Todos los pacientes de cáncer sufren secuelas por la enfermedad;
en algunos casos son físicas, dependiendo de la patología concreta y de la
agresividad del tratamiento, pero siempre psicológicas: el miedo a que vuelva a
repetirse el proceso tiene una presencia constante. La recuperación de la
seguridad, la autoestima y de una vida normal juegan un papel fundamental en la
superación de la enfermedad y la estética es clave en este proceso.
El doctor Víctor
Salagaray, especialista y pionero en la investigación y el
tratamiento de los problemas del cabello, ha tratado a muchos pacientes de
oncología y asegura que “el cáncer es una enfermedad grave y los oncólogos
deben centrarse en curar al paciente, así que las secuelas estéticas pasan a un
plano secundario. Sin embargo, tanto durante el tratamiento como cuando ya lo
han finalizado, para los pacientes, en especial para las mujeres, recuperar su
imagen es esencial porque les ayuda a olvidar antes la enfermedad”.
La pérdida del
cabello es una de las secuelas estéticas más habituales tras los tratamientos
de quimio y radioerapia. Aunque no todos los pacientes ni todos los fármacos
producen la misma pérdida del cabello ni de la misma forma, en el cien por cien
de los casos este es uno de los principales efectos secundarios de la
medicación. En el caso de la quimioterapia, el cabello pierde grosor,
vitalidad, capacidad de crecimiento y brillo y es habitual que, aunque se
recupere, provoque un cambio de imagen profundo. La radioterapia, por su parte,
produce lesiones por quemaduras. En conjunto, entre un 10 y un 15% de los
pacientes no vuelven a recuperar el pelo.
La medicina capilar puede ayudar a los pacientes de cáncer tanto
durante como después del tratamiento:
·
Prevención y cuidados
anteriores: un enfermo que sabe de antemano que
va a perder el cabello a causa de su tratamiento puede paliar los efectos de
los medicamentos a través de:
o Hábitos dietéticos e higiénicos que favorecen la salud del cuero
cabelludo y estimulan el crecimiento.
o Uso de cosmética específica para cuidar la piel dañada y disimular
las secuelas.
o Antes de sufrir la pérdida, se puede realizar un estudio sobre su
imagen para elegir las prótesis temporales adecuadas, no solo para la cabeza
sino también para las cejas, una zona que influye mucho en el aspecto del
paciente pero que pocas veces se trata.
o Según aconseja el doctor Víctor Salagaray: “es
preferible afeitarse la cabeza y colocarse una prótesis en el mismo momento
antes que vivir el proceso de la caída, que suele provocar mayor sufrimiento a
los pacientes”.
·
Tratamientos para la
pérdida: entre tres y seis meses después del
tratamiento oncológico, cuando el paciente recibe el alta y el oncólogo lo
permite, se pueden utilizar distintas técnicas para recuperar el cabello
perdido en función de las necesidades de cada paciente:
o
Bioestimulación: es uno de los tratamientos que más avances ha
experimentado en los últimos años. Su objetivo es aportar al cuero cabelludo
los principios activos y los nutrientes necesarios para que el cabello que se
ha quedado débil recupere su grosor y su vitalidad.
o Microinjertos: es un proceso
de "autodonación" mediante el cual se rellenan las zonas en
donde el cabello ha caído con el propio pelo del paciente. Se injerta
respetando el mismo ángulo y dirección del cabello original, consiguiendo un
aspecto natural y estéticamente perfecto y es definitivo.
- Cicatrices: las cicatrices de operaciones en los casos de tumores cerebrales se pueden también eliminar a través de microinjertos o plastias.
De los pacientes que recurre a este tipo de tratamientos, un 70%
son mujeres y un 30% hombres.
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