La medida impuesta por el Gobierno balear para obligar a las mujeres que abortan a adelantar el dinero de la intervención se está enredando entre acusaciones de unos y otros. El director del IBsalut, Juan José Bestard, hizo ayer unas declaraciones en las que insinuaba que estaban pagando con dinero público abortos que la sanidad no controlaba puesto que las mujeres se dirigían directamente a las clínicas privadas. Esta situación “no es del todo legal”, dijo a Europa Press. Además, se ha quejado de que no se les exigía a las clínicas ni una ecografía para saber la edad del feto, pero cobraban las facturas: hasta un millón de euros.
Las clínicas responden que entregaban exactamente lo que se les había pedido. Con la factura, explican, iba el código con el que se salvaguardan los datos personales y clínicos. “Pero toda esa información está en la clínica. Que vengan y hagan inspecciones, aquí está todo legal. Eso es hablar por hablar. En las facturas están las pacientes, eso es fácil de demostrar”, explicó un portavoz del Centro Médico Aragón, una de las clínicas acreditadas. Desde el centro Aurora Clínic también rechazaron el argumento: “No nos sacamos nada de la manga. Aquí entregamos con la factura la documentación que se nos ha exigido. Claro que hay mujeres que vienen directamente a la clínica, porque en los hospitales públicos no les hacen el aborto, y si tienen que ir al médico de cabecera, [como dice Bestard] muchas renunciarían por una cuestión de intimidad”, explican.
Lo mismo opina el anterior secretario general de Sanidad con el Gobierno socialista, José Martínez Olmos. “Lo que no es legal es cobrar por adelantado el aborto a las mujeres. Y claro que pueden ir directamente a las clínicas, esa es precisamente una de las salvaguardas de la ley para garantizar la intimidad de las mujeres. Además, esas clínicas son el servicio público que ofrece esa comunidad para abortar, de ahí los acuerdos con ellas. Si ahora, además, les exigen a las mujeres que paguen el aborto practicado, se verán también obligadas a identificarse”, dice. Para Martínez Olmos esto no son más que “excusas para saltarse la ley”. Y avisa a los dirigentes: “Están corriendo el riesgo de que haya denuncias y se vean en responsabilidades civiles y penales por esta medida”. “Si creen que hay irregularidades que inspeccionen, sancionen o acaben con los acuerdos”, dice. Martínez Olmos señaló, además, que la decisión tomada en Baleares genera una desigualdad entre las mujeres de estas islas y las de resto de España.
Los abortos que la sanidad pública pagaba a las clínicas españolas rondaban el 20% antes de esta ley, pero con la nueva están entre el 60% y el 70% del total. “Esas son las cifras, sí, pero el hecho es que hay unas enormes deudas contraídas por la sanidad pública. En algunas comunidades de más de un año, y de sumas cuantiosas”, explica el presidente de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (Acai), Santiago Barambio. “En Baleares deben desde julio, por ejemplo, en Madrid mucho más, en Andalucía también, y además los precios públicos que pagan a las clínicas están congelados”, añade Barambio.
Empar Pineda, responsable de la clínica Isadora, en Madrid, explica que los acuerdos que tienen con la sanidad pública tienen los precios congelados desde hace como mínimo una década. Por un aborto hasta las 14 semanas la sanidad les paga aproximadamente unos 290, 390 o 420 euros, dependiendo de la intervención. “Yo creo que obligar a las mujeres a pagar por adelantado no es más que una medida disuasoria para que no lo hagan”, criticó Pineda.
El grupo político de la minoría de izquierdas de Baleares ha escrito al Defensor del Pueblo para que intervenga en este asunto.
**Publicado en "EL PAIS"
Diario digital con noticias de actualidad relacionadas con el mundo de la salud. Novedades, encuestas, estudios, informes, entrevistas. Con un sencillo lenguaje dirigido a todo el mundo. Y algunos consejos turísticos para pasarlo bien
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06 January 2012
Many NIH-funded clinical trials go unpublished over 2 years after completion
In a study that investigates the challenges of disseminating clinical research findings in peer-reviewed biomedical journals, Yale School of Medicine researchers have found that fewer than half of a sample of trials primarily or partially funded by the National Institutes of Health (NIH) were published within 30 months of completing the clinical trial. These findings appear in the January issue of the British Medical Journal, which focuses on the topic of unpublished evidence.
