El síndrome de burnout entre los profesionales sanitarios representa un problema significativo. Entre el 30 y el 40 % de las enfermeras lo padecen; el 38,2 % de los médicos presentaron uno o más síntomas de agotamiento en 2020; y su prevalencia se sitúa por encima del 40 % en los profesionales de atención primaria españoles, según la mayoría de estudios por lo que, dos de cada cinco profesionales sanitarios sufriría algún síntoma del síndrome de burnout, realidad que se ha puesto de manifiesto en la Jornada de Trastornos Afectivos, organizada por Lundbeck el pasado jueves en Barcelona.
Precisamente, los profesionales de atención primaria, urgencias y medicina interna presentan algunas de las tasas más altas de este síndrome de desgaste
profesional,
ya que “en las especialidades con mayor demanda, y en las que existe mayor
complejidad y gravedad de los pacientes, se da más grado de burnout”, aclara
la doctora Rosa Gutiérrez Labrador, Jefe de Sección de Psiquiatría en el
Hospital Universitario Infanta Sofía (Madrid) y especialista en medicina del
trabajo y en prevención de riesgos psicosociales.
Además, ser mujer, joven, tener un trabajo
de nivel inferior, menos años de experiencia, menor nivel
educativo y/o trabajar en turnos rotativos se asocian con mayores
síntomas de burnout entre los profesionales sanitarios.
Reconocido
por la OMS en
2019, el burnout o síndrome de desgaste profesional es el “resultado del
estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”,
según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Se
caracteriza por sentimientos de falta de energía o agotamiento; aumento
de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o
cínicos con respecto al trabajo; y una sensación de ineficacia y falta de
realización. El burnout se refiere
específicamente a fenómenos en el contexto ocupacional y no debe
aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida.
El
burnout es, además, un factor de riesgo para el desarrollo de patologías
psiquiátricas como depresión, trastornos de ansiedad, uso de sustancias y trastorno
de estrés postraumático, entre otros.
“La fase de
mayor gravedad del burnout es casi indistinguible, sintomáticamente, del
trastorno depresivo porque comparten sintomatología afectiva, cognitiva y
somática”, explica la
Jefe de
Sección de Psiquiatría en el Hospital Universitario Infanta Sofía, quien destaca que, “según
la bibliografía, del 38% de los profesionales que podrían sufrir burnout, el 7%
recibe también un diagnóstico de depresión y, de ese 7%, tan solo un 10% busca
ayuda profesional para el tratamiento de ese trastorno depresivo”.
Consecuencias del burnout
El burnout conlleva consecuencias negativas
tanto para la salud y bienestar de los profesionales sanitarios como para la
calidad de la atención que se presta a los pacientes. Entre las primeras, repercusiones
personales como manifestaciones psicosomáticas -fatiga crónica,
cefalea, trastornos del sueño y gastrointestinales, problemas
cardiovasculares-; conductuales -aumento de conductas violentas y de
comportamientos de riesgo relacionados con el control de impulsos, conducta
suicida-; emocionales -distanciamiento afectivo, impaciencia, irritabilidad,
desconfianza y actitudes defensivas- y cognitivas -dificultad para
concentrarse con diminución de memoria, peor razonamiento abstracto, déficit en
la elaboración de juicios-[ que disminuyen el rendimiento
y dan lugar a un aumento de errores médicos.
“Se han descrito hasta 12 patologías que
son más frecuentes entre en los profesionales sanitarios con burnout, entre
ellas, enfermedades cardiovasculares, asmáticas y musculoesqueléticas, e,
incluso, se habla de un aumento de la mortalidad en menores de 40 años”, puntualiza la Dra.
Gutiérrrez Labrador.
Además, el burnout produce
también repercusiones laborales, tales como insatisfacción y deterioro del
ambiente laboral, disminución de la calidad del trabajo, absentismo laboral, reconversión
profesional y abandono de la profesión. Por tanto, además del coste humano,
el burnout se asocia también con un elevado coste económico.
Factores que influyen en el burnout de los profesionales sanitarios
Para la Dra.
Gutiérrez Labrador, “hay dos factores fundamentales que influyen
en el síndrome de burnout de los profesionales sanitarios, por un lado, la
organización y la carga de trabajo y, por otro, la dificultad para conciliar la
vida personal y la laboral”.
