Though an estimated 26.7 million Americans age 50 and older have hearing loss, only about one in seven uses a hearing aid, according to a new study led by Johns Hopkins researchers. The finding adds clarity to less rigorous estimates by device manufacturers and demonstrates how widespread undertreatment of hearing loss is in the United States, the study investigators say.
"Understanding current rates of hearing loss treatment is important, as evidence is beginning to surface that hearing loss is associated with poorer cognitive functioning and the risk of dementia," says study senior investigator, otologist and epidemiologist Frank Lin, M.D., Ph.D. "Previous studies that have attempted to estimate hearing aid use have relied on industry marketing data or focused on specific groups that don't represent a true sample of the United States population," adds Lin, an assistant professor at the Johns Hopkins University School of Medicine and the university's Bloomberg School of Public Health.
To address the data gap, Lin and Wade Chien, M.D., also an assistant professor at Johns Hopkins, used data from the 1999-2006 cycles of the National Health and Nutrition Examination Survey, a research program that has periodically gathered health information from thousands of Americans since 1971. During those cycles, participants answered questions about whether they used a hearing aid and had their hearing tested.
Their new findings, to be published in the Archives of Internal Medicine online Feb. 13, showed that only about one in seven individuals age 50 or older -- 14 percent -- use hearing aids. Although hearing aid use rose with age, ranging from 4.3 percent in individuals 50 to 59 years old to 22.1 percent in those 80 and older. Overall, another 23 million could possibly benefit from using the devices, says Lin.
Lin says many with hearing loss likely avoid their use, in part, because health insurance often does not cover the costs and because people do not receive the needed rehabilitative training to learn how to integrate the devices into their daily lives. But another major reason, he says, is that people often consider hearing loss inevitable and of minor concern.
"There's still a perception among the public and many medical professionals that hearing loss is an inconsequential part of the aging process and you can't do anything about it," says Lin. "We want to turn that idea around."
Lin and his colleagues currently are leading a study to investigate the effects of hearing aids and cochlear implants on the social, memory and thinking abilities of older adults.
Funding support for this study was provided by the U.S. National Institutes of Health.
**Source: Johns Hopkins Medicine
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14 February 2012
El empleo de un marcador químico y el PET ayudan a ver los daños cerebrales

El envejecimiento de la población lleva aparejado un aumento considerable de los casos de demencia. Según los últimos datos, alrededor del 20% de los mayores de 65 años padecen ya cierto deterioro cognitivo -un rasgo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como el Alzheimer- y se espera que las cifras continúen avanzando en los próximos años.
Esta prevalencia del problema ha hecho que, entre otras líneas de investigación, en los últimos tiempos se haya avanzado en el desarrollo de distintas técnicas para 'adelantarse' a los daños.
Aunque los ensayos aún están lejos de averiguar cómo se puede frenar la enfermedad, sí se han alcanzado resultados prometedores a la hora de identificar a los enfermos potenciales, tal y como demuestra una investigación que se publica esta semana en la revista 'Archives of Neurology'.
Los autores de este trabajo, de la Universidad de California (EEUU), han desarrollado una técnica basada en la tomografía por emisión de positrones (PET) que permite predecir el deterioro cognitivo en un periodo que, de momento, alcanza los dos años.
Esta prevalencia del problema ha hecho que, entre otras líneas de investigación, en los últimos tiempos se haya avanzado en el desarrollo de distintas técnicas para 'adelantarse' a los daños.
Aunque los ensayos aún están lejos de averiguar cómo se puede frenar la enfermedad, sí se han alcanzado resultados prometedores a la hora de identificar a los enfermos potenciales, tal y como demuestra una investigación que se publica esta semana en la revista 'Archives of Neurology'.
Los autores de este trabajo, de la Universidad de California (EEUU), han desarrollado una técnica basada en la tomografía por emisión de positrones (PET) que permite predecir el deterioro cognitivo en un periodo que, de momento, alcanza los dos años.
-La investigación
En primer lugar, estos investigadores idearon un marcador químico -denominado FDDNP- capaz de 'adherirse' a los acúmulos de proteína TAU y de beta-amiloide característicos de los cerebros de las personas con demencia que puede 'visualizarse' desde el exterior a través de un PET.
Partiendo de la hipótesis de que esta herramienta podría ser muy útil para detectar cambios dañinos en el cerebro antes de aparecieran los primeros síntomas, los científicos iniciaron una investigación con 43 voluntarios cuya edad rondaba los 64 años y que no presentaban signos de demencia (21 de ellos sí padecían un deterioro cognitivo leve).
Periódicamente, cada participante se sometió a una tomografía por emisión de positrones en las que se había utilizado el marcador FDDNP y, además, a varias pruebas para evaluar su capacidad cognitiva. El seguimiento duró una media de dos años.
Al final del estudio, los investigadores comprobaron que los participantes que iban sumando cada vez más acúmulos dañinos en su cerebro también presentaban un peor patrón cognitivo. Principalmente, las áreas más afectadas eran las áreas del cerebro relacionadas con el razonamiento, la memoria y las emociones.
Además, también descubrieron que aquellos individuos con una mayor presencia inicial del marcador FDDNP tenían más riesgo de presentar síntomas clínicos de problemas de demencia al cabo del tiempo.
