La demencia es una enfermedad neurológica incurable y degenerativa. Aunque la evolución de esta patología no es la misma en todos los pacientes, a medida que avanza puede presentar secuelas como la pérdida progresiva de la memoria, dificultades para caminar o hablar, e incontinencia. También puede afectar en la autonomía de los pacientes para alimentarse, y problemas para ingerir de manera eficaz determinadas comidas o bebidas, lo que se traduce en el rechazo a la alimentación. Cuando una persona está en la fase final de la enfermedad con una gran pérdida de sus capacidades, lo que se denomina demencia avanzada, su esperanza de vida es muy limitada.
En distintas ocasiones, los pacientes que
presentan este cuadro pueden sufrir un empeoramiento en su estado debido, por
ejemplo, a una infección o efectos secundarios ocasionados por la medicación
prescrita, lo que podría implicar un mayor deterioro de sus capacidades,
explica el Dr. Francisco Pita, miembro del área de Nutrición de la Sociedad
Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “Algunas situaciones o
procesos agudos pueden contribuir a tener más dificultades para la alimentación
o movilización. A veces, son reversibles y tienen solución, se puede volver a
recuperar una capacidad y estado parecido al previo”.
En el caso de que existan dificultades
para poder comer o beber por la boca la cantidad necesaria de alimento y
líquido, tanto para mejorar o mantener su estado de salud en distintas
circunstancias y enfermedades, existe un tratamiento médico: la nutrición
enteral por sonda. “Un tratamiento médico que consiste en colocar una sonda por
la nariz hasta el estómago (sonda nasogástrica) o llegar al estómago a través
de un pequeño corte en el abdomen (gastrostomía). De esta forma, se facilita la
llegada del preparados nutricionales de farmacia y líquidos directamente al
aparato digestivo, habitualmente al estómago. Sin embargo, como cualquier tratamiento
médico, se debe tener en cuenta su eficacia y efectos secundarios, ya que en
personas con demencia no ha demostrado un beneficio claro” explica el experto.
Francisco Pita hace hincapié, además, en
la existencia de estudios científicos que analizan el efecto de la nutrición
por sonda en los pacientes con demencia avanzada en los que concluyen que la
aplicación de dicho tratamiento “no disminuye el riesgo de neumonía por
aspiración, no mejora su estado nutricional y funcional o su calidad de vida,
ni aumenta la supervivencia. Tampoco disminuye las probabilidades de desarrollo
de úlceras por presión”. Además, con este tratamiento “la persona tiene menos
interacción social, pierde el placer de saborear la comida y existe el riesgo
de arrancamiento de la sonda, con los daños y molestias que conlleva”.
La alimentación de confort, el
tratamiento nutricional más adecuado en la demencia avanzada
En el momento en el que una persona con
demencia avanzada tiene dificultades en la alimentación, se ofrece una valoración
médica para revisar la medicación y causas o infecciones que produzcan esa
situación.
Los expertos recomiendan adaptar la
textura y forma de los alimentos para que sean más fáciles y seguros de tragar,
asegurando que aporten un elevado número de nutrientes en pocas cucharadas.
Procurar que mantenga una buena postura durante la ingesta, así como facilitar
que se haga en un ambiente tranquilo y sin excesivos estímulos externos, será
beneficioso para el paciente.
En este sentido, una persona que no
realiza actividad ni desplazamientos no tiene tantas necesidades de nutrientes
como otras personas que sí tengan esa actividad. Por tanto, las cantidades de
alimentos y nutrientes no tienen que ser las mismas. Si la persona aun así no
es capaz de comer, el plan continúa con contactos frecuentes para asegurar la
higiene de la boca, la comunicación oral cariñosa o el contacto físico.
Desde la SEEN recuerdan que la nutrición
por sonda “no mejora la calidad de vida ni la supervivencia de las personas con
demencia avanzada”. Por lo que, recomiendan la alternativa que ofrece más
comodidad y calidad de vida, la alimentación oral de confort, que “no presenta
las complicaciones de los tratamientos con sonda y tiene resultados parecidos a
este tratamiento en cuanto a mortalidad y neumonía por aspiración”.
La decisión de la colocación de la sonda
para nutrición
La sociedad científica remarca la vital
importancia de respetar la voluntad del paciente. “En muchos de los casos no se
ha dejado por escrito instrucciones previas acerca de si hubiese preferido un
tratamiento u otro”, insiste el Dr. Pita. En este sentido, de cara a tomar la
decisión de emplear o no una sonda para nutrición en una persona con demencia
avanzada, es importante tener en cuenta si esta persona habría querido este
tratamiento, o si se considera que es el mejor tratamiento que se le puede
ofrecer en este momento, sabiendo que la alimentación de confort es una
alternativa que no tiene peores resultados ni más complicaciones.
La mejor protección disponible es la vacunación anual, preferentemente antes de que inicie la epidemia invernal. Las campañas de vacunación habitualmente empiezan en Octubre y son gratuitas. Se deben vacunar las personas de los grupos de riesgo y también los que conviven con ellos aunque sean jóvenes sanos. Evitar la exposición a casos de Influenza es muy recomendable, pero es muy difícil hacerlo. El lavado frecuente de manos ayuda a eliminar los contagios por contacto con los objetos contaminados por las secreciones de los enfermos. Los enfermos deben cubrirse la boca al toser, ya sea con un pañuelo o con la zona del pliegue del codo: NO hacerlo con las manos. El periodo en que es más contagioso un enfermo, es un día antes de que inicien los síntomas y 2 a 3 días después
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