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27 February 2012

Las secuelas psíquicas por daño cerebral determinan la posibilidad de reinserción social de los pacientes‏

Las secuelas psíquicas por daño cerebral también determinan la posibilidad de que un paciente que sufre daño cerebral pueda reinsertarse en la sociedad. Este tipo de afecciones son tan prevalentes como las motoras y son, además, origen de gran cantidad de disfunción social y sufrimiento intra e interpersonal.
Estas valoraciones han sido aportadas por el director de la Red Menni de Servicios de daño cerebral, el doctor Nacho Quemada, durante la ponencia "Psicofarmacología de los trastornos psiquiátricos asociados al daño cerebral”, celebrada en la quinta reunión del Consorcio de Neuropsicología Clínica (CNC) que ha tenido lugar en Valencia durante este fin de semana.
En primer lugar, el experto explicó que las patologías del sistema vascular cerebral provocan problemas mentales, entre los que destacan los problemas emocionales. En concreto, se estima que más del 50% de los pacientes con ictus tienen alguna forma de alteración o cambio en el funcionamiento psíquico como déficit cognitivo, trastorno afectivo o cambio de conducta.
Asimismo, indicó que “hasta un tercio de estos pacientes presentan episodios depresivos, cuyo rango de severidad es muy variable”. “En los traumatismos craneales los problemas conductuales ocupan un lugar preeminente y son el gran handicap para conseguir reinserción social y familiar exitosa. Los cuadros de desinhibición y de apatía constituyen los problemas fundamentales”, señaló.
En primer lugar, el especialista explicó que la primera consideración a tener en cuenta es la propia dimensión epidemiológica del daño cerebral, “una patología en alza que afecta cada año a más de 400000 personas en España, en gran medida debida al incremento de los ictus”.
En este sentido, explicó que estos pacientes tienen secuelas motoras, pero también psíquicas, “que un tema mucho menos estudiado y menos difundido que el de las alteraciones motoras”.
Los cambios psíquicos secundarios al daño cerebral pueden agruparse en cuatro grandes grupos, tres muy frecuentes, que son los trastornos emocionales, las alteraciones de conducta y los déficit cognitivos, y un cuarto más inhabitual, los trastornos delirantes.
Así, el especialista subrayó que “el reconocimiento, la descripción, la comprensión y el tratamiento de estos trastornos es un componente esencial de un programa de rehabilitación integral de los ictus”.

-Tratamiento
Respecto a los tratamientos, el Dr. Quemada afirmó que los trastornos afectivos, la depresión y la labilidad emocional “responden bien a antidepresivos de nueva generación, ISRS o duales. También los trastornos del sueño y la irritabilidad pueden mejorarse farmacológicamente. La mirtazapina o la trazodona son dos buenas opciones”.
Asimismo, señaló que las alteraciones conductuales “requieren de un análisis diferenciado y más detenido, ya que habitualmente son el resultado final de mecanismos diversos de generación. Los déficit de atención o memoria pueden manifestarse en forma de distraibilidad o de conflictiva interpersonal, los déficit de conciencia también pueden dar lugar a conducta irresponsable”.

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