"When research findings are not disseminated, the scientific process is disrupted and leads to redundant efforts and misconceptions about clinical evidence," said Dr. Joseph Ross, first author of the study and a Yale assistant professor of medicine. "Such inaction undermines both the trial in question and the evidence available in peer-reviewed medical literature. This has far-reaching implications for policy decisions, and even institutional review board assessments of risks and benefits associated with future research studies."
Ross and co-authors performed a cross-sectional analysis of NIH-funded clinical trials registered within ClinicalTrials.gov, a trial registry and results database maintained by the U.S. National Library of Medicine. All trials in the study sample were registered after September 30, 2005 and completed by December 31, 2008, allowing at least 30 months for publication following completion of the trial.
They found that overall fewer than half of NIH-funded trials in the sample were published in a peer-reviewed, MEDLINE-indexed biomedical journal within 30 months of trial completion. They also found that one-third of trials remained unpublished 51 months after completion.
Ross said that there may be many reasons for lack of publication, such as not getting accepted by a journal or not prioritizing the dissemination of research findings. Still, he said, there are alternative methods for providing timely public access to study results, including the results database at ClinicalTrials.gov that was created in response to Federal law.
"Steps must be taken to ensure the timely dissemination of publicly funded research so that data from all those who volunteer are available to inform future research and practice," Ross said.
While this study was focused on trials funded by NIH, Ross said that similar problems with non-publication and delayed publication of research findings have been described among trials funded by the pharmaceutical and medical device industries, as well as by non-profit organizations.
"This suggests that the current culture of research needs to prioritize the timely public dissemination of research findings, ideally via peer-reviewed journals, for research funded by both public and private sources," said Ross. "More work needs to be done to better understand impediments to publication."
**Source: Yale University
"When research findings are not disseminated, the scientific process is disrupted and leads to redundant efforts and misconceptions about clinical evidence," said Dr. Joseph Ross, first author of the study and a Yale assistant professor of medicine. "Such inaction undermines both the trial in question and the evidence available in peer-reviewed medical literature. This has far-reaching implications for policy decisions, and even institutional review board assessments of risks and benefits associated with future research studies."
Ross and co-authors performed a cross-sectional analysis of NIH-funded clinical trials registered within ClinicalTrials.gov, a trial registry and results database maintained by the U.S. National Library of Medicine. All trials in the study sample were registered after September 30, 2005 and completed by December 31, 2008, allowing at least 30 months for publication following completion of the trial.
They found that overall fewer than half of NIH-funded trials in the sample were published in a peer-reviewed, MEDLINE-indexed biomedical journal within 30 months of trial completion. They also found that one-third of trials remained unpublished 51 months after completion.
Ross said that there may be many reasons for lack of publication, such as not getting accepted by a journal or not prioritizing the dissemination of research findings. Still, he said, there are alternative methods for providing timely public access to study results, including the results database at ClinicalTrials.gov that was created in response to Federal law.
"Steps must be taken to ensure the timely dissemination of publicly funded research so that data from all those who volunteer are available to inform future research and practice," Ross said.
While this study was focused on trials funded by NIH, Ross said that similar problems with non-publication and delayed publication of research findings have been described among trials funded by the pharmaceutical and medical device industries, as well as by non-profit organizations.
"This suggests that the current culture of research needs to prioritize the timely public dissemination of research findings, ideally via peer-reviewed journals, for research funded by both public and private sources," said Ross. "More work needs to be done to better understand impediments to publication."
**Source: Yale University
El proyecto PASSPORT=disponer de un "hígado virtual"

Científicos y cirujanos europeos han desarrollado un 'hígado virtual' con fondos de la Unión Europea (UE) que ayudará a planificar y efectuar mejor operaciones para extirpar tumores y aumentará las probabilidades de recuperación de pacientes.
El proyecto PASSPORT (Simulación específica de pacientes y formación preoperatoria realista) proporciona a los cirujanos un hígado virtual único y preciso basado en imágenes enviadas por los radiólogos a un servicio en línea que ayuda a los médicos a decidir si deben o no operar al paciente, según ha informado la Comisión Europea (CE).
Los cirujanos pueden ver exactamente dónde se encuentra el tumor y dónde y cómo tienen que intervenir para extirparlo con éxito.
