Ante las últimas noticias que alertan de los posibles riesgos que para la salud supone realizar ayuno, desde el centro MiAyuno quieren dejar constancia de su visión fisiológica del ayuno y de por qué no solo es una práctica segura, sino también muy beneficiosa cuando se realiza de forma controlada.
El proceso de ayunar favorece el bienestar metabólico y hormonal de la persona, beneficios que están ampliamente contrastados por la literatura científica que refuerzan la idea que se trata de una práctica ancestral del ser humano. Durante su curso la no ingesta de alimentos no se contrarresta con la degradación proteica, sino con el uso de la reserva de grasas para mantener la energía, tal y como afirma Pilar Hurtado, médico especializada en medicina integrativa en salud mental. Desde MiAyuno defienden sus argumentos respaldados por los estudios de la comunidad científica. Aun así, explican que no siempre los estudios y artículos científicos se tienen en cuenta por la medicina ni por la nutrición académica.
Las reservas de grasa, fuente de energía durante el ayuno
Mientras se ayuna hay que comer de un modo saludable y equilibrado que permita al cuerpo, activar los mecanismos fisiológicos que le permiten, utilizar (en el día a día) sus reservas de grasa y los cuerpos cetónicos como sustrato energético, lo que no sucede si comemos cinco veces al día y mantenemos una dieta muy rica en carbohidratos o bien convertimos a los cereales en nuestra fuente principal de calorías.
Durante un ayuno el organismo se ve en la obligación de utilizar sus reservas de grasa, que son las reservas energéticas más eficientes del organismo (1 gr de grasa de reserva acumula 9Kcal mientras 1 gr. de glucógeno solo 4Kcal). En este sentido sería la principal reserva de energía del organismo. “Un cálculo rápido permite darnos cuenta que si una persona en peso normal puede tener unos 10 Kg de grasa de reserva estas reservas suponen aproximadamente unas 90.000 Kcal, más que suficiente para pasar 7 días sin comer”, declara Jesús Domínguez, naturópata y asesor nutricional.
En cuanto a los recursos energéticos que utiliza el cuerpo en fisiología podríamos decir que el cuerpo en primer lugar utiliza sus reservas intracelulares de ATP que se agotan en pocos segundos, a continuación se activan las vías de producción de energía a partir de la glucosa circulante y del glucógeno almacenado en músculos e hígado (unos 150 gr), en tercer lugar se activa la degradación de las grasas de reserva.
Durante la conversión de ácidos grasos en energía se producen cuerpos cetónicos que se acumularán sólo si el cuerpo no es capaz de utilizarlos como sustrato energético especialmente a nivel del cerebro, el riñón y el músculo, (SAPIR Y OWEN 1975). Por lo tanto, los cuerpos cetónicos no son tóxicos por sí mismos a no ser que se acumulen en el organismo. En cuarto lugar se activan los mecanismos de transformación de las proteínas del cuerpo (músculos principalmente en energía con la consiguiente producción de Nitrógeno, este mucho más tóxico y difícil de utilizar y/o eliminar que los cuerpos cetónicos).
En los días de ayuno sólo tendríamos en cuenta el metabolismo de los glúcidos, de las grasas y la degradación de proteínas pero a partir del 4º día de ayuno el porcentaje de hidratos de carbono utilizados como sustrato energético se reduce al 0% (debido a la no ingesta y al vaciamiento de los depósitos de glucógeno) mientras el porcentaje de grasa utilizada como sustrato energético se aproxima al 84%, manteniéndose desde el inicio del ayuno el consumo de proteína como sustrato energético entre el 10 y el 16,4%. Lo que demuestra que no es la degradación proteica la estrategia para mantener los niveles de energía sino la utilización de la grasa de reserva la que contrarresta la no ingesta de alimento durante un ayuno.
La evidencia científica de sus beneficios terapéuticos
Tal y como apunta el naturópata Jesús Domínguez: “existe evidencia científica de que un ayuno no es un proceso peligroso para la salud, sino más bien un proceso con un gran potencial terapéutico”. Hay estudios que demuestran que durante un ayuno de pocos días (no más de 7) o durante un ayuno intermitente (16/8 o 10/14) no se pierde masa muscular.
La limitación fisiológica de la proteólisis es debida a su ineficiencia energética (4Kcal por gramo de proteína) frente a la grasa (9Kcal por gr.), además de la difícil gestión del Nitrógeno, que se elimina mediante los ciclos de la glutamina (músculo) y de la Urea (Hígado) frente a la fácil utilización de los cuerpos cetónicos como sustrato energético adicional.
Entre los beneficios del ayuno, que han sido motivo de estudio en múltiples ocasiones, se encuentran los siguientes:
- Aumenta el SIRT3, la proteína de la juventud y reduce la mortalidad
- Favorece la autofagia entendida como un proceso de eliminación de células viejas para sustituir las células jóvenes, es decir, otro de nuestros sistemas antienvejecimiento. También en el cerebro.
- Reduce indicadores de inflamación.
- Reduce los triglicéridos y mejora el perfil lipídico.
- Mejora la plasticidad neuronal.
- Limita el crecimiento de células cancerígenas y hace más tolerable la quimioterapia.
- Promueve la pérdida de peso reteniendo la masa muscular.
Desde el centro MiAyuno explican desde la experiencia que nadie que haya hecho un ayuno de una semana de duración tiene ninguna duda respecto a que el ayuno supone un beneficio para su salud tanto bioquímica como emocionalmente, independientemente de los argumentos científicos que respalden su experiencia.
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