Entre el 60 y el 80% de las personas con
depresión en nuestro país padece algún tipo de disfunción sexual a causa del
tratamiento farmacológico para la enfermedad. Se trata de una problemática que
sigue siendo de gran trascendencia, puesto que el 15% de los españoles padecerá
depresión, y a la vez un gran tabú, ya que, de hecho, sólo el 40% de los que
llegan a padecer este trastorno se lo comunican a su psiquiatra.
Así lo explicó el profesor Ángel Luis Montejo, Profesor Titular de
Psiquiatría en la Universidad de Salamanca, en la reunión 'cenas con fundamento'
organizada por la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP) con la
ponencia '¿Hay vida sexual después de un antidepresivo?'. "Existe una gran falta
de comunicación espontánea por parte del paciente, ya que no suele decir a su
médico que tiene problemas de disfunción sexual, por lo que es complicado
intentar poner solución", comentó el profesor Montejo. "Somos los psiquiatras
los que, a través de cuestionarios, y conociendo la alta frecuencia de estos
efectos indeseables hemos de intentar adelantarnos y comprobar cómo afecta el
tratamiento antidepresivo a la vida sexual del paciente".
Se trata de un problema que afecta de igual forma a varones que a mujeres en
terapia antidepresiva, que pueden ver afectada su vida personal y de pareja, a
corto plazo por el deterioro de sus relaciones sexuales, y a largo plazo por la
ausencia de deseo, lo que conlleva inseguridad y problemas con la pareja.
Angel Luis Montejo |
Mientras que la población masculina es más proclive a
comentarle sus problemas al médico de familia y/o al especialista, la mujer
tiene una tendencia mayor a ocultarlo, sobre todo aquellas que ya han superado
los 55 años.
Serotonina y noradrenalina
"Los fármacos serotonérgicos -Fluoxetina, paroxetina,
sertralina, Citalopram y escitaloapram- son los que más se relacionan este tipo
de problemas en pacientes tratados por depresión y a la vez los que se
prescriben con mayor frecuencia,", apunta el profesor Montejo. "En cambio,
aquellos relacionados con el incremento de la noradrenalina y/o dopamina, como
Bupropion y Agomelatina apenas producen trastornos de la vida sexual".
Aunque la depresión por sí sola es un trastorno que, entre
sus efectos colaterales se asocia a una reducción del apetito sexual, el
tratamiento hace que este problema se incremente. De hecho, tras un estudio
realizado a voluntarios sanos -sin problemas de depresión y con vida sexual
plenamente satisfactoria- comparando estas dos familias de fármacos, se pudo
comprobar que el 80% de aquellos tratados con serotonérgicos (paroxetina)
tuvieron problemas sexuales como retraso de la eyaculación, imposibilidad de
orgasmo o disfunción eréctil, frente a placebo o un fármaco melatonérgico
(Agomelatina) cuyo objeto es aumentar la noradrenalina, donde esta disfunción
sólo se daba en un 10%.
"Hemos de tener en cuenta que son tratamientos que se van a
tomar durante un largo tiempo, incluso a veces de por vida, por lo que es
importante poner una solución, con el fin de incrementar la calidad de vida, en
este caso sexual, del paciente", indicó el profesor Montejo. "Por este motivo,
es imprescindible un diálogo continuo entre el médico y el paciente, así como un
cambio de mentalidad en el profesional para que, en la medida de lo posible,
indique aquellos fármacos que menos efectos adversos tienen en este sentido
cuando la vida sexual es todavía importante para el paciente".
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