En palabras de la doctora Verónica Olmo Dorado, especialista en
Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Salud Torreblanca (Sevilla) y
coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Mental de SEMERGEN, “el síndrome de burnout
tiene un origen multifactorial, en el que intervienen el estrés crónico, las
dificultades en la relación médico-paciente, el sufrimiento del paciente, las
carencias de formación psicológica, la falta de apoyo social y el tiempo de
consulta, así como las altas exigencias institucionales y las demandas del
paciente, sin olvidar algunos rasgos de personalidad, como baja estabilidad
emocional, ansiedad, perfeccionismo, idealismo y excesiva implicación en el
trabajo, que se asocian de manera significativa con puntuaciones elevadas de burnout”.
En este
sentido, la Dra. Gutiérrez Labrador señala que “las altas tasas de
burnout entre los profesionales sanitarios sugieren que es el sistema de
trabajo, más que la personalidad, el principal factor causal de este síndrome
de desgaste profesional”.
Prevención y abordaje
La
prevención del burnout se debe plantear desde dos esferas, que tienen que ver con
“la introducción de cambios organizativos y con el aumento de la resiliencia de
los profesionales”, en opinión de la Dra. Gutiérrez Labrador.
Para
la Dra. Olmo Dorado, “la prevención del síndrome de burnout en el
médico de familia precisa de medidas a nivel institucional que disminuyan los
principales factores que generan estrés; conseguir una distancia adecuada entre
las demandas institucionales y las de los pacientes; ajustar el grado de
implicación emocional a la tarea que se esté llevando a cabo; y disminuir la
autoexigencia, hiperresponsabilidad, competitividad y expectativas”.
Además,
abordar los factores psicológicos y sociales, con formación en técnicas
de afrontamiento, manejo de las emociones y mejora del autocuidado, puede mejorar
la resiliencia del médico y disminuir la ansiedad y los efectos
del estrés crónico laboral. “Mejorar la gestión de la organización
de los centros, adecuando el tiempo por paciente de las consultas, disminuyendo
la carga de trabajo y permitiendo mayor capacidad de autogestión, el
reconocimiento de los esfuerzos y buenos resultados y la mejora de los salarios son otros
aspectos que se deben considerar”, matiza la Dra. Olmo.
“El abordaje de este síndrome ocupacional busca la
recuperación del profesional, aumentado su autoestima y seguridad y
planteándole la posibilidad de un afrontamiento de los problemas más claro,
realista y eficiente. Se han planteado terapias cognitivo-conductuales,
técnicas de relajación, mindfulness, distintas alternativas para mejorar la
resiliencia y compensar esas dificultades de agotamiento, de afrontamiento
evitativo, de valoración del propio trabajo clínico”, explica la Dra.
Gutiérrez Labrador.
Burnout, una realidad más
allá de los sanitarios
El síndrome de burnout es también una
realidad en otros sectores profesionales, “con una prevalencia de
alrededor del 7-8 % entre la población general trabajadora”, afirma la Dra.
Gutiérrez Labrador.
Como explica la coordinadora del Grupo
de Salud Mental de SEMERGEN, “las
profesiones en las que se observa un mayor grado de burnout son las de la
enseñanza, psicología, servicios sociales y profesionales de la salud”.
La sintomatología es común a todos los trabajadores afectados
por el síndrome de burnout. “Estos síntomas van desde las cefaleas,
irritabilidad, crisis psicológicas, falta de motivación, insatisfacción, fatiga
física, baja autoestima, hasta depresión, trastornos del sueño, actitudes
negativas con respecto a sus compañeros de trabajo, compromiso nulo y deseos de
abandonar el trabajo que desemboca en absentismo”, detalla la Dra.
Verónica Olmo.
Para la psiquiatra Gutiérrez Labrador, “lo que vemos
en consulta son cuadros depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos por
somatización, abuso de sustancias, que el paciente relaciona con la situación
de estrés laboral que está viviendo”, por lo que considera que “el estilo de liderazgo
tiene que cambiar en las empresas hacia un modelo en el que el bienestar de los
trabajadores sea importante, algo fundamental para prevenir el burnout”.
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