El coste anual de la depresión en la Unión Europea se
sitúa en 92.000 millones de euros debido, fundamentalmente, a la pérdida de
productividad de los trabajadores .La depresión se asocia, además, con altas tasas de
desempleo y bajas laborales. Así, esta patología mental se relaciona con un 19% menos
de probabilidades de estar empleado o una disminución de los días trabajados en un
año en torno a 7-8 semanas . Se estima que el coste total de la depresión en la UE
constituye más del 1% del PIB .
Y es que el 86% de los europeos que padece depresión está en edad de trabajar.
Dentro de esta franja, el 10% sufre un episodio depresivo al año , con una duración
media de 35,9 días por episodio .
El impacto de la depresión sobre la población trabajadora y, por tanto, sobre el tejido
empresarial español, conlleva serias consecuencias profesionales, sociales y
económicas en España. La depresión se relaciona con menor productividad,
absentismo y presentismo laboral, mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades,
ya sean mentales o físicas, incremento del uso de los servicios sanitarios, un mayor
número de accidentes y jubilación anticipada. Así lo han puesto hoy de manifiesto en
Madrid el Profesor Jerónimo Saiz, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón
y Cajal de Madrid, y la Doctora Margalida Gili, Decana de la Facultad de Medicina de
la Universidad de las Islas Baleares, en la presentación del “Informe para un Mejor
Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo”, en colaboración con Lundbeck.
La exclusión del mercado laboral, que con frecuencia provoca la depresión, potencia el
estigma del paciente y la merma económica, algo que contribuye a su vez a rebajar su
autoestima. Estos síntomas, unidos al aumento de incidencia del trastorno, sitúan a la
enfermedad como un problema capital para la economía, ya que constituye una de las
principales causas de baja laboral por incapacidad temporal y permanente.
Según el Prof. Saiz, “a consecuencia de la crisis económica, la precariedad en el empleo y
las posibilidades de ser despedido han aumentado, y el trabajador tiende a ocultar los
síntomas de una enfermedad como es la depresión, especialmente por el estigma que aún
hoy persiste de culpabilizar al enfermo de estarlo. Por tanto, vuelve el fenómeno del
presentismo: el paciente está en su puesto de trabajo pero no es capaz de realizar las
tareas que tiene asignadas porque la enfermedad no se lo permite. Trata de que no se le
etiquete como un mal trabajador, pero su rendimiento no es bueno, esto incrementa su
desvalorización y auto-reproche y constituye un problema”.
Tratar los síntomas cognitivos, vital para que el paciente recupere la funcionalidad
Aproximadamente, el 80% de la pérdida de productividad debida a la depresión puede
atribuirse a una inadecuada capacidad en la ejecución de las tareas más que a la
ausencia del puesto de trabajovi. En este sentido, se ha infravalorado la importancia de
los síntomas cognitivos en la depresión, uno de los síntomas residuales más
prevalentes que persisten tras la mejoría de la enfermedad pero siguen limitando la
actividad habitual del paciente: dificultades de atención y concentración, de memoria,
de toma de decisiones y planificación, de agudeza mental y velocidad de
pensamiento.
Para lograr que las personas que padecen depresión puedan llevar una vida lo más normal
posible, continuando con su actividad laboral, hay que tener en cuenta los síntomas
cognitivos de la depresión. En esta línea, varios estudios han apuntado que con el
tratamiento adecuado, los trabajadores pueden desempeñar con normalidad sus
funciones.
Esto implica un ahorro en bajas médicas y un incremento de la
productividad, así como una mayor integración en la organización, este último aspecto
clave para la recuperación de los pacientes.
Como explica el Prof. Saiz, “un paciente con depresión se puede reincorporar a su puesto
de trabajo cuando se siente capaz de hacerlo, los síntomas de la enfermedad han remitido
lo suficiente y ha recuperado sus capacidades básicas. En este sentido, los síntomas
cognitivos tienen mucha importancia para la recuperación funcional del trabajador con
depresión. Cuando hablamos de cognición muchas veces se piensa en temas muy
generales pero también hay que hacerlo en aspectos concretos como la función ejecutiva,
la capacidad para planificar, decidir, enfrentarse a situaciones… y todo esto también está
condicionado por la pérdida que la depresión induce en estas facultades”.
