El ser humano consume aproximadamente un 20% más de aire durante el ejercicio físico que en reposo,
motivo por el que las personas que practican deporte en el exterior están más
expuestas a la contaminación al inspirar mayores volúmenes de sustancias
tóxicas. Así lo afirma el doctor Fernando González Torralba, facultativo
especialista del Área de Neumología del Hospital Universitario del Tajo,
Aranjuez y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Madrileña de Neumología
y Cirugía Torácica (NeumoMadrid), quien explica también que, durante esta
práctica, en ocasiones, se respira directamente por la boca, por lo que la
nariz no actúa de filtro para las sustancias contaminantes.
A pesar de ello, el especialista remarca que el ejercicio físico tiene
importantes efectos saludables, ya sea en el interior o el exterior, pero
recomienda tener en cuenta algunos factores para evitar el impacto negativo de
la exposición a sustancias contaminantes. “En los entornos urbanos existe una
mayor concentración de contaminación en el aire”, asegura el doctor González
Torralba, quien señala, además, que uno de los órganos más frecuentemente
afectados por la polución es el pulmón, ya que está en contacto continuo con el
aire ambiente a través de la respiración.
“Los contaminantes que contiene el aire probablemente causan lesiones
oxidativas en las vías respiratorias, lo que provoca inflamación, remodelación
y un mayor riesgo de sensibilización”. Por ello, este especialista recomienda
evitar la práctica de deporte en el exterior los días con elevados niveles de
contaminación, así como hacerlo fuera de las horas de mayor contaminación
(evitar los momentos en los que hay más tráfico) y en el interior de parques o
fuera de las ciudades.
Aunque todas las enfermedades respiratorias crónicas son susceptibles de
empeoramiento ante la exposición a niveles elevados de contaminación ambiental,
las más afectadas son la enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC) y el asma. De
hecho, la contaminación atmosférica puede ser la causante de hasta un 10% de
las exacerbaciones de la EPOC.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año mueren 1,3
millones de personas como consecuencia directa de la exposición a la
contaminación, de las que más de la mitad se producen en países en vías de
desarrollo y un 25% son causadas por afecciones respiratorias. Además, la
evidencia científica también ha demostrado que la polución puede originar
alteraciones genéticas y epigenéticas en la población expuesta. En este
sentido, los perfiles de mayor riesgo son las personas con enfermedades
crónicas, menores de seis años, mujeres embarazadas, mayores de 65 años y
personas de estratos sociales bajos.
Principales contaminantes
El tráfico y la generación de energía son las principales fuentes de
contaminación del aire urbano. Entre los principales agentes contaminantes se
encuentran el ozono, monóxido de carbono, dióxido de carbono, dióxido de
azufre, óxidos de nitrógeno y partículas en suspensión (particulate matter por
sus siglas en inglés). En los últimos años las concentraciones de dióxido de
azufre, óxidos de nitrógeno y partículas sólidas en suspensión han disminuido
progresivamente gracias a las medidas de control que se han llevado a cabo en
muchos países, tal y como informa el doctor González Torralba, quien además
afirma que existe una creciente preocupación por los efectos adversos para la
salud de la presencia de partículas en el aire (PM 10 y PM2.5) y los oxidantes
fotoquímicos, unos contaminantes que provienen no solo de emisiones de fuentes
primarias sino que consisten también en formaciones secundarias y se han
extendido por todo el mundo.
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