 60% more office visits. The HSR study looked at a far more extensive number of episodes than the previous study, and also controlled for illness severity and other factors that could have affected the patients' outcomes.
"In summary," the researchers write, "our findings do not support the assertion that self-referral leads to overuse of care or discontinuity in care, based on a very large population of individuals in a common private health insurance plan with no requirement for PT [physical therapy] referral or prohibition on patient self-referral. We consistently found lower use in the self-referral group, after adjusting for key demographic variables, diagnosis group, and case mix. We also found that individuals in both groups were similarly engaged with the medical care system during their course of care and afterwards."
**Source: American Physical Therapy Association
El cruce de piernas y el post ictus
Es un gesto común y cotidiano, pero cargado de valor predictivo. Investigadores alemanes acaban de realizar un trabajo que demuestra que las personas que en los días posteriores al padecimiento de un ictus grave pueden cruzar las piernas se recuperan mucho mejor y tienen menos riesgo de morir que los que no pueden ejecutar este movimiento.
Los accidentes cerebrovasculares son la tercera causa más frecuente de muerte y una razón común de incapacidad permanente en los países desarrollados. Según la 'Federación Española de Ictus', "cada seis minutos se produce un ictus en España, siendo la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres. Además, se estima que un tercio de los pacientes fallece por esta causa y que el 40% sufre una discapacidad que les impide valerse por sí mismos. Su aparición provoca más incapacidad y muertes prematuras que el Alzheimer y los accidentes de tráfico juntos".
Por todo ello, contar con modelos que ayuden a predecir la recuperación de la funcionalidad de los afectados es de suma relevancia. "En nuestra unidad de cuidados intensivos neurológicos hemos observado que hay pacientes capaces de cruzar rápidamente las piernas tras un ictus grave pese a tener la conciencia marcadamente reducida, parálisis de la extremidad o necesidad de ventilación asistida. Para evaluar la importancia pronóstica de este signo realizamos un estudio con pacientes", adelanta a ELMUNDO.es Berend Feddersen, de la Universidad de Munich (Alemania) y autor principal de la investigación.
Jordi Matías-Guiu Guía, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, admite que el cruce de piernas como señal de la evolución del paciente es un viejo conocido. "Sabemos desde hace mucho tiempo, a mí me lo enseñaron mis 'jefes', que la fuerza proximal es un indicador muy bueno para saber como se va a recuperar el paciente, por eso los datos del estudio no me sorprenden. Se trata de un signo que puede ayudar a otros profesionales, como los de enfermería, que están las 24 horas del día con los pacientes, a manejar elementos de pronóstico sencillos".
Publicado en el último 'Neurology', el ensayo se llevó a cabo con 120 enfermos con accidente cerebrovascular grave. Treinta y cuatro de todos ellos cruzaban las piernas y fueron comparados con el resto de los pacientes que no realizaban este movimiento. Los científicos observaron, además, cuándo fue la primera vez que lograron esta postura. "La media de días en tardar en cruzar las piernas tras la admisión en cuidados intensivos fue de 10. La mayoría (58,8%) cruzó su pierna derecha sobre la izquierda, el 38%, la izquierda sobre la derecha y un paciente, en ambos sentidos".
Tal y como "habíamos hipotetizado, encontramos que el cruce de piernas después de un ictus grave es un indicador pronóstico favorable tanto en el momento del alta como un año después del ingreso". De hecho, poder hacer el mencionado movimiento se asoció "con una menor incidencia de problemas neurológicos al salir del hospital y con una mayor independencia en la vida diaria", se insiste en el ensayo. También con menor riesgo de fallecer. Así la mortalidad entre los que sí las cruzaban fue del 8% en comparación con el 52% de los que no ejecutaban este gesto.
"En comparación con otras medias predictivas utilizadas normalmente, que requieren de una evaluación neurológica por un médico entrenado y que sólo pueden proporcionar información sobre la recuperación hasta los tres meses tras el ictus, la que hemos estudiando es fácil de observar por cualquier especialista y proporciona información sobre la evolución del enfermo hasta un año", destacan los investigadores.
Cruzar las piernas es una "señal de bajo costo, fácil de obtener en la práctica clínica. Por lo tanto, puede ser utilizada ampliamente por un equipo de la unidad de cuidados intensivos. Posiblemente, puede, incluso, ser utilizada por familiares u otros cuidadores. Este signo, cuando se realiza a los 15 días del accidente cerebrovascular grave, indica un resultado favorable que incluye menos déficit neurológicos, una mejor independencia en la vida diaria, y menores tasas de mortalidad. Teniendo en cuenta este pequeño estudio, se deberían llevar a cabo más trabajos que confirmen su valor pronóstico o evaluar su valor en otras patologías, como el coma metabólico", agregan.
