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25 November 2008

El control global del asma debe conjugar el control clínico actual y el riesgo futuro de reagudizaciones

El control global del asma ha sido la cuestión central abordada por los más de 100 alergólogos y neumólogos de toda Europa que se han dado cita en Madrid con motivo de la reunión Estableciendo cimientos firmes para una nueva era en el manejo del asma, organizada por AstraZeneca. "A la hora de valorar y tratar a los pacientes con asma siempre hay que tener en cuenta tanto el control clínico actual, definido por la presencia de síntomas de obstrucción al flujo aéreo, de limitación de las actividades, de despertares nocturnos y de absentismo laboral o escolar de la enfermedad, así como el riesgo futuro de padecer una agudización grave de los síntomas, sufrir exacerbaciones, tener una pérdida progresiva de la función pulmonar o de sufrir efectos adversos del tratamiento", ha explicado el doctor Santiago Quirce, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario La Paz, en Madrid.

En la reunión se hizo especial hincapié tanto en el punto de vista de la valoración del paciente, como en el seguimiento y el tratamiento. Además, se explicó cómo habían evolucionado los conceptos de gravedad y control en el asma. Según el doctor Quirce, "es muy importante diferenciar ambos conceptos ya que durante algún tiempo se confundían y se insistía sobre todo en la gravedad mientras que hoy en día se insiste más en el control. El control se define como la medida en la que las manifestaciones clínicas del asma están reducidas o desaparecen por completo como consecuencia del tratamiento".
Tanto la gravedad como el control se basan en los síntomas, la afectación y el deterioro de la función pulmonar, entre otros parámetros. Por lo que los criterios para valorar la gravedad y el control son parecidos. "Podemos decir que la gravedad es ver el vaso medio vacío y el control es verlo medio lleno. Desde que se dispone de tratamientos más eficaces, las probabilidades de ver el vaso medio lleno y de que los pacientes estén bien controlados son más altas. Sin embargo, esto suele pasar más en la teoría que en la práctica. En los ensayos clínicos sí que se consiguen unos grados de control muy aceptables pero en la vida real el porcentaje de pacientes que no están bien controlados todavía es alto, como poco entre el 55 y el 60 por ciento".

Otro de los temas destacados de la reunión fue el referente a la eficacia del tratamiento con Symbicort en posología SMART*, que consiste en utilizar la combinación de budesónida y formoterol tanto como tratamiento de mantenimiento como a demanda para el alivio de los síntomas. "La eficacia de este tratamiento enlaza con la importancia que tiene diferenciar los dos dominios del control del asma: el control clínico diario y el riesgo futuro. Con la terapia SMART* se consigue al menos, el mismo control clínico actual y se disminuye el riesgo de tener exacerbaciones".
Una de las mayores dificultades a las que se enfrentan los especialistas es la reducción del tratamiento cuando un paciente tiene su patología controlada. En este sentido, el doctor Quirce ha destacado que "no hay pautas muy claras de en qué momento hay que intentar bajar las dosis o cambiar los medicamentos. En la actualidad se modifica el tratamiento según el criterio del médico siempre y cuando el paciente lleve, al menos, tres meses estabilizado". Los distintos fenotipos del asma tampoco facilitan esta labor. "En la mayoría de los pacientes hay una concordancia entre la inflamación y los síntomas, en los que sería más fácil modificar el tratamiento basándonos en los síntomas. Mientras que en aquellos pacientes en los que hay una discordancia entre los síntomas y la inflamación sería necesario ayudarse de alguna medición de la inflamación".

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