De acuerdo con la CE, bajo las actuales prácticas menos del 50% de los pacientes afectados se someten a una operación quirúrgica y el hígado virtual podría incrementar este porcentaje.
La vicepresidenta de la CE y comisaria europea de Agenda Digital, Neelie Kroes, ha señalado en un comunicado que la tecnología desarrollada en el marco del proyecto PASSPORT financiado en parte por la UE "es un hito que mejorará el diagnóstico y las intervenciones quirúrgicas y permitirá salvar vidas".
Los científicos y cirujanos europeos que colaboraron en el proyecto proceden de Francia, Alemania, el Reino Unido y Suiza.
La iniciativa arrancó en junio de 2008 y concluyó en diciembre pasado. El coste total del proyecto se elevó a 5,5 millones de euros, de los que 3,6 millones procedían de fondos de la UE.
El programa virtual utilizado en el proyecto está basado en una tecnología disponible en línea para facilitar a los cirujanos la colaboración y promover el intercambio de conocimientos y análisis.
El proyecto PASSPORT (Simulación específica de pacientes y formación preoperatoria realista) proporciona a los cirujanos un hígado virtual único y preciso basado en imágenes enviadas por los radiólogos a un servicio en línea que ayuda a los médicos a decidir si deben o no operar al paciente, según ha informado la Comisión Europea (CE).
Los cirujanos pueden ver exactamente dónde se encuentra el tumor y dónde y cómo tienen que intervenir para extirparlo con éxito.
De acuerdo con la CE, bajo las actuales prácticas menos del 50% de los pacientes afectados se someten a una operación quirúrgica y el hígado virtual podría incrementar este porcentaje.
La vicepresidenta de la CE y comisaria europea de Agenda Digital, Neelie Kroes, ha señalado en un comunicado que la tecnología desarrollada en el marco del proyecto PASSPORT financiado en parte por la UE "es un hito que mejorará el diagnóstico y las intervenciones quirúrgicas y permitirá salvar vidas".
Los científicos y cirujanos europeos que colaboraron en el proyecto proceden de Francia, Alemania, el Reino Unido y Suiza.
La iniciativa arrancó en junio de 2008 y concluyó en diciembre pasado. El coste total del proyecto se elevó a 5,5 millones de euros, de los que 3,6 millones procedían de fondos de la UE.
El programa virtual utilizado en el proyecto está basado en una tecnología disponible en línea para facilitar a los cirujanos la colaboración y promover el intercambio de conocimientos y análisis.
*AGENCIAS
Clinical trial demonstrates that rilonacept significantly reduces gout flares
A phase II clinical trial found that rilonacept, an inhibitor of the protein interleukin-1 (IL-1), significantly reduced acute gout flares that occur when initiating uric acid-lowering therapy. Results of the trial -- the first placebo-controlled study investigating IL-1 targeted therapy in prevention of gout flares -- show rilonacept to be generally well tolerated with no serious infections or treatment-related serious adverse events reported. Full findings are published in Arthritis & Rheumatism, a journal of the American College of Rheumatology (ACR). Patients with gout -- a type of inflammatory arthritis caused by the crystallization of urates in soft tissues -- experience severe pain and swelling, often affecting the feet. A recent study also published in Arthritis & Rheumatism reported that doctor-diagnosed gout has risen over the past twenty years and now affects 8.3 million individuals in the U.S. Previous research shows that while gout attacks typically resolve spontaneously over several days, urate crystals remain in the joint, which can lead to recurrent attacks and if left untreated may permanently damage joints.
"To reduce deposits of crystals in the joints, we advise patients to initiate treatment with medications that lower levels of uric acid in the blood," said lead investigator Dr. H. Ralph Schumacher, Jr., with the Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania. The authors explain that in the early months of urate-lowering therapy, as crystal deposits are broken up, patients may experience gout attacks that are proposed to be due to the release of crystals from softened deposits. These urate crystals interact with cells that release interleukin-1 (IL-1) which can lead to a cascade of inflammation and acute joint pain flares.
Previous research has found that acute gout attacks brought on by uric acid-lowering therapy may make patients less likely to continue treatment. "Well tolerated drugs that reduce the risk of gout flares when initiating uric-acid lowering therapy could make patients more likely to continue important long-term treatments that control gout," added Dr. Schumacher.