**Publicado en "EL MUNDO"
Los accidentes cerebrovasculares son la tercera causa más frecuente de muerte y una razón común de incapacidad permanente en los países desarrollados. Según la 'Federación Española de Ictus', "cada seis minutos se produce un ictus en España, siendo la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres. Además, se estima que un tercio de los pacientes fallece por esta causa y que el 40% sufre una discapacidad que les impide valerse por sí mismos. Su aparición provoca más incapacidad y muertes prematuras que el Alzheimer y los accidentes de tráfico juntos".
Por todo ello, contar con modelos que ayuden a predecir la recuperación de la funcionalidad de los afectados es de suma relevancia. "En nuestra unidad de cuidados intensivos neurológicos hemos observado que hay pacientes capaces de cruzar rápidamente las piernas tras un ictus grave pese a tener la conciencia marcadamente reducida, parálisis de la extremidad o necesidad de ventilación asistida. Para evaluar la importancia pronóstica de este signo realizamos un estudio con pacientes", adelanta a ELMUNDO.es Berend Feddersen, de la Universidad de Munich (Alemania) y autor principal de la investigación.
Jordi Matías-Guiu Guía, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, admite que el cruce de piernas como señal de la evolución del paciente es un viejo conocido. "Sabemos desde hace mucho tiempo, a mí me lo enseñaron mis 'jefes', que la fuerza proximal es un indicador muy bueno para saber como se va a recuperar el paciente, por eso los datos del estudio no me sorprenden. Se trata de un signo que puede ayudar a otros profesionales, como los de enfermería, que están las 24 horas del día con los pacientes, a manejar elementos de pronóstico sencillos".
Publicado en el último 'Neurology', el ensayo se llevó a cabo con 120 enfermos con accidente cerebrovascular grave. Treinta y cuatro de todos ellos cruzaban las piernas y fueron comparados con el resto de los pacientes que no realizaban este movimiento. Los científicos observaron, además, cuándo fue la primera vez que lograron esta postura. "La media de días en tardar en cruzar las piernas tras la admisión en cuidados intensivos fue de 10. La mayoría (58,8%) cruzó su pierna derecha sobre la izquierda, el 38%, la izquierda sobre la derecha y un paciente, en ambos sentidos".
Tal y como "habíamos hipotetizado, encontramos que el cruce de piernas después de un ictus grave es un indicador pronóstico favorable tanto en el momento del alta como un año después del ingreso". De hecho, poder hacer el mencionado movimiento se asoció "con una menor incidencia de problemas neurológicos al salir del hospital y con una mayor independencia en la vida diaria", se insiste en el ensayo. También con menor riesgo de fallecer. Así la mortalidad entre los que sí las cruzaban fue del 8% en comparación con el 52% de los que no ejecutaban este gesto.
"En comparación con otras medias predictivas utilizadas normalmente, que requieren de una evaluación neurológica por un médico entrenado y que sólo pueden proporcionar información sobre la recuperación hasta los tres meses tras el ictus, la que hemos estudiando es fácil de observar por cualquier especialista y proporciona información sobre la evolución del enfermo hasta un año", destacan los investigadores.
Cruzar las piernas es una "señal de bajo costo, fácil de obtener en la práctica clínica. Por lo tanto, puede ser utilizada ampliamente por un equipo de la unidad de cuidados intensivos. Posiblemente, puede, incluso, ser utilizada por familiares u otros cuidadores. Este signo, cuando se realiza a los 15 días del accidente cerebrovascular grave, indica un resultado favorable que incluye menos déficit neurológicos, una mejor independencia en la vida diaria, y menores tasas de mortalidad. Teniendo en cuenta este pequeño estudio, se deberían llevar a cabo más trabajos que confirmen su valor pronóstico o evaluar su valor en otras patologías, como el coma metabólico", agregan.
**Publicado en "EL MUNDO"
Hospital superbug debugged
An international team of scientists led by Monash University researchers has uncovered how a common hospital bacterium becomes a deadly superbug that kills increasing numbers of hospital patients worldwide and accounts for an estimated $3.2 billion each year in health care costs in the US alone. Their findings appear October 13th in the Open Access journal PLoS Pathogens. Team leader Dr Dena Lyras and lead author Dr Glen Carter, from the Monash University School of Biomedical Sciences, have linked a naturally occurring mutation in the microorganism Clostridium difficile to severe and debilitating diarrhea in hospital patients undergoing antibiotic therapy. These antibiotics destroy the 'good' bacteria in the gut, which allows this 'bad' bacterium to colonise the colon, where it causes bowel infections that are difficult to treat.
