La soledad, el aislamiento social y la falta de recursos hacen que muchas personas mayores dejen de comer, siendo la desnutrición la peor consecuencia. En la actualidad, se estima que más de 8 millones de personas mayores en España conviven con la hiporexia, que es la disminución del apetito y que repercute en una reducción de la ingesta alimentaria. “Se trata de un trastorno asociado a enfermedades tanto crónicas como agudas y las causas son multifactoriales y complejas, donde intervienen todo tipo de factores pro-inflamatorios, hormonales y nutricionales”, ha explicado la doctora Rosa Burgos, Coordinadora de la Unidad de Soporte Nutricional del Holpital Vall d’Hebron en Barcelona, en el marco del 55 Congreso Nacional de Endocrinología y Nutrición, que se está celebrando esta semana en Granada.
Respecto a la desnutrición, esta experta hace hincapié en que “es un importante problema sanitario que agrava las dificultades de numerosas enfermedades e incrementa las complicaciones infecciosas, la estancia hospitalaria, la cifra de los reingresos hospitalarios y la necesidad de recursos asistenciales al alta hospitalaria en forma de centros de convalecencia”.
Aunque puede aparecer a cualquier edad, el colectivo que se encuentra especialmente afectado por este grave problema es la población geriátrica, en la que la hiporexia es muy frecuente y está muy ligada a la sarcopenia, (pérdida degenerativa de masa muscular) y a la osteoporosis, lo que incrementa de manera crucial el riesgo de discapacidad. Además, conlleva una menor capacidad inmunológica. “El perfil del paciente con hiporexia suele ser una persona que ya padece algún tipo de enfermedad aguda o crónica”, explica la doctora Burgos. “Concretamente, en la población geriátrica puede afectar al 15% de los ancianos que viven en la comunidad, aunque puede incrementarse hasta un 30% en los pacientes ingresados”.
Otras personas con riesgo de padecer hiporexia son aquéllas que tienen enfermedades con un impacto muy fuerte sobre el apetito, como el síndrome caquexia-anorexia que afecta a algunos pacientes neoplásicos o infección por VIH en fases muy avanzadas.
Tratamiento de la hiporexia
Para tratar este problema existen una serie de estrategias terapéuticas que tienen el principal objetivo de estimular el apetito. De acuerdo con la doctora Burgos, “en primer lugar se han ensayado los agentes anti-inflamatorios como la talidomina, , así como los inhibidores selectivos de la cilo-oxigenasa 2 y los anticuerpos monoclonales anti-TNF-alfa y anti-IL-6. Los corticosteroides y los derivados progestágenos se utilizan con este objetivo, balanceando bien los riesgos/beneficios. Además, desde un punto de vista puramente nutricional, “podemos encontrar también diferentes ácidos grasos poli-insaturados de la serie omega 3, destacan el ácido eicosapentanoico y sustancias antioxidantes”.
Asimismo, esta experta explica otras vías terapéuticas: “los agentes que bloquean las vías neuronales, que son aquellas que reducen la actividad vagal y/o espinal, como la exendina, o los fármacos orexigénicos mediante los cuales se modula el sistema melanocotrtina a través del ajuste de los niveles circulantes de factores endógenos y exógenos que actúan sobre las células del núcleo arcuado. Es el caso de la serotonina y la leptina”.
Finalmente, existen además nutrientes que consiguen atenuar la hiporexia incrementando el apetito y por ende, el peso del paciente. Éstos son la lactoferrina, aminoácidos ramificados, I-carnitina repetido.
No comments:
Post a Comment