"Los valores [de este marcador] sirvieron para predecir un deterioro cognitivo en el futuro", señalan en la revista médica los investigadores, quienes ya han avanzado que el próximo paso en su investigación será intentar replicar los resultados en una muestra más grande y con un seguimiento más prolongado.
De momento, confían en que su investigación pueda servir para abrir nuevos caminos en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas. "Podría ser útil no sólo para predecir un daño cognitivo futuro o para identificar a los individuos que más podrían beneficiarse de posibles tratamientos preventivos, sino también para evaluar la efectividad de dichos tratamientos o para acelerar el descubrimiento de nuevos fármacos", concluyen.
En primer lugar, estos investigadores idearon un marcador químico -denominado FDDNP- capaz de 'adherirse' a los acúmulos de proteína TAU y de beta-amiloide característicos de los cerebros de las personas con demencia que puede 'visualizarse' desde el exterior a través de un PET.
Partiendo de la hipótesis de que esta herramienta podría ser muy útil para detectar cambios dañinos en el cerebro antes de aparecieran los primeros síntomas, los científicos iniciaron una investigación con 43 voluntarios cuya edad rondaba los 64 años y que no presentaban signos de demencia (21 de ellos sí padecían un deterioro cognitivo leve).
Periódicamente, cada participante se sometió a una tomografía por emisión de positrones en las que se había utilizado el marcador FDDNP y, además, a varias pruebas para evaluar su capacidad cognitiva. El seguimiento duró una media de dos años.
Al final del estudio, los investigadores comprobaron que los participantes que iban sumando cada vez más acúmulos dañinos en su cerebro también presentaban un peor patrón cognitivo. Principalmente, las áreas más afectadas eran las áreas del cerebro relacionadas con el razonamiento, la memoria y las emociones.
Además, también descubrieron que aquellos individuos con una mayor presencia inicial del marcador FDDNP tenían más riesgo de presentar síntomas clínicos de problemas de demencia al cabo del tiempo.
"Los valores [de este marcador] sirvieron para predecir un deterioro cognitivo en el futuro", señalan en la revista médica los investigadores, quienes ya han avanzado que el próximo paso en su investigación será intentar replicar los resultados en una muestra más grande y con un seguimiento más prolongado.
De momento, confían en que su investigación pueda servir para abrir nuevos caminos en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas. "Podría ser útil no sólo para predecir un daño cognitivo futuro o para identificar a los individuos que más podrían beneficiarse de posibles tratamientos preventivos, sino también para evaluar la efectividad de dichos tratamientos o para acelerar el descubrimiento de nuevos fármacos", concluyen.
**Publicado en "EL MUNDO"
UCLA brain-imaging technique predicts who will suffer cognitive decline over time

Cognitive loss and brain degeneration currently affect millions of adults, and the number will increase, given the population of aging baby boomers. Today, nearly 20 percent of people age 65 or older suffer from mild cognitive impairment and 10 percent have dementia. UCLA scientists previously developed a brain-imaging tool to help assess the neurological changes associated with these conditions. The UCLA team now reports in the February issue of the journal Archives of Neurology that the brain-scan technique effectively tracked and predicted cognitive decline over a two-year period.
The team has created a chemical marker called FDDNP that binds to both plaque and tangle deposits -- the hallmarks of Alzheimer's disease -- which can then be viewed using a positron emission tomography (PET) brain scan, providing a "window into the brain." Using this method, researchers are able to pinpoint where in the brain these abnormal protein deposits are accumulating.
"We are finding that this may be a useful neuro-imaging marker that can detect changes early, before symptoms appear, and it may be helpful in tracking changes in the brain over time," said study author Dr. Gary Small, UCLA's Parlow-Solomon Professor on Aging and a professor of psychiatry at the Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior at UCLA.
Small noted that FDDNP-PET scanning is the only available brain-imaging technique that can assess tau tangles. Autopsy findings have found that tangles correlate with Alzheimer's disease progression much better than do plaques.
For the study, researchers performed brain scans and cognitive assessments on the subjects at baseline and then again two years later. The study involved 43 volunteer paricipants, with an average age of 64, who did not have dementia. At the start of the study, approximately half (22) of the participants had normal aging and the other half (21) had mild cognitive impairment, or MCI, a condition that increases a person's risk of developing Alzheimer's disease.
Researchers found that for both groups, increases in FDDNP binding in the frontal, posterior cingulate and global areas of the brain at the two-year follow-up correlated with progression of cognitive decline. These areas of the brain are involved in decision-making, complex reasoning, memory and emotions. Higher initial baseline FDDNP binding in both subject groups was associated with a decline in cognitive functioning in areas such as language and attention at the two-year follow-up.
"We found that increases in FDDNP binding in key brain areas correlated with increases in clinical symptoms over time," said study author Dr. Jorge R. Barrio, who holds UCLA's Plott Chair in Gerentology and is a professor of molecular and medical pharmacology at the David Geffen School of Medicine at UCLA. "Initial binding levels were also predictive of future cognitive decline."
Among the subjects with mild cognitive impairment, the level of initial binding in the frontal and parietal areas of the brain provided the greatest accuracy in identifying those who developed Alzheimer's disease after two years. Of the 21 subjects with MCI, six were diagnosed with Alzheimer's at follow-up, and these six subjects had higher initial frontal and parietal binding values than the other subjects in the MCI group.
