La mayoría de los pacientes con
cáncer experimentan dificultades emocionales para adaptarse al proceso de la
enfermedad, el trastorno depresivo, la ansiedad, la insatisfacción respecto a
la calidad de vida, sentimientos de culpa, miedo, rabia…, que en muchas
ocasiones necesitan ser gestionadas con la ayuda y el apoyo de un profesional.
Según Carmen Barceló, psicooncóloga del Hospital Quirónsalud
Málaga, “es un momento de incertidumbre donde el paciente y la familia afrontan
un gran impacto psicológico y emocional, por lo que la intervención del
psicooncólogo es importante para detectar las necesidades emocionales,
psicológicas y sociales con el objetivo de poder orientarles en el manejo de
estas, además de potenciar estrategias de afrontamiento adaptativas y aumentar
la sensación de control personal, mejorar la calidad de vida e incidir en
la adhesión terapéutica”.
El Hospital Quirónsalud Málaga, consciente de la falta de información
y de apoyo que sienten muchos pacientes al recibir la dura noticia del
diagnóstico de un cáncer, ha incorporado a su servicio de Psicología la Unidad de Psicooncología, con la finalidad de disminuir el
sufrimiento emocional generado por la enfermedad oncológica. “Queremos acompañar a nuestros pacientes durante los
diferentes momentos de su enfermedad,
mejorando su afrontamiento al cáncer, facilitando su paso por los tratamientos,
aumentando su sensación de bienestar y de gestión eficaz de sus emociones y, en
consecuencia, mejorando su calidad de vida”, recalca la psicóloga.
La labor del especialista no se centra sólo en el
paciente y sus familiares, sino que también asesora al resto del equipo de
Oncología y demás personal sanitario cercano a la enfermedad, aportando y
acercando las herramientas de comunicación necesarias para la mejor atención.
“Es importante obtener la mejor empatía con el enfermo, ofreciendo en todo
momento una verdad soportable, pero sin esconderla; dando todas las
opciones y vías de tratamiento y siendo un soporte para el paciente. Que sepa
que no está solo, desinformado, o descuidado”.
Para ello, la unidad ofrece un servicio
personalizado que cubra las necesidades del paciente durante el ingreso, en sus
tratamientos de hospital de día o de manera ambulatoria en consultas externas,
sin dejar de lado la asistencia a su médico y profesionales de la salud, con el
objetivo de contar con un cuidado integral y efectivo. “Que todo el equipo
muestre el apoyo emocional necesario, consiguiendo que el paciente no se sienta
juzgado ni marginado, sino atendido y ayudado para poder afrontar sus temores,
deseos y necesidades”, continúa Carmen Barceló.
Apoyo emocional en todas las etapas: el
diagnóstico, el proceso, el miedo a la recaída o la vuelta a la vida cotidiana.
Durante el proceso, que puede
durar meses o años, la realidad obliga a cambiar la vida, las necesidades y las
prioridades. Al duro impacto que sufren en su vida diaria, se suma la incertidumbre que está presente en
todas las etapas, desde el diagnóstico, pasando por el
tratamiento, hasta la recuperación y el temor a una posible recaída e incluso,
en algunos casos, atención al duelo a los familiares.
El momento de recibir el diagnóstico es tremendamente
duro, es algo
que el paciente no se espera y que transforma la vida de uno y de sus
familiares de golpe. Después, su calidad de vida puede verse afectada por los efectos
secundarios de los tratamientos, el cansancio, las alteraciones de la imagen
corporal, los vómitos, las disfunciones sexuales etc. “En este momento, la
intervención del especialista radica en potenciar las estrategias de
afrontamiento para facilitar la adaptación tanto del paciente como de la
familia, así como la gestión y el acompañamiento emocional para que sienta
que no está solo y que tiene apoyo para luchar lo que sea necesario”.
Sin
embargo, ahí no acaba el proceso, ya que los controles frecuentes tras la
recuperación y la amenaza de volver a presentar la enfermedad
puede provocar miedo y cansancio de no ver el final a la enfermedad. La
intervención del psicooncólogo se centra aquí en dotar de herramientas al
paciente y a la familia para manejar adecuadamente este miedo manteniéndolo
en niveles tolerables y adaptativos.
Después
de haber pasado por la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía, las
incertidumbres, las esperas o el miedo, según la especialista, “la persona que
ha sobrevivido al cáncer ya no es la misma; pero no tiene por qué ser peor.
Muchos aspectos internos y externos pueden haber cambiado y retomar las rutinas
cotidianas tras superar un cáncer puede resultar algo más difícil de lo que se
pensaba, ya que han cambiado las prioridades y la manera en la que se
enfrenta al día a día. Todos estos cambios puede que le hagan sentir
desprotegido y vulnerable. Aparecen entonces nuevos retos, como volver
al trabajo o enfrentarse a la pérdida de este, vivir con algunas secuelas
físicas, regresar a tener una vida social activa, a cambios en las relaciones
familiares, etc. Todas estas situaciones requieren de un esfuerzo por
adaptarse y reengancharse de nuevo a las rutinas del día a día, ya que es
frecuente sentirse como en una montaña rusa de emociones constantes”, explica
la psicooncóloga Carmen Barceló.
En ocasiones, estos cambios
también pueden ser a mejor. “Cambian las prioridades, los valores, la
importancia del autocuidado, la percepción de los detalles que antes podían
pasar desapercibidos; haciendo que valoremos más lo que tenemos, que es de lo
más importante del proceso, además de haber recuperado la salud y vitalidad,
y a lo que aspiramos en la unidad de psicooncología”, completa.
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