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13 July 2021

La mayoría de las personas con cáncer suelen necesitar ayuda emocional para afrontar la enfermedad y volver a su vida cotidiana

 

La mayoría de los pacientes con cáncer experimentan dificultades emocionales para adaptarse al proceso de la enfermedad, el trastorno depresivo, la ansiedad, la insatisfacción respecto a la calidad de vida, sentimientos de culpa, miedo, rabia…, que en muchas ocasiones necesitan ser gestionadas con la ayuda y el apoyo de un profesional. Según Carmen Barceló, psicooncóloga del Hospital Quirónsalud Málaga, “es un momento de incertidumbre donde el paciente y la familia afrontan un gran impacto psicológico y emocional, por lo que la intervención del psicooncólogo es importante para detectar las necesidades emocionales, psicológicas y sociales con el objetivo de poder orientarles en el manejo de estas, además de potenciar estrategias de afrontamiento adaptativas y aumentar la sensación de control personal, mejorar la calidad de vida e incidir en la adhesión terapéutica”.

El Hospital Quirónsalud Málaga, consciente de la falta de información y de apoyo que sienten muchos pacientes al recibir la dura noticia del diagnóstico de un cáncer, ha incorporado a su servicio de Psicología la Unidad de Psicooncología, con la finalidad de disminuir el sufrimiento emocional generado por la enfermedad oncológica. “Queremos acompañar a nuestros pacientes durante los diferentes momentos de su enfermedad, mejorando su afrontamiento al cáncer, facilitando su paso por los tratamientos, aumentando su sensación de bienestar y de gestión eficaz de sus emociones y, en consecuencia, mejorando su calidad de vida”, recalca la psicóloga.

La labor del especialista no se centra sólo en el paciente y sus familiares, sino que también asesora al resto del equipo de Oncología y demás personal sanitario cercano a la enfermedad, aportando y acercando las herramientas de comunicación necesarias para la mejor atención. “Es importante obtener la mejor empatía con el enfermo, ofreciendo en todo momento una verdad soportable, pero sin esconderla; dando todas las opciones y vías de tratamiento y siendo un soporte para el paciente. Que sepa que no está solo, desinformado, o descuidado”.

Para ello, la unidad ofrece un servicio personalizado que cubra las necesidades del paciente durante el ingreso, en sus tratamientos de hospital de día o de manera ambulatoria en consultas externas, sin dejar de lado la asistencia a su médico y profesionales de la salud, con el objetivo de contar con un cuidado integral y efectivo. “Que todo el equipo muestre el apoyo emocional necesario, consiguiendo que el paciente no se sienta juzgado ni marginado, sino atendido y ayudado para poder afrontar sus temores, deseos y necesidades”, continúa Carmen Barceló.

Apoyo emocional en todas las etapas: el diagnóstico, el proceso, el miedo a la recaída o la vuelta a la vida cotidiana.

Durante el proceso, que puede durar meses o años, la realidad obliga a cambiar la vida, las necesidades y las prioridades. Al duro impacto que sufren en su vida diaria, se suma la incertidumbre que está presente en todas las etapas, desde el diagnóstico, pasando por el tratamiento, hasta la recuperación y el temor a una posible recaída e incluso, en algunos casos, atención al duelo a los familiares.

El momento de recibir el diagnóstico es tremendamente duro, es algo que el paciente no se espera y que transforma la vida de uno y de sus familiares de golpe. Después, su calidad de vida puede verse afectada por los efectos secundarios de los tratamientos, el cansancio, las alteraciones de la imagen corporal, los vómitos, las disfunciones sexuales etc. “En este momento, la intervención del especialista radica en potenciar las estrategias de afrontamiento para facilitar la adaptación tanto del paciente como de la familia, así como la gestión y el acompañamiento emocional para que sienta que no está solo y que tiene apoyo para luchar lo que sea necesario”.

Sin embargo, ahí no acaba el proceso, ya que los controles frecuentes tras la recuperación y la amenaza de volver a presentar la enfermedad puede provocar miedo y cansancio de no ver el final a la enfermedad. La intervención del psicooncólogo se centra aquí en dotar de herramientas al paciente y a la familia para manejar adecuadamente este miedo manteniéndolo en niveles tolerables y adaptativos.

Después de haber pasado por la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía, las incertidumbres, las esperas o el miedo, según la especialista, “la persona que ha sobrevivido al cáncer ya no es la misma; pero no tiene por qué ser peor. Muchos aspectos internos y externos pueden haber cambiado y retomar las rutinas cotidianas tras superar un cáncer puede resultar algo más difícil de lo que se pensaba, ya que han cambiado las prioridades y la manera en la que se enfrenta al día a día. Todos estos cambios puede que le hagan sentir desprotegido y vulnerable. Aparecen entonces nuevos retos, como volver al trabajo o enfrentarse a la pérdida de este, vivir con algunas secuelas físicas, regresar a tener una vida social activa, a cambios en las relaciones familiares, etc. Todas estas situaciones requieren de un esfuerzo por adaptarse y reengancharse de nuevo a las rutinas del día a día, ya que es frecuente sentirse como en una montaña rusa de emociones constantes”, explica la psicooncóloga Carmen Barceló.

En ocasiones, estos cambios también pueden ser a mejor. “Cambian las prioridades, los valores, la importancia del autocuidado, la percepción de los detalles que antes podían pasar desapercibidos; haciendo que valoremos más lo que tenemos, que es de lo más importante del proceso, además de haber recuperado la salud y vitalidad, y a lo que aspiramos en la unidad de psicooncología”, completa.

 

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