In the normal aging subjects, three developed mild cognitive impairment after two years. Two of these three participants had had the highest baseline binding values in the temporal, parietal and frontal brain regions among this group.
Researchers said the next step in research will involve a longer duration of follow-up with larger samples of subjects. In addition, the team is using this brain-imaging technique in clinical trials to help track novel therapeutics for brain aging, such as curcumin, a chemical found in turmeric spice.
The team has created a chemical marker called FDDNP that binds to both plaque and tangle deposits -- the hallmarks of Alzheimer's disease -- which can then be viewed using a positron emission tomography (PET) brain scan, providing a "window into the brain." Using this method, researchers are able to pinpoint where in the brain these abnormal protein deposits are accumulating.
"We are finding that this may be a useful neuro-imaging marker that can detect changes early, before symptoms appear, and it may be helpful in tracking changes in the brain over time," said study author Dr. Gary Small, UCLA's Parlow-Solomon Professor on Aging and a professor of psychiatry at the Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior at UCLA.
Small noted that FDDNP-PET scanning is the only available brain-imaging technique that can assess tau tangles. Autopsy findings have found that tangles correlate with Alzheimer's disease progression much better than do plaques.
For the study, researchers performed brain scans and cognitive assessments on the subjects at baseline and then again two years later. The study involved 43 volunteer paricipants, with an average age of 64, who did not have dementia. At the start of the study, approximately half (22) of the participants had normal aging and the other half (21) had mild cognitive impairment, or MCI, a condition that increases a person's risk of developing Alzheimer's disease.
Researchers found that for both groups, increases in FDDNP binding in the frontal, posterior cingulate and global areas of the brain at the two-year follow-up correlated with progression of cognitive decline. These areas of the brain are involved in decision-making, complex reasoning, memory and emotions. Higher initial baseline FDDNP binding in both subject groups was associated with a decline in cognitive functioning in areas such as language and attention at the two-year follow-up.
"We found that increases in FDDNP binding in key brain areas correlated with increases in clinical symptoms over time," said study author Dr. Jorge R. Barrio, who holds UCLA's Plott Chair in Gerentology and is a professor of molecular and medical pharmacology at the David Geffen School of Medicine at UCLA. "Initial binding levels were also predictive of future cognitive decline."
Among the subjects with mild cognitive impairment, the level of initial binding in the frontal and parietal areas of the brain provided the greatest accuracy in identifying those who developed Alzheimer's disease after two years. Of the 21 subjects with MCI, six were diagnosed with Alzheimer's at follow-up, and these six subjects had higher initial frontal and parietal binding values than the other subjects in the MCI group.
In the normal aging subjects, three developed mild cognitive impairment after two years. Two of these three participants had had the highest baseline binding values in the temporal, parietal and frontal brain regions among this group.
Researchers said the next step in research will involve a longer duration of follow-up with larger samples of subjects. In addition, the team is using this brain-imaging technique in clinical trials to help track novel therapeutics for brain aging, such as curcumin, a chemical found in turmeric spice.
El misterio de las cesáreas en Italia
En la antigua Roma había una ley, la llamada 'lex caesarea', que establecía que cuando una mujer en avanzado estado de gestación se encontraba al borde de la muerte se le debía realizar una incisión en el útero por donde extraer el feto y tratar así de salvarle la vida. Dos mil años después, sin embargo, las cesáreas se han convertido en Italia en una triste y mecánica rutina. Y, según todos los indicios, en un sucio negocio.
Italia se encuentra a la cabeza de Europa en partos por cesárea: casi cuatro de cada diez mujeres que dan a luz (el 38,2%) lo hacen por ese método. Y eso que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra no debería de pasar de tres cesáreas por cada 20 partos.
Por no hablar de las demenciales cifras que se alcanzan en el sur del país, donde las cesáreas se han convertido en la norma. En Calabria, por ejemplo, las mujeres que dan a luz con la ayuda del bisturí superan a las que lo hacen sin ser rajadas: suman el 61,6%. Y Sicilia, con el 52,8%, no se queda muy a la zaga. En la región de Puglia los partos quirúrgicos también hacen estragos: representan el 46,7% del total. Aunque el récord absoluto se lo lleva la clínica privada Villa Serenae Nuova San Francesco, en la localidad pugliese de Foggia, donde el año pasado el 95,45% de los partos fueron mediante la consabida incisión. Y pensar que en 1980 los partos por cesáreas en Italia eran sólo el 11%...
-Motivos puramente económicos
Pero, ¿por qué diantres hay ahora tantas cesáreas en el país de la bota? ¿Es que las italianas han sufrido una mutación genética que las condena a tener alumbramientos complicados? Frío, frío. La sospecha del ministro de Sanidad, Renato Balduzzi, es que detrás de esa estratosférica tasa de cesáreas se ocultan motivos puramente económicos. Hasta el punto de que ha comenzado a enviar a los carabinieri a varias clínicas y hospitales del país para que confisquen las historias clínicas de las mujeres que han dado a luz en esos centros y determinar si realmente había motivos médicos que justificaran que se les rajara el abdomen. O si, como sospecha él, la causa de tantas cesáreas tiene que ver con el vil metal.