"This mutation effectively wipes out an inbuilt disease regulator, called anti-sigma factor TcdC, producing hypervirulent strains of C. difficile that are resistant to antibiotics and which have been found to circulate in Canada, the US, UK, Europe and Australia," Dr Lyras says.
The results suggest that bacterial strains carrying this mutation have the potential to produce more of the harmful toxins that cause disease in susceptible individuals -- commonly patients aged 65 years or over.
Dr. Carter adds, "As we now have a better understanding of these strains, we can design new strategies to prevent, control and treat these infections."
**Source: Public Library of Science
"This mutation effectively wipes out an inbuilt disease regulator, called anti-sigma factor TcdC, producing hypervirulent strains of C. difficile that are resistant to antibiotics and which have been found to circulate in Canada, the US, UK, Europe and Australia," Dr Lyras says.
The results suggest that bacterial strains carrying this mutation have the potential to produce more of the harmful toxins that cause disease in susceptible individuals -- commonly patients aged 65 years or over.
Dr. Carter adds, "As we now have a better understanding of these strains, we can design new strategies to prevent, control and treat these infections."
**Source: Public Library of Science
EEUU premia a un médico español por su investigación sobre la diabetes

¿Servirán los avances en el conocimiento del código genético para combatir la plaga de diabetes que está asolando al mundo? Desde 2008, el endocrinólogo español José Carlos Flórez lleva dirigiendo a un grupo de unos 20 investigadores en la Universidad de Harvard y tres centros afiliados a ésta para tratar de encontrar una respuesta positiva a esa pregunta. Por ahora ya han analizado 380 casos, y esperan llegar a la cifra de 1.000 en 2015, cuando el proyecto concluya. Pero, entretanto, Flórez ha logrado el reconocimiento de la Casa Blanca: hoy, Barack Obama le entrega el Premio Presidencial para Científicos e Ingenieros en la Fase Inicial de su Investigación. Es un premio creado por Bill Clinton en 1996 para estimular líneas de investigación que se encuentran todavía en sus primeros pasos.
El galardón que recibe Flórez se debe a su investigación en la diabetes tipo 2. Ése es el tipo de diabetes más común que, además, se está expandiendo a medida que el desarrollo económico cambia las dietas del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2000 había 170 millones de diabéticos en todo el mundo, que en 2030 se habrán convertido en 370 millones. Más del 90% de esos enfermos sufren diabetes tipo 2.
En la diabetes tipo 2, los tejidos del cuerpo se vuelven resistentes a la insulina, la hormona que hace que el hígado y los músculos atrapen el azúcar de la sangre y lo sinteticen, y se da, además, un deterioro progresivo de las células beta del páncreas, en las que se produce insulina. La terapia de la diabetes tipo 2 "se lleva a cabo con tratamientos muy algorítmicos", según explicaba ayer Flórez en una conversación telefónica con ELMUNDO.es. En otras palabras: se ensayan diferentes fármacos hasta que se da con uno que funciona. El objetivo del equipo que dirige el español es determinar hasta qué punto la carga genética influye en la enfermedad, de modo que el tratamiento pueda adaptarse a cada paciente.
La diabetes está literalmente explotando en todo el mundo. Según la OMS, en América (del Norte y del Sur), pasará de los 33 millones de afectados en 2000 a 66,8 en 2030; en África, de siete a 18,2; en Asia y Oceanía de 82,7 millones a 180,5; y en Oriente Medio de 15,2 a 42,6 millones. Sólo en Europa —donde aumentará de 33,8 a 48 millones— el incremento es inferior al 100%.
Pero, de esas cifras, el 90% (en el caso de las poblaciones de origen europeo) y un porcentaje aún superior (entre los hispanos, asiáticos o africanos) es diabetes tipo 2. De hecho, los países con un porcentaje más alto de incidencia de esta enfermedad son Libia, Arabia Saudí, Siria, Jordania, Papúa Nueva Guinea, Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Según Flórez, esta dolencia "está muy condicionada por la obesidad" y, entre sus consecuencias están fallos renales, ceguera y amputaciones. El resto de los diabéticos son de tipo 1, que afecta a personas más jóvenes y que ataca sobre todo a las células beta del páncreas y, por tanto, impide que el organismo genere insulina.