Rilonacept -- marketed under the brand name ARCALYST® to treat another disease -- is designed to neutralize the protein IL-1 before it produces signals that can trigger inflammation. Thus, researchers looked to test the effectiveness of rilonacept in preventing gout flares and enrolled 83 patients at 27 study centers across the U.S. for a phase II clinical trial. Participants were 18 years of age or older and had gout, including a history of two or more gout flares within the prior year, as well as elevated blood levels of uric acid. Participants were randomized in a double blind fashion, with 41 administered rilonacept via subcutaneous injection (a double dose [320 mg], followed by (160 mg weekly for 16 weeks) and 42 administered weekly placebo. All patients were started on allopurinol (300mg/day) to reduce uric acid levels.
Trial results revealed a significantly lower number of gout flares in participants taking rilonacept with only 6 flares in the rilonacept arm compared with 33 in the placebo group. Researchers also observed fewer flares in patients treated with rilonacept as early as four weeks following the start of therapy. At the 12-week study point, only 15% of patients taking rilonacept had experienced gout flares compared to 45% of those in the placebo group. No deaths or serious infections occurred in either group. Common adverse events included infections reported in 15% of the rilonacept group compared with 26% with the placebo.
"This trial provides well-controlled evidence that this IL-1 blocker is effective in preventing acute gout flares in this setting," confirmed Dr. Schumacher. "Rilonacept appears safe and well tolerated and could increase patient adherence to long-term urate-lowering therapy." The authors recommend further evaluation of rilonacept in patients with gout.
*Source: Wiley-Blackwell
"To reduce deposits of crystals in the joints, we advise patients to initiate treatment with medications that lower levels of uric acid in the blood," said lead investigator Dr. H. Ralph Schumacher, Jr., with the Perelman School of Medicine at the University of Pennsylvania. The authors explain that in the early months of urate-lowering therapy, as crystal deposits are broken up, patients may experience gout attacks that are proposed to be due to the release of crystals from softened deposits. These urate crystals interact with cells that release interleukin-1 (IL-1) which can lead to a cascade of inflammation and acute joint pain flares.
Previous research has found that acute gout attacks brought on by uric acid-lowering therapy may make patients less likely to continue treatment. "Well tolerated drugs that reduce the risk of gout flares when initiating uric-acid lowering therapy could make patients more likely to continue important long-term treatments that control gout," added Dr. Schumacher.
Rilonacept -- marketed under the brand name ARCALYST® to treat another disease -- is designed to neutralize the protein IL-1 before it produces signals that can trigger inflammation. Thus, researchers looked to test the effectiveness of rilonacept in preventing gout flares and enrolled 83 patients at 27 study centers across the U.S. for a phase II clinical trial. Participants were 18 years of age or older and had gout, including a history of two or more gout flares within the prior year, as well as elevated blood levels of uric acid. Participants were randomized in a double blind fashion, with 41 administered rilonacept via subcutaneous injection (a double dose [320 mg], followed by (160 mg weekly for 16 weeks) and 42 administered weekly placebo. All patients were started on allopurinol (300mg/day) to reduce uric acid levels.
Trial results revealed a significantly lower number of gout flares in participants taking rilonacept with only 6 flares in the rilonacept arm compared with 33 in the placebo group. Researchers also observed fewer flares in patients treated with rilonacept as early as four weeks following the start of therapy. At the 12-week study point, only 15% of patients taking rilonacept had experienced gout flares compared to 45% of those in the placebo group. No deaths or serious infections occurred in either group. Common adverse events included infections reported in 15% of the rilonacept group compared with 26% with the placebo.
"This trial provides well-controlled evidence that this IL-1 blocker is effective in preventing acute gout flares in this setting," confirmed Dr. Schumacher. "Rilonacept appears safe and well tolerated and could increase patient adherence to long-term urate-lowering therapy." The authors recommend further evaluation of rilonacept in patients with gout.
*Source: Wiley-Blackwell
Unos 200 millones de personas consumieron drogas ilegales el pasado año en el mundo según un informe
A pesar del obstáculo que la ilegalidad de ciertas sustancias supone para la recogida de datos precisos, un estudio australiano estima que, aproximadamente, una de cada 20 de personas consumió el pasado año algún tipo de droga. Esta incertidumbre no sólo impide conocer con exactitud el coste sociosanitario de este fenómeno sino que dificulta el diseño de "políticas inteligentes" para combatir el problema.