A saber: por un parto normal y corriente, los hospitales públicos y las clínicas privadas concertadas reciben del Estado italiano un reembolso de entre 1.200 y 2.000 euros. Pero, por una cesárea, considerada una intervención quirúrgica, los centros se embolsan entre 1.600 y 2.700 euros, dependiendo de cada región. Lo que significa que es muchísimo más rentable, en términos económicos, andar seccionando matrices que dejar a la naturaleza que siga su curso.
-Incautación de historiales
Los carabinieri del NAS, el comando encargado de la tutela de la Salud, se dejaron caer ayer lunes por varios hospitales y clínicas de la región de Puglia y se incautaron de numerosos historiales clínicos, ecografías, análisis... Y se espera que en breve hagan lo propio en los centros sanitarios de otras zonas del país.
"Los controles son para determinar la utilización no apropiada del recurso al parto cesáreo en los departamentos de ginecología de los hospitales públicos y las clínicas privadas subvencionadas", se lee en el comunicado emitido por el ministerio de Sanidad.
Pero, más allá de los motivos mercantilistas y espurios que parecen encontrarse detrás del elevadísimo número de partos quirúrgicos que se practican en Italia, el caso es que son muchas las mujeres en este país que piden a gritos la cesárea. En Italia el uso de la anestesia epidural está muy limitado y sólo se administra en el 16% de los hospitales, según sospechan muchos por las presiones del Vaticano, que sigue creyendo que las mujeres deben parir con dolor. El caso es que, ante la perspectiva de que el parto se convierta en un calvario, numerosas italianas prefieren la cesárea.
**publicado en "EL MUNDO"
Italia se encuentra a la cabeza de Europa en partos por cesárea: casi cuatro de cada diez mujeres que dan a luz (el 38,2%) lo hacen por ese método. Y eso que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra no debería de pasar de tres cesáreas por cada 20 partos.
Por no hablar de las demenciales cifras que se alcanzan en el sur del país, donde las cesáreas se han convertido en la norma. En Calabria, por ejemplo, las mujeres que dan a luz con la ayuda del bisturí superan a las que lo hacen sin ser rajadas: suman el 61,6%. Y Sicilia, con el 52,8%, no se queda muy a la zaga. En la región de Puglia los partos quirúrgicos también hacen estragos: representan el 46,7% del total. Aunque el récord absoluto se lo lleva la clínica privada Villa Serenae Nuova San Francesco, en la localidad pugliese de Foggia, donde el año pasado el 95,45% de los partos fueron mediante la consabida incisión. Y pensar que en 1980 los partos por cesáreas en Italia eran sólo el 11%...
-Motivos puramente económicos
Pero, ¿por qué diantres hay ahora tantas cesáreas en el país de la bota? ¿Es que las italianas han sufrido una mutación genética que las condena a tener alumbramientos complicados? Frío, frío. La sospecha del ministro de Sanidad, Renato Balduzzi, es que detrás de esa estratosférica tasa de cesáreas se ocultan motivos puramente económicos. Hasta el punto de que ha comenzado a enviar a los carabinieri a varias clínicas y hospitales del país para que confisquen las historias clínicas de las mujeres que han dado a luz en esos centros y determinar si realmente había motivos médicos que justificaran que se les rajara el abdomen. O si, como sospecha él, la causa de tantas cesáreas tiene que ver con el vil metal.
A saber: por un parto normal y corriente, los hospitales públicos y las clínicas privadas concertadas reciben del Estado italiano un reembolso de entre 1.200 y 2.000 euros. Pero, por una cesárea, considerada una intervención quirúrgica, los centros se embolsan entre 1.600 y 2.700 euros, dependiendo de cada región. Lo que significa que es muchísimo más rentable, en términos económicos, andar seccionando matrices que dejar a la naturaleza que siga su curso.
-Incautación de historiales
Los carabinieri del NAS, el comando encargado de la tutela de la Salud, se dejaron caer ayer lunes por varios hospitales y clínicas de la región de Puglia y se incautaron de numerosos historiales clínicos, ecografías, análisis... Y se espera que en breve hagan lo propio en los centros sanitarios de otras zonas del país.
"Los controles son para determinar la utilización no apropiada del recurso al parto cesáreo en los departamentos de ginecología de los hospitales públicos y las clínicas privadas subvencionadas", se lee en el comunicado emitido por el ministerio de Sanidad.
Pero, más allá de los motivos mercantilistas y espurios que parecen encontrarse detrás del elevadísimo número de partos quirúrgicos que se practican en Italia, el caso es que son muchas las mujeres en este país que piden a gritos la cesárea. En Italia el uso de la anestesia epidural está muy limitado y sólo se administra en el 16% de los hospitales, según sospechan muchos por las presiones del Vaticano, que sigue creyendo que las mujeres deben parir con dolor. El caso es que, ante la perspectiva de que el parto se convierta en un calvario, numerosas italianas prefieren la cesárea.