Para optar al premio que Flórez ha ganado es necesario que una agencia de la Administración de EEUU presente a un candidato. En este caso fueron los Institutos Nacionales de Salud (NIH, según sus siglas en inglés), con sede en Bethesda, en las afueras de Washington, quienes promovieron la candidatura de Flórez y sus colegas. Ahora, con el galardón, Flórez ha logrado que el NIH financie la investigación un año más.
Obama ha introducido un cambio en estos premios instituidos por Bill Clinton: los vencedores no sólo deben tener un proyecto interesante, sino que también han de realizar algún tipo de trabajo que beneficie a la comunidad. Flórez cumple ese requisito gracias a su trabajo voluntario en relación con el Síndrome de Down.
Flórez, de 45 años, nació en New Hampshire, en EEUU, donde sus padres estaban realizando el doctorado, aunque a los dos años de edad la familia se trasladó a España, donde vivieron en Pamplona, Tenerife y Santander. Así pues, tiene doble nacionalidad: estadounidense por nacimiento y española por sus padres. A los 18 años regresó a Estados Unidos a estudiar en la Universidad Northwestern, de Chicago, de donde se fue para ir a Harvard.
El galardón que recibe Flórez se debe a su investigación en la diabetes tipo 2. Ése es el tipo de diabetes más común que, además, se está expandiendo a medida que el desarrollo económico cambia las dietas del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2000 había 170 millones de diabéticos en todo el mundo, que en 2030 se habrán convertido en 370 millones. Más del 90% de esos enfermos sufren diabetes tipo 2.
En la diabetes tipo 2, los tejidos del cuerpo se vuelven resistentes a la insulina, la hormona que hace que el hígado y los músculos atrapen el azúcar de la sangre y lo sinteticen, y se da, además, un deterioro progresivo de las células beta del páncreas, en las que se produce insulina. La terapia de la diabetes tipo 2 "se lleva a cabo con tratamientos muy algorítmicos", según explicaba ayer Flórez en una conversación telefónica con ELMUNDO.es. En otras palabras: se ensayan diferentes fármacos hasta que se da con uno que funciona. El objetivo del equipo que dirige el español es determinar hasta qué punto la carga genética influye en la enfermedad, de modo que el tratamiento pueda adaptarse a cada paciente.
La diabetes está literalmente explotando en todo el mundo. Según la OMS, en América (del Norte y del Sur), pasará de los 33 millones de afectados en 2000 a 66,8 en 2030; en África, de siete a 18,2; en Asia y Oceanía de 82,7 millones a 180,5; y en Oriente Medio de 15,2 a 42,6 millones. Sólo en Europa —donde aumentará de 33,8 a 48 millones— el incremento es inferior al 100%.
Pero, de esas cifras, el 90% (en el caso de las poblaciones de origen europeo) y un porcentaje aún superior (entre los hispanos, asiáticos o africanos) es diabetes tipo 2. De hecho, los países con un porcentaje más alto de incidencia de esta enfermedad son Libia, Arabia Saudí, Siria, Jordania, Papúa Nueva Guinea, Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Según Flórez, esta dolencia "está muy condicionada por la obesidad" y, entre sus consecuencias están fallos renales, ceguera y amputaciones. El resto de los diabéticos son de tipo 1, que afecta a personas más jóvenes y que ataca sobre todo a las células beta del páncreas y, por tanto, impide que el organismo genere insulina.
Para optar al premio que Flórez ha ganado es necesario que una agencia de la Administración de EEUU presente a un candidato. En este caso fueron los Institutos Nacionales de Salud (NIH, según sus siglas en inglés), con sede en Bethesda, en las afueras de Washington, quienes promovieron la candidatura de Flórez y sus colegas. Ahora, con el galardón, Flórez ha logrado que el NIH financie la investigación un año más.
Obama ha introducido un cambio en estos premios instituidos por Bill Clinton: los vencedores no sólo deben tener un proyecto interesante, sino que también han de realizar algún tipo de trabajo que beneficie a la comunidad. Flórez cumple ese requisito gracias a su trabajo voluntario en relación con el Síndrome de Down.
Flórez, de 45 años, nació en New Hampshire, en EEUU, donde sus padres estaban realizando el doctorado, aunque a los dos años de edad la familia se trasladó a España, donde vivieron en Pamplona, Tenerife y Santander. Así pues, tiene doble nacionalidad: estadounidense por nacimiento y española por sus padres. A los 18 años regresó a Estados Unidos a estudiar en la Universidad Northwestern, de Chicago, de donde se fue para ir a Harvard.
**Publicado en "EL MUNDO"
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