Ésta es una de las conclusiones del trabajo presentado en la revista 'The Lancet' como parte de una serie de artículos acerca de las drogas ilegales. Los autores subrayan que se trata de "una importante consecuencia, aunque no planeada, de la prohibición del consumo de ciertas drogas", un problema que está más extendido en los países con ingresos altos y aquellos próximos a las zonas de producción.
En cuanto a la tendencia del consumo, el estudio hace hincapié en la disparidad de los distintos análisis, probablemente originada por la falta de información de calidad. Mientras que algunos informes, como el de la Oficina de Drogas y Crímenes de Naciones Unidas, hablan de una reducción del uso de estas sustancias, otros, como el informe elaborado por RAND para la Unión Europea, concluyen que ha aumentado.
Aunque no existe un remedio único capaz de funcionar bien en todos lados, "las políticas inteligentes de respuesta al problema de las drogas necesitan mejores datos sobre la prevalencia del consumo de las distintas sustancias y sobre los daños que provocan a los usuarios y la sociedad", subrayan los autores.
-La dependencia es el principal problema
Oceanía lidera el consumo de cannabis y anfetaminas, mientras que Norteamérica es el principal mercado para la cocaína. Estas tres sustancias, junto con los opiáceos (heroína, morfina...) son las más populares o, al menos, de las que más datos se dispone. La falta la información acerca del uso de otras drogas como el éxtasis (MDMA), los alucinógenos o los esteroides anabólicos, ha llevado a los autores a no analizarlas.
Los datos recogidos en este trabajo señalan que 125-203 millones de personas consumieron cannabis al menos una vez durante el pasado año, 14-56 millones tomaron anfetaminas, 14-21 millones, cocaína, y 12-21 millones, opiáceos. De todos ellos, entre 15 y 39 millones son usuarios problemáticos y entre 11 y 21 millones las consumen por vía parenteral.
Del mismo modo, el cálculo del coste sociosanitario asociado con el uso de estas sustancias ilegales es también difícil. Sin embargo, los autores subrayan cuatro efectos adversos como los principales culpables: la intoxicación aguda (sobredosis), las consecuencias inmediatas de la intoxicación (lesiones, violencia), la dependencia y los efectos de su uso crónico (secuelas físicas, psicológicas).
Teniendo en cuenta los datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2004 fallecieron 250.000 personas por culpa de las drogas ilegales, frente a los 2,25 millones de víctimas del alcohol y los 5,1 millones de víctimas del tabaco.
En los países desarrollados, el coste se deriva principalmente de la dependencia, los opiáceos y la administración por vía parenteral. "La mayor parte del coste atribuible al uso inyectado se puede prevenir o reducir a través de programas de agujas y jeringuillas, el tratamiento sustitutivo y la terapia antirretroviral [para el VIH]", subrayan los autores. Tal y como concluye el estudio, el gasto "empeora probablemente" por la estigmatización, el encarcelamiento de los usuarios y el escaso interés de los políticos por subvencionar estos programas.
**Publicado en "EL MUNDO"
Ésta es una de las conclusiones del trabajo presentado en la revista 'The Lancet' como parte de una serie de artículos acerca de las drogas ilegales. Los autores subrayan que se trata de "una importante consecuencia, aunque no planeada, de la prohibición del consumo de ciertas drogas", un problema que está más extendido en los países con ingresos altos y aquellos próximos a las zonas de producción.
En cuanto a la tendencia del consumo, el estudio hace hincapié en la disparidad de los distintos análisis, probablemente originada por la falta de información de calidad. Mientras que algunos informes, como el de la Oficina de Drogas y Crímenes de Naciones Unidas, hablan de una reducción del uso de estas sustancias, otros, como el informe elaborado por RAND para la Unión Europea, concluyen que ha aumentado.
Aunque no existe un remedio único capaz de funcionar bien en todos lados, "las políticas inteligentes de respuesta al problema de las drogas necesitan mejores datos sobre la prevalencia del consumo de las distintas sustancias y sobre los daños que provocan a los usuarios y la sociedad", subrayan los autores.