**publicado en "EL MUNDO"
Even moderate air pollution can raise stroke risks
Air pollution, even at levels generally considered safe by federal regulations, increases the risk of stroke by 34 percent, Beth Israel Deaconess Medical Center researchers have found. Writing in the Feb. 14, 2012 issue of the Archives of Internal Medicine, researchers who studied more than 1,700 stroke patients in the Boston area over a 10-year period found exposure to ambient fine particulate matter, generally from vehicle traffic, was associated with a significantly higher risk of ischemic strokes on days when the EPA's air quality index for particulate matter was yellow instead of green.
Researchers focused on particles with a diameter of 2.5 millionths of a meter, referred to as PM2.5. These particles come from a variety of sources, including power plants, factories, trucks and automobiles and the burning of wood. They can travel deeply into the lungs and have been associated in other studies with increased numbers of hospital visits for cardiovascular diseases such as heart attacks.
"The link between increased stroke risk and these particulates can be observed within hours of exposure and are most strongly associated with pollution from local or transported traffic emissions," says Murray A. Mittleman, MD, DrPH, the study's senior author, a physician in the CardioVascular Institute at Beth Israel Deaconess Medical Center and an Associate Professor of Medicine at Harvard Medical School. "Any proposed changes in regulated pollution levels must consider the impact of lower levels on public health."
"Considering that almost everyone is exposed to air pollution and is at risk for stroke, that's actually a pretty large effect," adds Gregory Wellenius, ScD, the study's lead author and an Assistant Professor of Community Health at Brown University.
Researchers analyzed the medical records of more than 1,700 patients who went to the hospital for treatment of confirmed strokes between 1999 and 2008. They matched the onset of stroke symptoms in each patient to hourly measurements of particulate air pollution taken at the nearby Harvard School of Public Health's environmental monitoring station.
The team was able to estimate the hour the stroke symptoms first occurred, rather than relying on the more coarse measure of when patients were admitted to the hospital. They also included only strokes confirmed by attending neurologists, rather than relying on more vague insurance billing codes.
Meanwhile, Harvard's hourly measurements of pollution within 13 miles of 90 percent of the stroke patients' homes allowed for close matching in time of exposure and stroke onset.
"We think that this study is novel in that it has high-quality data on both air pollution exposure and stroke diagnosis," Wellenius says.
The team was able to calculate that the peak risk to patients from pollution exposure occurs 12-14 hours before a stroke. That information may be useful to researchers who want to trace how PM2.5 might be working in the body to increase the likelihood of stroke.
They also found that black carbon and nitrogen dioxide, two pollutants associated with vehicle traffic, were closely linked with stroke risk, suggesting that pollution from cars and trucks may be particularly important.
Stroke is a leading cause of long-term disability and the third leading cause of death in the United States. An estimated 795,000 Americans suffer a new or recurrent stroke every year, resulting in more than 135,000 deaths and 829,000 hospital admissions.
The finding that days of moderate air quality substantially elevate stroke risk compared to days of good air quality suggest that the Environmental Protection Agency may need to strengthen the language it uses to describe the health consequences of moderate air quality, researchers say.
.
**Source: Beth Israel Deaconess Medical Center
Researchers focused on particles with a diameter of 2.5 millionths of a meter, referred to as PM2.5. These particles come from a variety of sources, including power plants, factories, trucks and automobiles and the burning of wood. They can travel deeply into the lungs and have been associated in other studies with increased numbers of hospital visits for cardiovascular diseases such as heart attacks.
"The link between increased stroke risk and these particulates can be observed within hours of exposure and are most strongly associated with pollution from local or transported traffic emissions," says Murray A. Mittleman, MD, DrPH, the study's senior author, a physician in the CardioVascular Institute at Beth Israel Deaconess Medical Center and an Associate Professor of Medicine at Harvard Medical School. "Any proposed changes in regulated pollution levels must consider the impact of lower levels on public health."
"Considering that almost everyone is exposed to air pollution and is at risk for stroke, that's actually a pretty large effect," adds Gregory Wellenius, ScD, the study's lead author and an Assistant Professor of Community Health at Brown University.
Researchers analyzed the medical records of more than 1,700 patients who went to the hospital for treatment of confirmed strokes between 1999 and 2008. They matched the onset of stroke symptoms in each patient to hourly measurements of particulate air pollution taken at the nearby Harvard School of Public Health's environmental monitoring station.
The team was able to estimate the hour the stroke symptoms first occurred, rather than relying on the more coarse measure of when patients were admitted to the hospital. They also included only strokes confirmed by attending neurologists, rather than relying on more vague insurance billing codes.
Meanwhile, Harvard's hourly measurements of pollution within 13 miles of 90 percent of the stroke patients' homes allowed for close matching in time of exposure and stroke onset.
"We think that this study is novel in that it has high-quality data on both air pollution exposure and stroke diagnosis," Wellenius says.
The team was able to calculate that the peak risk to patients from pollution exposure occurs 12-14 hours before a stroke. That information may be useful to researchers who want to trace how PM2.5 might be working in the body to increase the likelihood of stroke.
They also found that black carbon and nitrogen dioxide, two pollutants associated with vehicle traffic, were closely linked with stroke risk, suggesting that pollution from cars and trucks may be particularly important.
Stroke is a leading cause of long-term disability and the third leading cause of death in the United States. An estimated 795,000 Americans suffer a new or recurrent stroke every year, resulting in more than 135,000 deaths and 829,000 hospital admissions.
