El inicio de la época primaveral, que
comenzó oficialmente el pasado viernes, traerá consigo una serie de cambios,
como el comienzo de la temporada alta de alergias, que podrían afectar a la
salud de las personas más sensibles al polen. Como cada año, los pacientes
deben tomar medidas para prevenir sus efectos y reducir su impacto en la
calidad de vida ya que, con la floración y polinización del entorno, las
personas están más expuestas a sus efectos. Sin embargo, según los expertos,
para afrontar los cambios propios de la primavera desde el interior de los
hogares conviene cerrar persianas y ventanas entre las 4 de la madrugada y las
11 de la mañana.
“Durante este periodo de tiempo los granos
de polen suben al aire, se aerosolizan y con el viento, se transportan. Es
entonces cuando las personas alérgicas tienen la capacidad de inhalarlo, de
forma que estas partículas acceden a regiones sensibilizadas y empiezan a
desarrollar los síntomas propios de la alergia. Al estar confinados en casa,
los alérgicos a pólenes estacionales estarán más protegidos por la falta de
exposición, pero aquellos más sensibles al polvo o los animales pueden
desarrollar más síntomas”, explica Mariana Castells, catedrática de la Universidad de Harvard y directora del Programa de
Desensibilización a Fármacos del Brigham and Women’s Hospital de Boston.
Por su parte Antonio Torres Martí, jefe de
sección de Neumología y Alergia Respiratoria del Hospital Clínico de Barcelona
y consejero de la Fundación Gadea, incide en que “la sintomatología alérgica
más común es la rinitis, la mucosidad, los estornudos o la tos y, aunque es
difícil distinguirlo de un catarro, este tipo de alergias no suelen aparecer
repentinamente. Están presentes en el organismo durante muchos años y, como
tarde, aparecen en la fase de adulto joven, al entrar en contacto con un agente
externo y sensibilizarse. En cualquier caso, los niveles dependerán de la
inducción de la contaminación y el clima, si el polen no está flotando en el
ambiente, menos impacto tendrá en las personas alérgicas”=/span>
La consejera de la
Fundación Gadea, la Dra. Castells asegura que “los síntomas de la alergia no
incluyen fiebre y normalmente responden a antihistamínicos. Además, la tos está
directamente vinculada con episodios de asma para lo que se aplican inhaladores
antinflamatorios o broncodilatadores. Según las últimas investigaciones de
China y Corea, las alergias, en general, y el asma, la urticaria, las alergias
alimenticias y anafilaxis no son factores de riesgo o agravantes para la
infección por COVID-19”.
Por otro lado, la
experta añade que “según la hipótesis de la higiene, cuanto más limpios somos,
más contacto tenemos con agentes infecciosos y, por tanto, el sistema inmune
dispone de más tiempo para desarrollar alergias. Precisamente, el contacto con
el entorno natural hace que nuestro sistema esté en continuo funcionamiento y
evita este tipo de escenarios”. Además, añade, “el número de alérgicos sigue
aumentando progresivamente, especialmente en los países con más
industrialización y, aunque desde hace más de 100 años venimos desarrollando
vacunas y tratamientos que se pueden adquirir en la farmacia sin receta médica,
todo depende de la intensidad de los síntomas
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