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La depresión puede preceder en varios años a la aparición
de los síntomas motores en la enfermedad de Parkinson
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Impacta en el pronóstico, calidad de vida y evolución de la
enfermedad de Parkinson, así como en la carga para el cuidador
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El tratamiento temprano de los síntomas depresivos en la enfermedad
de Parkinson resulta crucial
La depresión es la manifestación psiquiátrica más frecuente en la enfermedad de Parkinson (EP). Hasta un 40 % de
las personas que padecen enfermedad de Parkinson tienen depresión y el trastorno
depresivo grave en esta patología neurológica tiene una prevalencia del 17
%
Con motivo
del Día Mundial de la enfermedad de Parkinson, que se conmemora cada 11
de abril, el doctor Diego Santos García, neurólogo del Complejo Hospitalario
Universitario de A Coruña (CHUAC) y del Hospital San Rafael, A Coruña, explica
que “en ocasiones, la depresión es un síntoma premotor, es decir, aparece
antes que los síntomas motores y es, en realidad, ya una manifestación de la
enfermedad de Parkinson. Otras veces puede haber un componente reactivo hacia
los síntomas o a encajar el diagnóstico de esta enfermedad neurológica”.
Los trastornos
afectivos, en particular la depresión, pueden preceder en varios
años a la aparición de los síntomas motores en las personas con EP . Aunque son numerosas las
teorías que pueden justificar la relación entre la depresión y la
aparición de enfermedades neurológicas, la comunidad científica parece
estar de acuerdo en que tendría sentido pensar que la simultaneidad de
depresión junto a otro factor de riesgo adicional aumenta la probabilidad
de desarrollo de una enfermedad neurológica. Esto parece ser especialmente
habitual en enfermedades neurodegenerativas, donde ya se considera la depresión
como una manifestación preclínica (antes del diagnóstico) de la entidad neurodegenerativa.
Como pone
de manifiesto el Dr. Santos García, “los síntomas de depresión en la
enfermedad de Parkinson pueden ser variados como desánimo, ansiedad, angustia,
inquietud, irritabilidad, ira, volverse retraído o aislarse, fatiga y falta de
energía, sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad, culpabilidad y
odio a sí mismo, anhedonia y pérdida de interés por las cosas. En ocasiones,
puede haber vinculación entre depresión y apatía y un mayor riesgo de
desarrollar deterioro cognitivo”.
Diferenciar
la apatía de los síntomas afectivos de la depresión es importante en la EP para
guiar los enfoques de tratamiento.
Impacto
de la depresión en la enfermedad de Parkinson
La
depresión en la EP puede tener un impacto significativo en el pronóstico,
la calidad de vida y la evolución de la enfermedad, además de en la
carga para el cuidador. De hecho, puede suponer una mayor
discapacidad y carga que los síntomas motores. Además, se asocia a un aumento del nivel de deterioro
cognitivo y de la disminución en las funciones motoras, frente a
pacientes con enfermedad de Parkinson que no padecen depresión.
“En
estadios avanzados de la enfermedad de Parkinson, la depresión influye en la
limitación funcional de los pacientes y en la sensación de carga que pueden
generar en la familia”, afirma el Dr. Santos García, quien también recuerda que “la
depresión provoca una percepción de mayor gravedad de los síntomas por parte
del paciente y es, sin duda, un factor asociado a una peor calidad de vida
percibida, independientemente de otras variables”.
El riesgo
de suicidio es también mayor en personas con enfermedades neurológicas como
la enfermedad de Parkinson, según señalan varios estudios, que coinciden en
señalar que, en la mayoría de los casos, la ideación suicida aparece en
la etapa próxima al diagnóstico, ante sintomatología invalidante, y/o
en pacientes que presentan comorbilidad psiquiátrica, sobre todo, depresión. Las muertes por suicidio en personas con
enfermedad de Parkinson son cinco veces superiores a las registradas en
la población general.
Desde el punto
de vista del cuidador, este especialista pone el foco en que “la
depresión del paciente impacta en el estado de ánimo del cuidador y la
depresión del cuidador se asocia a una mayor carga y estrés por parte del
mismo, así como a una peor calidad de vida. Pero, además, estudios recientes
han observado que esto genera un círculo vicioso, de tal forma que la depresión
del paciente contribuye a la depresión del cuidador y viceversa”.
Sin
embargo, matiza el también director de la Fundación Degén, “no toda persona
con depresión desarrollará enfermedad de Parkinson, aunque ante un cuadro de
depresión el médico debe conocer esta relación y vigilar la evolución del
cuadro, especialmente en casos con antecedentes familiares de enfermedad de
Parkinson, que serían más vulnerables a su desarrollo. Estudios en cohortes de
pacientes con enfermedad de Parkinson han observado que la depresión es muy
prevalente en todas las fases de la enfermedad, afectando a la mitad de los
pacientes, ya sea en forma de depresión mayor, menor, distimia o subclínica”.
La
importancia del tratamiento temprano de la depresión
El inicio
temprano del tratamiento de los síntomas depresivos en la EP es crucial
debido a su impacto en la discapacidad, la calidad de vida y la mortalidad.
Para tratar
la depresión en pacientes con enfermedades neurológicas se requiere de un enfoque
multidisciplinar que tenga en cuenta aspectos neurológicos, psiquiátricos y
psicológicos. Tal y como reconocen los expertos, se
necesitan estrategias integradoras que combinen intervenciones
farmacológicas y no farmacológicas para tratar la depresión en las enfermedades
neurológicas, especialmente cuando los síntomas neurológicos afectan a la
funcionalidad diaria y a la calidad de vida.
Para el Dr.
Santos García, “a veces, la depresión puede pasar desapercibida si no
preguntamos de forma adecuada al afectado o su familia. Su manejo pasará por el
tratamiento farmacológico y otras terapias complementarias. Los
fármacos antidepresivos que utilizamos habitualmente son los inhibidores de la
recaptación de serotonina, duales, heterocíclicos o de acción multimodal como
vortioxetina. Elegiremos uno u otro en función de los síntomas, potenciales
efectos secundarios o comorbilidades, siendo clave aspectos como la cognición,
la conducta, etc. Cuando la depresión es refractaria es necesario cambiar de
fármaco o combinar entre ellos”.
Por último, este experto asegura que “si
pudiéramos identificar qué pacientes con depresión en realidad tienen
enfermedad de Parkinson en un estadio muy inicial y tuviéramos un tratamiento
para frenar la progresión de la enfermedad o, al menos, ralentizarla, podríamos
decir que identificar la depresión como síntoma inicial sería capital para
poder introducir tal terapia”.
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