The finding that days of moderate air quality substantially elevate stroke risk compared to days of good air quality suggest that the Environmental Protection Agency may need to strengthen the language it uses to describe the health consequences of moderate air quality, researchers say.
.
**Source: Beth Israel Deaconess Medical Center
Radiation treatment transforms breast cancer cells into cancer stem cells
Breast cancer stem cells are thought to be the sole source of tumor recurrence and are known to be resistant to radiation therapy and don't respond well to chemotherapy. Now, researchers with the UCLA Department of Radiation Oncology at UCLA's Jonsson Comprehensive Cancer Center report for the first time that radiation treatment -- despite killing half of all tumor cells during every treatment -- transforms other cancer cells into treatment-resistant breast cancer stem cells.
The generation of these breast cancer stem cells counteracts the otherwise highly efficient radiation treatment. If scientists can uncover the mechanisms and prevent this transformation from occurring, radiation treatment for breast cancer could become even more effective, said study senior author Dr. Frank Pajonk, an associate professor of radiation oncology and Jonsson Cancer Center researcher.
"We found that these induced breast cancer stem cells (iBCSC) were generated by radiation-induced activation of the same cellular pathways used to reprogram normal cells into induced pluripotent stem cells (iPS) in regenerative medicine," said Pajonk, who also is a scientist with the Eli and Edythe Broad Center of Regenerative Medicine at UCLA. "It was remarkable that these breast cancers used the same reprogramming pathways to fight back against the radiation treatment."
The study recently appeared in the early online edition of the peer-reviewed journal Stem Cells.
"Controlling the radiation resistance of breast cancer stem cells and the generation of new iBCSC during radiation treatment may ultimately improve curability and may allow for de-escalation of the total radiation doses currently given to breast cancer patients, thereby reducing acute and long-term adverse effects," the study states.
There are very few breast cancer stem cells in a larger pool of breast cancer cells. In this study, Pajonk and his team eliminated the smaller pool of breast cancer stem cells and then irradiated the remaining breast cancer cells and placed them into mice.
Using a unique imaging system Pajonk and his team developed to visualize cancer stem cells, the researchers were able to observe their initial generation into iBCSC in response to the radiation treatment. The newly generated iBCSC were remarkably similar to breast cancer stem cells found in tumors that had not been irradiated, Pajonk said.
The team also found that the iBCSC had a more than 30-fold increased ability to form tumors compared to the non-irradiated breast cancer cells from which they originated.
Pajonk said that the study unites the competing models of clonal evolution and the hierarchical organization of breast cancers, as it suggests that undisturbed, growing tumors maintain a small number of cancer stem cells. However, if challenged by various stressors that threaten their numbers, including ionizing radiation, the breast cancer cells generate iBCSC that may, together with the surviving cancer stem cells, repopulate the tumor.
"What is really exciting about this study is that it gives us a much more complex understanding of the interaction of radiation with cancer cells that goes far beyond DNA damage and cell killing," Pajonk said. "The study may carry enormous potential to make radiation even better."
Pajonk stressed that breast cancer patients should not be alarmed by the study findings and should continue to undergo radiation if recommended by their oncologists.
*Source: University of California, Los Angeles (UCLA), Health Sciences
The generation of these breast cancer stem cells counteracts the otherwise highly efficient radiation treatment. If scientists can uncover the mechanisms and prevent this transformation from occurring, radiation treatment for breast cancer could become even more effective, said study senior author Dr. Frank Pajonk, an associate professor of radiation oncology and Jonsson Cancer Center researcher.
"We found that these induced breast cancer stem cells (iBCSC) were generated by radiation-induced activation of the same cellular pathways used to reprogram normal cells into induced pluripotent stem cells (iPS) in regenerative medicine," said Pajonk, who also is a scientist with the Eli and Edythe Broad Center of Regenerative Medicine at UCLA. "It was remarkable that these breast cancers used the same reprogramming pathways to fight back against the radiation treatment."
The study recently appeared in the early online edition of the peer-reviewed journal Stem Cells.
"Controlling the radiation resistance of breast cancer stem cells and the generation of new iBCSC during radiation treatment may ultimately improve curability and may allow for de-escalation of the total radiation doses currently given to breast cancer patients, thereby reducing acute and long-term adverse effects," the study states.
There are very few breast cancer stem cells in a larger pool of breast cancer cells. In this study, Pajonk and his team eliminated the smaller pool of breast cancer stem cells and then irradiated the remaining breast cancer cells and placed them into mice.
Using a unique imaging system Pajonk and his team developed to visualize cancer stem cells, the researchers were able to observe their initial generation into iBCSC in response to the radiation treatment. The newly generated iBCSC were remarkably similar to breast cancer stem cells found in tumors that had not been irradiated, Pajonk said.
The team also found that the iBCSC had a more than 30-fold increased ability to form tumors compared to the non-irradiated breast cancer cells from which they originated.
Pajonk said that the study unites the competing models of clonal evolution and the hierarchical organization of breast cancers, as it suggests that undisturbed, growing tumors maintain a small number of cancer stem cells. However, if challenged by various stressors that threaten their numbers, including ionizing radiation, the breast cancer cells generate iBCSC that may, together with the surviving cancer stem cells, repopulate the tumor.
