El 28 de enero se celebra el Día Mundial por la
Reducción de las Emisiones de CO2, también llamado Día Mundial de la Acción
frente al Calentamiento Terrestre. Se trata de un día designado por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo concienciar y
sensibilizar sobre los efectos del cambio climático y los impactos que éste
ocasiona. La Sociedad Española de Neurología (SEN) se quiere unir a la
conmemoración de este día informando sobre los efectos que la contaminación
tiene sobre nuestra salud cerebral y el impacto que ésta tiene en el desarrollo
de enfermedades neurológicas.
“El hecho de
que la contaminación afecta a nuestra salud en general, es algo que se conoce
ampliamente, sin embargo, los efectos que esta tiene sobre nuestro cerebro aún
es desconocida por muchos, principalmente porque ha sido solo recientemente
cuando se ha comenzado a estudiar en detalle la relación entre la aparición de
enfermedades neurológicas y la contaminación ambiental”, señala el
Dr. Pablo Eguia del Río, Vocal de la Sociedad Española de Neurología. “Por
eso, cuando hablamos de contaminación, inmediatamente pensamos en daños
respiratorios, pero lo cierto es que un número creciente de estudios
epidemiológicos realizados en todo el mundo, nuevos hallazgos en modelos
animales y estudios de neuroimagen han hecho saltar la alarma porque
se ha demostrado que la contaminación puede provocar una reducción en la
capacidad cognitiva, en las habilidades intelectuales y en la memoria. Además,
cada vez mas estudios sugieren que los agentes contaminantes que respiramos
afectan directamente a nuestro cerebro y podrían influir al menos en
parte, en la aparición de enfermedades neurológicas”.
Han sido
varios los estudios que han encontrado una relación clara entre la exposición a
la contaminación del aire con cambios de naturaleza funcional del cerebro, y,
en concreto, apuntan a que una mayor concentración de contaminantes se
relaciona con una menor maduración funcional de las redes cerebrales, básica
para la actividad intelectual. “Un estudio reciente impulsado por la
Universidad de Yale (Estados Unidos) y la Universidad Normal de Pekín (China)
incluso ha llegado a apuntar que después de tres años de alta exposición a
contaminantes, las personas que participaron en la investigación tenían un
rendimiento cognitivo similar al que supone perder un año de escolaridad”,
explica el Dr. Pablo Eguia.
Por otra
parte, también han sido varias las investigaciones que muestran que una
exposición prolongada a la contaminación atmosférica está asociada con estrés
oxidativo, neuroinflamación y al envejecimiento prematuro del sistema nervioso
central. “Aunque sería preciso realizar más estudios al respecto, por
lo que se ha visto hasta ahora, enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson,
la esclerosis múltiple o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), entre otras
enfermedades neurodegenerativas, podrían verse agravadas por procesos de
neuroinflamación producidos por la contaminación”, señala el Dr.
Pablo Eguia. “Un estudio realizado en Canadá concluyó que las personas que
vivían a menos de 50 metros de una carretera tenían mas riesgo de
desarrollar demencia No obstante, otros estudios han ido incluso más allá
apuntando que la exposición a la contaminación atmosférica, principalmente a
metales como el mercurio y el plomo, son un factor de riesgo para el desarrollo
de este tipo de enfermedades neurodegenerativas y también para otras como la
epilepsia”.
La
contaminación atmosférica también se ha relacionado con un mayor riesgo de
sufrir un ictus. El Global Burden of Disease señalaba hace poco que hasta el
30%de los ictus que se producen cada año en todo el mundo podrían ser
atribuibles a los contaminantes del aire. Y es que la contaminación atmosférica
se ha relacionado con estados pro-trombóticos. Por lo tanto, la contaminación
podría influir tanto en el incremento de casos de ictus isquémicos –supone
aproximadamente el 80% de los casos de ictus que se producen cada año, causados
por trombos que interfieren en la circulación de la sangre al cerebro- o, tal y
como apuntaba una investigación presentada recientemente en la última Reunión
Anual de la SEN, en la gravedad inicial del ictus y en el pronóstico a corto
plazo.
También en
la 71ª Reunión Anual de la SEN, otra investigación señalaba que las
concentraciones de diferentes contaminantes ambientales podrían actuar como un
desencadenante de migraña, incrementando la necesidad de atención a los
pacientes en los servicios de urgencias.
En todo el
mundo, más de 9 millones de personas fallecen cada año por causas atribuibles a
la contaminación atmosférica. Además, la contaminación causa más de 3 millones
de muertes prematuras, unas 27.000 en España. “Reducir la polución
ambiental no solo ayudaría a evitar muchas de las muertes que se producen
cada año, sino que también podría frenar el aumento de casos de enfermedades
cerebrovasculares y neurodegenerativas”, concluye el Dr. Pablo Eguia.
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