Para la Dra. Margalida Gili, “la sintomatología cognitiva constituye un síntoma nuclear de
la depresión. Con frecuencia la atención sobre las personas que padecen este trastorno se
ha centrado en la tristeza y en la pérdida de placer por actividades antes vividas como
satisfactorias. Sin embargo, investigaciones recientes muestran cómo estos síntomas
cognitivos contribuyen en gran medida a la discapacidad que genera este trastorno”.
El objetivo terapéutico de la depresión, en la actualidad, persigue que el paciente
recupere la funcionalidad, de modo que pueda desempeñar las tareas de su día a día
como lo hacía antes de la enfermedad. Por ello, resulta crucial prestar atención a la
presencia de síntomas residuales cognitivos, con el fin de detectarlos y tratarlos en
beneficio de la calidad de vida del paciente, pero también de las empresas. No en vano,
abordar correctamente la depresión y facilitar la reinserción redunda en la
productividad empresarial. Y es que los costes de tratar la depresión son mucho
menores que las consecuencias de no hacerlo .
Sin embargo, alrededor del 50% de los pacientes no llega a ser tratado
correctamente .
La clave del adecuado tratamiento de la depresión radica en
la detección precoz, fundamental para el mejor pronóstico de esta enfermedad,
caracterizada por síntomas afectivos, cognitivos y somáticos, además de con altas
tasas de recurrencia y tendencia a la cronificación.
¿Qué papel pueden desempeñar las administraciones y empresas?
Según pone de manifiesto el “Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el
Ámbito del Trabajo”, hasta el momento, no existen programas nacionales efectivos que
se hayan destinado a mejorar el problema de la depresión en el entorno laboral. Uno de
los motivos es que no se habían tenido en cuenta los enormes costes sobre el número de
personas afectadas, las empresas y la economía en su conjuntoix. Sin embargo, parece
evidente que las políticas públicas tienen un rol fundamental en combatir la depresión y
el impacto social y económico que esta enfermedad provoca a la sociedad.
Como explica la Dra. Gili, “en Europa, se han diseñado y aplicado algunos programas en
empresas con resultados positivos. El objetivo de estos programas se centra en promover
la salud mental, apoyar a los trabajadores cuando puedan estar en situación de riesgo y
enseñar a manejar los problemas de salud mental cuando estos aparecen. En España,
hasta donde conocemos, no existen programas de este tipo que requieren un esfuerzo
importante tanto económico como formativo, así como una continuidad en el tiempo, difícil
de imaginar durante los últimos años de crisis”.
El grupo de expertos autor del informe cree que España tiene un gran potencial para
convertirse en un referente en el tratamiento de la depresión en el ámbito laboral. Para
ello, argumenta, son necesarias medidas que comiencen con la sensibilización entre
decisores políticos, responsables sanitarios, empresarios y directivos de empresa,
así como los propios pacientes. El regreso del enfermo a su actividad previa es también
un momento crítico que requiere apoyo y flexibilidad.
“Las instituciones, administraciones públicas y las empresas deberían concienciarse de
que la depresión no es un problema del trabajador, es también un problema del empleador
y como tal, deberíamos aprender el ejemplo del manejo de otros trastornos crónicos en el
ámbito laboral, creando una estrategia de prevención y promoción de la salud, detección
precoz del trastorno, intervención sobre el mismo y manejo de la discapacidad que genera.
Todo ello, a partir de la evidencia científica publicada, que en estos momentos empieza a
ser considerable”, afirma la Dra. Margalida Gili.
En este sentido, la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo (2015-
2020) establece que la mejora de las condiciones de trabajo contribuye a reducir el coste
derivado de los accidentes laborales y las enfermedades profesionales y, así, debe servir
de catalizador para aumentar la productividad de las empresas, el crecimiento económico,
la generación de empleo y la mejora de la calidad de vida de los trabajadores. Este
objetivo puede aplicarse también a la depresión en el entorno laboral.
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15 March 2017
La depresión cuesta 92.000 millones de euros al año en la UE, principalmente por pérdida de productividad
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