"What is really exciting about this study is that it gives us a much more complex understanding of the interaction of radiation with cancer cells that goes far beyond DNA damage and cell killing," Pajonk said. "The study may carry enormous potential to make radiation even better."
Pajonk stressed that breast cancer patients should not be alarmed by the study findings and should continue to undergo radiation if recommended by their oncologists.
*Source: University of California, Los Angeles (UCLA), Health Sciences
Dos estudios confirman los efectos de la contaminación sobre la salud
La contaminación atmosférica, incluso a niveles generalmente considerados como seguros por las autoridades, aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular en un 34 por ciento, de acuerdo con un informe realizado en el Centro Médico Beth Israel Deaconess (EE.UU.). Pero además, de acuerdo con otra investigación prospectiva, dirigida por un equipo del Centro Médico de la Universidad de Rush (EE.UU.), la exposición crónica a partículas de aire contaminadas puede acelerar el declive cognitivo en los adultos mayores.
Los dos estudios, que se publican en Archives of Internal Medicine confirman algo que ya se sabía, como es el negativo impacto que tiene la contaminación atmosférica sobre la salud humana. En España, se calcula que más del 80% de los españoles respira un aire peor que los índices de protección a la salud recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las consecuencias de esta polución se traducen en 16.000 muertes prematuras anuales en España. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), la contaminación del aire puede reducir la esperanza de vida de los europeos hasta en tres años.
En el primer trabajo se ha analizado la relación entre el riesgo de ictus o accidente cerebrovascular y la exposición a la contaminación atmosférica sobre más 1.700 personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Los resultados mostraron que la exposición a la contaminación atmosférica se asociaba con un riesgo significativamente mayor de accidentes cerebrovasculares isquémicos cuando el índice de calidad del aire de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) era de color amarillo en vez de verde. (El Índice de Calidad de Aire es una escala muy simple a base de un código de colores que describe la calidad de aire. El rango es de verde, que significa bueno, hasta marrón, el cual quiere decir condiciones de calidad de aire peligrosas).
Los investigadores se han centrado en las partículas PM2.5, que provienen de una variedad de fuentes (centrales eléctricas, fábricas, camiones y automóviles y la quema de madera). Se absorben con facilidad por los pulmones y anteriormente ya se habían asociado con un mayor número de visitas al hospital por enfermedades cardiovasculares, como ataques al corazón.
-Más de 1.700 pacientes
Los expertos analizaron los registros médicos de más de 1.700 pacientes que acudieron al hospital por un tratamiento de accidentes cerebrovasculares. Además, han logrado estimar la hora de los primeros síntomas del accidente cerebrovascular ocurrió por primera vez y, al mismo tiempo, los niveles de contaminación a los que habían sido expuesto casi el 90 por ciento de los hogares de los pacientes de sufrieron un ictus. «Creemos -dice Gregory Wellenius, coordinador del trabajo- que este estudio es novedoso, ya que tiene datos muy precisos, tanto de exposición a la contaminación del aire como al diagnóstico del ictus».
El estudio ha sido capaz de calcular que el pico máximo de la exposición a la contaminación se produce 12-14 horas antes del accidente cerebrovascular. Esa información, aseguran, puede ser de gran utilidad a los investigadores que quieren investigar los mecanismos que hacen que las partículas PM2.5 causen un ictus.
La información del informe es muy minuciosa; por ejemplo, muestra que las partículas microscópicas carbonosas y el dióxido de nitrógeno, dos contaminantes asociados con el tráfico, están estrechamente vinculados con el riesgo de accidente cerebrovascular, lo que sugiere que la contaminación de los coches y los camiones pueden ser un grave problema de salud.
Los investigadores calculan que la reducción de la contaminación de las partículas PM2.5 en un 20% podría haber evitado 6.100 de las 184.000 hospitalizaciones por accidentes cerebrovasculares en el noreste EE.UU. en 2007. Además, subrayan, con hay que olvidar que el estudio se ha hecho en Boston, una ciudad con un aire relativamente limpio, con unos niveles de PM2.5 más bajos que los observados en muchos en otras partes del país y, aún así, «encontramos que dentro de estos niveles moderados el riesgo de ictus es mayor en los días con más partículas en el aire».
-Deterioro cognitivo
El otro estudio, realizado Universidad de Rush, confirma que las mujeres que estuvieron expuestas a niveles más altos de partículas ambientales, experimentaron una disminución de su funcionamiento cognitivo durante un período de cuatro años -los niveles más altos de exposición, a largo plazo, tanto para las partículas gruesas (PM2.5-10), como para las finas (PM2.5), se asociaron con un mayor declive cognitivo.
Existen varios estudios recientes que analizan la contaminación del aire y la función cognitiva en adultos mayores, pero este es el primero que examina el cambio en la función cognitiva durante un periodo de tiempo, y si el tamaño de las partículas es importante.
