Los
patrones de alimentación en España y los consumos de energía y nutrientes han
cambiado notablemente en los últimos 40 años, difiriendo los actuales en buena
medida de la dieta mediterránea tradicional. En concreto, el consumo de energía
actual muestra un marcado declive en comparación con el consumo medio de los
años sesenta. Estos son algunos de los aspectos principales abordados en el
análisis científico “La dieta española: una actualización”, que forma parte de
los trabajos que han servido de base para la elaboración del Documento de
Consenso ‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe
hacer?’.
El Documento de Consenso
‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’ pone
de manifiesto la importancia de las soluciones integradas con respecto al
problema del sobrepeso y la obesidad, de tal forma que se tengan en cuenta los
distintos factores que influyen en su desarrollo, especialmente el sedentarismo
y la inactividad física, que permitan tener un balance energético adecuado, a
nivel individual pero también poblacional.
Esta conclusión adquiere si cabe
más relevancia si tenemos en cuenta los datos sobre los patrones alimentarios
en España durante los últimos 40 años, en los que se observa cómo -a diferencia
de lo que pudiera esperarse según las actuales cifras de sobrepeso y obesidad-,
el total de calorías ingeridas hoy por los españoles es un 13% menor que
décadas atrás. En concreto, la ingesta media de energía ha pasado de 3.008
kcal/persona/día en 1964 a las 2.609 Kcal/persona/día en 2012.
Según el
Prof. Gregorio Varela-Moreiras, Catedrático de Nutrición y Bromatología de la
Universidad CEU San Pablo, autor de “La Dieta española: una actualización” y
coordinador del
Documento de
Consenso, durante las últimas décadas se observa un descenso en la ingesta de
todos los macronutrientes excepto de los lípidos.
“Resulta
excesivo para el conjunto de la población española adulta estudiada el aporte
de lípidos, desequilibrando el perfil calórico, principal índice de calidad de
la dieta. No obstante, la calidad de la grasa es todavía razonablemente
satisfactoria, toda vez que la contribución de los ácidos grasos
monoinsaturados es positiva, si bien deberíamos reducir el aporte de grasa
saturada”, señala.
Contribución de los grupos de
alimentos a la ingesta total diaria
Actualmente, si tenemos en cuenta
la contribución de los diferentes grupos de alimentos a la ingesta total diaria
de energía, los cereales (24,6%), carnes y derivados (14,3%), los aceites y
grasas (13,6%) y la leche y sus derivados (12,5%) son los que contribuyen en
mayor medida, seguidos a mucha distancia de los pescados y mariscos (3%), las
bebidas no alcohólicas (2,9%) o las bebidas alcohólicas (2,3%).
El estilo de vida inactivo,
característica común de las sociedades desarrolladas
Pero, según
los expertos, actualmente no sólo hemos reducido el número de calorías diarias.
Según el Documento de Consenso ‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué
se puede y se debe hacer?’ y de acuerdo con los datos de la última Encuesta
Nacional de Salud “cuatro de cada diez personas (41,3%) se declara
sedentaria (no realiza actividad física alguna en su tiempo libre), uno de
cada tres hombres (35,9%) y casi una de cada dos mujeres (46,6%)”.
A este
respecto, el Prof. Varela-Moreiras, señala que “a pesar de haber reducido la
ingesta de calorías en nuestra dieta, no somos capaces de tener un balance
equilibrado, ya que nuestro gasto energético debido a nuestro estilo de vida
inactivo es muy inferior al deseable. Y desde luego, si reducimos de manera
continuada la ingesta de energía, podemos tener dificultados para incluir en
esa menor cantidad de energía las vitaminas y minerales necesarios. Si, por el
contrario, aumentamos el gasto energético, también nos va a permitir una mayor
ingesta de calorías acompañadas de los micronutrientes necesarios”.
Esto es aún
más importante teniendo en cuenta que el sedentarismo y la inactividad física
no sólo se asocian con el sobrepeso y la obesidad, sino con otras patologías
cuyo impacto se encuentra actualmente en algunos casos en fase de análisis.
Así, numerosos trabajos científicos señalan al sedentarismo y la inactividad
física como factores de riesgo de múltiples enfermedades crónicas (hipertensión
arterial, colesterol elevado, triglicéridos, diabetes, ciertos tipos de cáncer,
etc.), mientras que por el contrario, una vida físicamente activa produce
numerosos beneficios para la salud y disminuye el riesgo de mortalidad por
enfermedades cardiovasculares. En definitiva, hoy resulta necesario no sólo
transmitir y conocer los beneficios de la actividad física, sino de manera
creciente los efectos perjudiciales de la inactividad física y el sedentarismo.
El Documento de Consenso
‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?’
Se trata de
un acuerdo histórico sobre el abordaje multidisciplinar de la obesidad, fruto
del trabajo conjunto de más de treinta de los principales profesionales de
nuestro país en materia de nutrición, bioquímica y biología molecular, nutrigenómica,
inmunonutrición, endocrinología, epidemiología, pediatría, atención primaria,
control clínico y hospitalario, salud pública, educación, ciencias de la
actividad física y del deporte y medicina del deporte.
Este análisis
científico, coordinado por el Prof. Gregorio Varela-Moreiras, Catedrático
de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo y Presidente
de la Fundación Española de Nutrición, ha sido elaborado a partir de 17
ponencias debatidas por este foro científico multidisciplinar. El Documento de
Consenso y los textos que han servido como base para su desarrollo han sido
publicados en Nutrición Hospitalaria, la revista científica de nutrición
más prestigiosa de España, y referenciada a nivel internacional.
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