-La dependencia es el principal problema
Oceanía lidera el consumo de cannabis y anfetaminas, mientras que Norteamérica es el principal mercado para la cocaína. Estas tres sustancias, junto con los opiáceos (heroína, morfina...) son las más populares o, al menos, de las que más datos se dispone. La falta la información acerca del uso de otras drogas como el éxtasis (MDMA), los alucinógenos o los esteroides anabólicos, ha llevado a los autores a no analizarlas.
Los datos recogidos en este trabajo señalan que 125-203 millones de personas consumieron cannabis al menos una vez durante el pasado año, 14-56 millones tomaron anfetaminas, 14-21 millones, cocaína, y 12-21 millones, opiáceos. De todos ellos, entre 15 y 39 millones son usuarios problemáticos y entre 11 y 21 millones las consumen por vía parenteral.
Del mismo modo, el cálculo del coste sociosanitario asociado con el uso de estas sustancias ilegales es también difícil. Sin embargo, los autores subrayan cuatro efectos adversos como los principales culpables: la intoxicación aguda (sobredosis), las consecuencias inmediatas de la intoxicación (lesiones, violencia), la dependencia y los efectos de su uso crónico (secuelas físicas, psicológicas).
Teniendo en cuenta los datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2004 fallecieron 250.000 personas por culpa de las drogas ilegales, frente a los 2,25 millones de víctimas del alcohol y los 5,1 millones de víctimas del tabaco.
En los países desarrollados, el coste se deriva principalmente de la dependencia, los opiáceos y la administración por vía parenteral. "La mayor parte del coste atribuible al uso inyectado se puede prevenir o reducir a través de programas de agujas y jeringuillas, el tratamiento sustitutivo y la terapia antirretroviral [para el VIH]", subrayan los autores. Tal y como concluye el estudio, el gasto "empeora probablemente" por la estigmatización, el encarcelamiento de los usuarios y el escaso interés de los políticos por subvencionar estos programas.
**Publicado en "EL MUNDO"
En EEUU lanzan una Guía para el uso de anticonvulsivos en VIH
La Academia Americana de Neurología, en su últimas directrices, acaba de recomendar que se tenga cuidado al elegir los medicamentos anticonvulsivos para las personas con VIH y sida, para evitar posibles interacciones de medicamentos. Las nuevas guías, desarrolladas en colaboración con la Liga Internacional Contra la Epilepsia, han sido publicadas en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología, y en Epilepsy.
Las convulsiones y trastornos convulsivos son comunes en las personas infectadas con el VIH -más de 1 de cada 10 pacientes presenta convulsiones-. De acuerdo con la nueva directriz, cuando ciertos fármacos anticonvulsivos se combinan con ciertos fármacos del tratamiento del VIH, éstos pueden volverse menos eficaces o más tóxicos. Medicamentos anticonvulsivos, tales como la fenitoína, el fenobarbital y la carbamazepina, pueden hacer que los medicamentos para tratar el VIH fallen.
«Es importante que los pacientes sepan exactamente qué medicamentos están tomando y proporcionen esa información a todos los profesionales de la salud que los atienden», explica el autor principal, Gretchen L. Birbeck, de la Universidad Estatal de Michigan en East Lansing (EE.UU.).
Países más pobres
La evidencia muestra que las opciones de fármacos anticonvulsivos y medicamentos para el VIH son limitadas en los países en desarrollo, haciendo que el riesgo de interacciones medicamentosas sea mayor en estos países. Los científicos recomiendan que investigaciones futuras se centren en el tratamiento de la epilepsia y el VIH combinados en lugares donde las opciones son limitadas, para comprender mejor el riesgo de estas interacciones con otros medicamentos.
La guía también indica que las personas con VIH que también tienen convulsiones pueden sufrir menos interacciones con otros medicamentos si son tratados con la dosis correcta de medicamentos anticonvulsivos que se recomienda en la guía.
Las convulsiones y trastornos convulsivos son comunes en las personas infectadas con el VIH -más de 1 de cada 10 pacientes presenta convulsiones-. De acuerdo con la nueva directriz, cuando ciertos fármacos anticonvulsivos se combinan con ciertos fármacos del tratamiento del VIH, éstos pueden volverse menos eficaces o más tóxicos. Medicamentos anticonvulsivos, tales como la fenitoína, el fenobarbital y la carbamazepina, pueden hacer que los medicamentos para tratar el VIH fallen.
