Durante
el XVII Congreso de la Sociedad Española de Nutrición y de la X Jornada de la
Associació Catalana de Ciències de l’Alimentació, el profesor Ángel Gil,
catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia de la
Universidad de Granada y presidente de la Fundación Iberoamericana de
Nutrición (FINUT), la doctora Carmen Vidal, presidenta del Comité Organizador
del Congreso; y el doctor Guillermo Álvarez Calatayud, presidente de la
Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) han presentado ponencias
con los avances en materia de intolerancia a la histamina, la relación entre
edulcorantes y microbiota, y los beneficios y nuevas líneas de investigación de
los probióticos y prebióticos, respectivamente.
Así,
el Dr. Álvarez Calatayud, ha defendido las posibles aplicaciones clínicas que
tienen los probióticos y los prebióticos. Los alimentos con probióticos siempre
contienen bacterias vivas y su ejemplo más representativo son los productos
lácteos fermentados. Por su parte, los prebióticos son ingredientes
alimenticios con la capacidad de estimular nuestra microbiota intestinal,
funcionan como la fibra dietética y están sobre todo en frutas, verduras y
legumbres.
“Ambos son recomendables para una dieta saludable, puesto que equilibran
la microbiota y evitan estados de disbiosis (o desequilibrio de la flora
intestinal) que pueden producir diversas enfermedades. En la actualidad, se ha
involucrado la alteración de nuestra flora intestinal con más de cien
enfermedades”, ha resaltado este experto.
Según
los profesionales, el empleo de probióticos y prebióticos está muy asentado en
la patología digestiva sobre todo en los procesos relacionados con las
diarreas, aunque cada vez se va extendiendo a otros órganos y sistemas. “Las
investigaciones actuales se centran sobre todo en su papel en la obesidad y la
prevención del síndrome metabólico, pero también en aquellas patologías
relacionadas con el sistema nervioso y los trastornos del comportamiento, como
autismo, depresión, ansiedad o Alzheimer”, explica el doctor.
En
cualquier caso, según el experto, hay que ser cautos ya que muchos de los
estudios, aunque parecen prometedores, están en fase de investigación. “De
momento no existe el probiótico ideal para adelgazar, aunque sabemos que la
microbiota intestinal juega un papel muy importante en su desarrollo. Lo mismo
ocurre con el autismo. Hablando de población sana, seguramente las poblaciones
más vulnerables y que quizás se podrían beneficiar de su empleo serían la
primera infancia (desde la gestación hasta los dos años) y las personas de la
tercera edad”.
Con
todo ello, cada vez hay más profesionales sanitarios implicados en esta
materia. “Entre los médicos, prácticamente casi ya no hay ninguna especialidad
donde no se contemple su posible utilización. Los últimos profesionales que se
han añadido han sido psiquiatras, geriatras, alergólogos y dermatólogos. El
resto de profesionales, tales como los farmacéuticos, odontólogos,
nutricionistas, matronas, etc. también están muy interesados”, ha concluido el
doctor Álvarez Calatayud.
¿Cómo
influyen los edulcorantes en nuestra microbiota?
El
profesor Ángel Gil ha subrayado que “cabe diferenciar entre edulcorantes
naturales y sintéticos. Los edulcorantes sintéticos
derivados de aminoácidos como el aspartamo, no producen ningún cambio en la
microbiota porque sus componentes son absorbidos en el intestino delgado. En
otros edulcorantes sintéticos, como es el caso de la sacarina, se han descrito
efectos adversos sobre la microbiota, tanto en animales como en humanos, pero
siempre que se consuma en cantidades muy elevadas, cosa que en la práctica casi
nunca se produce. Si así fuera, pudiera incidir en el aumento, por ejemplo, de
la glucemia”. En el caso de los edulcorantes naturales el único que produce
cambios ligeros, y no adversos, sobre la microbiota, es la stevia.
En
otro momento de su ponencia, el profesor Gil ha hecho referencia a los falsos
mitos que en materia alimentaria tienen consecuencias claras: “En España, en
los últimos diez años, se ha reducido el consumo de leche fluida del orden del
23%, cuando el consumo idóneo de leche y derivados está en dos o tres raciones
diarias, y ello ha redundado entre otras cosas en el aumento de talla en
nuestro país, del mismo modo que también incide en la mineralización ósea”.
También añade “que hay que intentar reducir la ingesta de azúcares, de grasa o
de sal. Pero eso no significa que no las tengamos que tomar. Como siempre,
debemos consumir los alimentos con moderación. El sodio es fundamental para la
vida; como el azúcar cuando no suponga más del 10% del aporte de la energía,
que es lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Sin ir más lejos,
la leche materna es dulce”.
La
intolerancia a la histamina, al principio del camino
La
histamina es una amina con importantes funciones en el organismo, la más
conocida es la de mediadora de la respuesta alérgica, pero también puede darse
el caso de una acumulación de histamina de origen alimentario. Aunque algunos
síntomas sean parecidos a los de una alergia, hay que diferenciar claramente
las alergias de las intoxicaciones histamínicas producidas por el consumo de
alimentos con cantidades muy elevadas de histamina, generalmente debidas a que
se han dado fallos higiénicos en su elaboración, distribución o almacenamiento,
que han propiciado el crecimiento de ciertos microorganismos capaces de formar
histamina a partir de su aminoácido precursor, la histidina, explica la doctora
Carmen Vidal.
Además,
recientemente se ha descubierto un nuevo trastorno relacionado con la
histamina. Así, en los últimos años se han acumulado evidencias de la
existencia de personas con intolerancia a la histamina, que tras el consumo de
ciertos alimentos, que no necesariamente contienen cantidades elevadas de
histamina, experimentan síntomas poco específicos (dolor de cabeza, molestias
gastrointestinales, problemas dermatológicos, entre otros). En estos casos el
problema no reside en el alimento, sino que estas personas sensibles a la
histamina tienen alterados, por causas diversas, los mecanismos de degradación
intestinal de esta amina. Es entonces, cuando hablamos de intolerancia a la
histamina.
La
principal enzima responsable de la degradación intestinal de histamina es la
DiAminoOxidasa (DAO) y se sabe que su actividad puede estar condicionada por
mecanismos genéticos, en ciertas enfermedades inflamatorias intestinales y
quizás también por el tratamiento con determinados fármacos. El tratamiento de
la intolerancia a la histamina tiene que basarse en una dieta de exclusión de
los alimentos que la aportan, necesariamente guiada por profesionales, para no
caer en dietas desequilibradas. También hay que seguir estudiando la
posibilidad de aportar enzima DAO exógena, ya que podría ser una herramienta
muy útil para el tratamiento de este trastorno. Haciendo un símil con la
intolerancia a la lactosa, mucho más conocida, la suplementación con DAO
exógena podría ser a la intolerancia a la histamina lo que la aportación
externa de lactasa significa para el tratamiento de la intolerancia a la
lactosa.
La
experta ha enfatizado que la intolerancia a la histamina es un tema poco
conocido, pero que ha cobrado protagonismo en los últimos diez años y sobre el
que hay que seguir investigando, ya que el mecanismo es plausible y los
estudios, aunque no son muy numerosos, apuntan en la misma dirección.
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