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31 July 2011

Consulta especial para Down adultos en el Hospital de La Princesa

Ya son mayores. La ciencia y los avances de la sociedad han conseguido que gracias a los cuidados y los mimos durante la edad pediátrica de los pacientes con Síndrome de Down, lleguen a la edad adulta, con una esperanza de vida media de 60 años. Ahora, recoge el testigo la medicina de adultos para hacerse cargo de las necesidades no cubiertas de este colectivo, dada su especial naturaleza y necesidades concretas.
La razón de que sea un Servicio de Medicina Interna el que haya tomado las riendas de este proyecto se debe a la gran variedad de patologías que sufren. «La primera y más importante es el alzhéimer –sobre todo a partir de los 40 años–, las cardiopatías y la elevada incidencia de la osteoporosis, aunque en contra no sufren arterosclerosis y tienen menos incidencia de tumores, por lo que también despiertan la curiosidad científica», explica Fernando Moldenhauer, miembro de la Unidad de Atención a Adultos con Síndrome de Down del Hospital Universitario La Princesa de Madrid. Paco, de 52 años, acude desde hace seis meses a este servicio. Alfredo, su hermano gemelo, expone las razones que les llevaron hasta aquí: «La mayoría de las personas con síndrome de Down de la edad de Paco no tuvieron acceso a una atención temprana y a una estimulación precoz, por lo que sus habilidades comunicativas son escasas. Así, en este servicio hemos encontrado que dado que sólo tratan con este tipo de pacientes conocen la especifidad de los síntomas que pueden presentar. Muy importante, sobre todo en el caso del alzhéimer, ya que en una consulta de neurología general no es así».
Alfredo se muestra contento con el trato y la atención recibida en esta unidad, pionera en España y que trata a más de 350 pacientes. «Nosotros terminamos en ella gracias a la recomendación desde la Asociación de Personas con Síndrome de Down», apunta Alfredo. El caso de Gemma, de 19 años, es algo distinto. Ella es una chica alegre y muy extrovertida, como la describe José Manuel, su padre: «No le cuesta comunicarse, ni explicar lo que le pasa». Sin embargo, en su caso el cambio fue porque al llegar a la mayoría de edad, el Hospital Niño Jesús ya no podía atenderla, «y nos enteramos de que existía este servicio y a él nos adherimos. No sólo para las cosas puntuales sino para prevenir lo que pueda suceder, como los problemas de huesos o de memoria», manifiesta José Manuel. Las familias destacan las bondades de un servicio médico «exclusivo» para este tipo de personas que «tan sólo necesitan que sean seguidos y tratados de forma diferente, como se ha hecho desde su infancia, para poder seguir brindándoles una mayor calidad de vida, lo que ha posibilitado que hoy muchos lleguen a ancianos», apunta Moldenhauer.

**Publicado en "LA RAZON"

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