El equipo de Jennifer Weuve evaluó la contaminación del aire en relación con el deterioro cognitivo en mujeres mayores, valiéndose de un estudio de que incluyó a 19.409 mujeres estadounidenses, de entre 70 y 81 años, durante un periodo de 14 años. «Nuestro estudio exploró la exposición crónica a la contaminación por partículas del aire en relación con el deterioro del funcionamiento cognitivo en las mujeres mayores- explica Weuve. A diferencia de otros factores que pueden estar implicados en la demencia, como la dieta y la actividad física, la contaminación del aire es algo que podemos cambiar como sociedad, a través de políticas, regulaciones y tecnologías. Por lo tanto, si nuestros resultados se confirman en otras investigaciones, la reducción de la contaminación del aire es un medio potencial para reducir el deterioro cognitivo y la demencia».
**Publicado en "ABC"
Los dos estudios, que se publican en Archives of Internal Medicine confirman algo que ya se sabía, como es el negativo impacto que tiene la contaminación atmosférica sobre la salud humana. En España, se calcula que más del 80% de los españoles respira un aire peor que los índices de protección a la salud recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las consecuencias de esta polución se traducen en 16.000 muertes prematuras anuales en España. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), la contaminación del aire puede reducir la esperanza de vida de los europeos hasta en tres años.
En el primer trabajo se ha analizado la relación entre el riesgo de ictus o accidente cerebrovascular y la exposición a la contaminación atmosférica sobre más 1.700 personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Los resultados mostraron que la exposición a la contaminación atmosférica se asociaba con un riesgo significativamente mayor de accidentes cerebrovasculares isquémicos cuando el índice de calidad del aire de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) era de color amarillo en vez de verde. (El Índice de Calidad de Aire es una escala muy simple a base de un código de colores que describe la calidad de aire. El rango es de verde, que significa bueno, hasta marrón, el cual quiere decir condiciones de calidad de aire peligrosas).
Los investigadores se han centrado en las partículas PM2.5, que provienen de una variedad de fuentes (centrales eléctricas, fábricas, camiones y automóviles y la quema de madera). Se absorben con facilidad por los pulmones y anteriormente ya se habían asociado con un mayor número de visitas al hospital por enfermedades cardiovasculares, como ataques al corazón.
-Más de 1.700 pacientes
Los expertos analizaron los registros médicos de más de 1.700 pacientes que acudieron al hospital por un tratamiento de accidentes cerebrovasculares. Además, han logrado estimar la hora de los primeros síntomas del accidente cerebrovascular ocurrió por primera vez y, al mismo tiempo, los niveles de contaminación a los que habían sido expuesto casi el 90 por ciento de los hogares de los pacientes de sufrieron un ictus. «Creemos -dice Gregory Wellenius, coordinador del trabajo- que este estudio es novedoso, ya que tiene datos muy precisos, tanto de exposición a la contaminación del aire como al diagnóstico del ictus».
El estudio ha sido capaz de calcular que el pico máximo de la exposición a la contaminación se produce 12-14 horas antes del accidente cerebrovascular. Esa información, aseguran, puede ser de gran utilidad a los investigadores que quieren investigar los mecanismos que hacen que las partículas PM2.5 causen un ictus.
La información del informe es muy minuciosa; por ejemplo, muestra que las partículas microscópicas carbonosas y el dióxido de nitrógeno, dos contaminantes asociados con el tráfico, están estrechamente vinculados con el riesgo de accidente cerebrovascular, lo que sugiere que la contaminación de los coches y los camiones pueden ser un grave problema de salud.
Los investigadores calculan que la reducción de la contaminación de las partículas PM2.5 en un 20% podría haber evitado 6.100 de las 184.000 hospitalizaciones por accidentes cerebrovasculares en el noreste EE.UU. en 2007. Además, subrayan, con hay que olvidar que el estudio se ha hecho en Boston, una ciudad con un aire relativamente limpio, con unos niveles de PM2.5 más bajos que los observados en muchos en otras partes del país y, aún así, «encontramos que dentro de estos niveles moderados el riesgo de ictus es mayor en los días con más partículas en el aire».
-Deterioro cognitivo
El otro estudio, realizado Universidad de Rush, confirma que las mujeres que estuvieron expuestas a niveles más altos de partículas ambientales, experimentaron una disminución de su funcionamiento cognitivo durante un período de cuatro años -los niveles más altos de exposición, a largo plazo, tanto para las partículas gruesas (PM2.5-10), como para las finas (PM2.5), se asociaron con un mayor declive cognitivo.
Existen varios estudios recientes que analizan la contaminación del aire y la función cognitiva en adultos mayores, pero este es el primero que examina el cambio en la función cognitiva durante un periodo de tiempo, y si el tamaño de las partículas es importante.
El equipo de Jennifer Weuve evaluó la contaminación del aire en relación con el deterioro cognitivo en mujeres mayores, valiéndose de un estudio de que incluyó a 19.409 mujeres estadounidenses, de entre 70 y 81 años, durante un periodo de 14 años. «Nuestro estudio exploró la exposición crónica a la contaminación por partículas del aire en relación con el deterioro del funcionamiento cognitivo en las mujeres mayores- explica Weuve. A diferencia de otros factores que pueden estar implicados en la demencia, como la dieta y la actividad física, la contaminación del aire es algo que podemos cambiar como sociedad, a través de políticas, regulaciones y tecnologías. Por lo tanto, si nuestros resultados se confirman en otras investigaciones, la reducción de la contaminación del aire es un medio potencial para reducir el deterioro cognitivo y la demencia».
**Publicado en "ABC"
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