«Es importante que los pacientes sepan exactamente qué medicamentos están tomando y proporcionen esa información a todos los profesionales de la salud que los atienden», explica el autor principal, Gretchen L. Birbeck, de la Universidad Estatal de Michigan en East Lansing (EE.UU.).
Países más pobres
La evidencia muestra que las opciones de fármacos anticonvulsivos y medicamentos para el VIH son limitadas en los países en desarrollo, haciendo que el riesgo de interacciones medicamentosas sea mayor en estos países. Los científicos recomiendan que investigaciones futuras se centren en el tratamiento de la epilepsia y el VIH combinados en lugares donde las opciones son limitadas, para comprender mejor el riesgo de estas interacciones con otros medicamentos.
La guía también indica que las personas con VIH que también tienen convulsiones pueden sufrir menos interacciones con otros medicamentos si son tratados con la dosis correcta de medicamentos anticonvulsivos que se recomienda en la guía.
New drug screening identifies chemical agents with potent anti-cancer activity
Drugs already approved for clinical use across a variety of therapeutic categories can be screened to identify effective agents for thyroid cancer, according to a recent study accepted for publication in The Endocrine Society's Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (JCEM). These findings could rapidly be implemented into a clinical trial to test how effective the treatment would be. The discovery of new chemical agents capable of modulating a disease is a long and expensive process. An alternative approach that is just beginning to be explored is the potential repurposing of already established drugs which have been approved for clinical use. The current study examined the newly assembled National Institutes of Health (NIH) Chemical Genomic Center's pharmaceutical collection, which contains 2,816 approved drugs and bioactive compounds and sought to identify agents with an anti-cancer effect in thyroid cancer cell lines.
"To our knowledge, this is the first study to use such a large collection of clinical drugs to test anti-proliferative effect in cancer cells," said Electron Kebebew, MD, of the National Cancer Institute in Bethesda, MD and lead author of the study. "The compounds found to have potent activity in our screen represent possible opportunities to repurpose these drugs for the treatment of patients with aggressive recurrent or metastatic thyroid cancer."
In this study, researchers used a quantitative high-throughput screening (qHTS) approach to examine the effect of 2,816 clinically approved drugs on thyroid cancer cells. qHTS is a titration-based screening paradigm where compounds are screened at multiple concentrations. By employing this approach, researchers found numerous agents across different therapeutic categories and mode of action that had an anti-cancer effect.
"Clinicians can more readily translate these findings into therapy when the drug characteristics are well-known. The drugs can then be used in developing clinical trials or in some cases for off-label use," said Kebebew. "Furthermore, qHTS could be used for identifying therapeutics not only for cancer, but for many other diseases."
Other researchers working on the study include Lisa Zhang, Mei He and Naris Nilubol of the National Cancer Institute and Yaqin Zhang and Min Shen of the National Human Genome Research Institute in Bethesda, MD.
*Source: Endocrine Society
"To our knowledge, this is the first study to use such a large collection of clinical drugs to test anti-proliferative effect in cancer cells," said Electron Kebebew, MD, of the National Cancer Institute in Bethesda, MD and lead author of the study. "The compounds found to have potent activity in our screen represent possible opportunities to repurpose these drugs for the treatment of patients with aggressive recurrent or metastatic thyroid cancer."
In this study, researchers used a quantitative high-throughput screening (qHTS) approach to examine the effect of 2,816 clinically approved drugs on thyroid cancer cells. qHTS is a titration-based screening paradigm where compounds are screened at multiple concentrations. By employing this approach, researchers found numerous agents across different therapeutic categories and mode of action that had an anti-cancer effect.
"Clinicians can more readily translate these findings into therapy when the drug characteristics are well-known. The drugs can then be used in developing clinical trials or in some cases for off-label use," said Kebebew. "Furthermore, qHTS could be used for identifying therapeutics not only for cancer, but for many other diseases."
Other researchers working on the study include Lisa Zhang, Mei He and Naris Nilubol of the National Cancer Institute and Yaqin Zhang and Min Shen of the National Human Genome Research Institute in Bethesda, MD.
*Source: Endocrine Society
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