La tasa de asma entre los deportistas de élite es mucho más elevada que la que se registra entre la población general. Hasta tal punto es así que la prevalencia de esta enfermedad en el colectivo de personas que practican deportes considerados “de invierno” es más del doble que la de los ciudadanos que practican ejercicio de manera moderada. Partiendo de estos datos, la Fundación Jiménez Díaz-Capio ha puesto en marcha un proyecto que ha sido premiado con una de las II Ayudas a la Investigación de la Cátedra Real Madrid de la Universidad Europea de Madrid y que tiene como objetivo investigar los mecanismos intrínsecos que intervienen en este fenómeno.
“Esta investigación ayudará a comprender mejor este proceso y, por tanto, a optimizar el tratamiento de los deportistas que lo necesitan y a aumentar así su rendimiento”, asegura Celia Rico, coordinadora de la Cátedra Real Madrid de la Universidad Europea de Madrid, quien también señala que con las II Ayudas a la Investigación “se materializa nuestro compromiso con la investigación científica de excelencia para generar nuevo conocimiento susceptible de ser empleado en la gestión integral del ocio, la salud y el deporte”.
El asma es una enfermedad no poco frecuente. Sin embargo, si en la población general su prevalencia se sitúa aproximadamente en un 15%, este porcentaje supera el 25% entre los deportistas que practican deportes considerados de verano –fútbol, ciclismo, natación, etc.-, según explica la investigadora principal del proyecto, Victoria del Pozo, quien desarrolla su labor en la Fundación Jiménez Díaz-Capio y en el CIBER de Enfermedades Respiratorias. En el caso de quienes practican un deporte considerado de invierno, como el esquí, el patinaje sobre hielo, etc., al respirar aire frío y particulas de hielo, la prevalencia puede llegar al 55%.
-Epitelio amenazado
Según explica Victoria del Pozo, cuando se hace deporte de alto rendimiento se respira un mayor volumen de aire que en condiciones de reposo, lo que provoca que haya una pérdida de agua en el epitelio bronquial y que se produzca broncoconstricción contraigan respuesta a esta amenaza. “En una persona que haga una cantidad normal de ejercicio, esto se recupera sin ningún problema. Sin embargo, en los deportistas que están bajo un alto esfuerzo continuado, el mecanismo de reparación se altera y el problema se hace crónico pudiéndose producir un daño, a veces relevante Lo que intentamos averiguar con nuestra investigación son los mecanismos que influyen en este proceso”, explica.
“Hay muchos deportistas que son conscientes de que padecen asma y están en tratamiento, pero hay otros que lo desconocen, que achacan su fatiga al cansancio normal del esfuerzo y no a la broncoconstricción y que tienen un menor rendimiento deportivo del que podrían” explica. “Generalmente los que tienen alguna otra alergia como al polen, al polvo etc., tienen este trastorno más identificado”, añade Victoria del Pozo. Los resultados de la investigación permitirán identificar mejor a los individuos que tienen este daño celular y optimizar
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¿y si eres deportista de élite, eres asmático y te tratas cometes doping?
ReplyDeletePuede ser debido también a la gran cantidad de particulas tóxicas o contaminantes que se generan además en los medios urbanos. Tiene algo que ver la fase gaseosa de muchos componentes volátiles del aire?.
ReplyDeleteBURBUJAO2 BY ZONAIR3D Un espacio dónde respirar aire puro. Alergias, Asma, Enfermedades cardiovasculares por contaminación ambiental.
ReplyDeleteAlgunos expertos plantean que la exposición diaria a la contaminación debería considerarse un nuevo factor de riesgo cardiovascular
No es una novedad que la contaminación resulte perjudicial para la salud. Muchos estudios ya han demostrado su influencia en la aparición de determinadas enfermedades, sobre todo las que afectan al sistema respiratorio, pero lo que resulta nuevo es la evidencia, cada vez más indiscutible, de su relación con enfermedades cardiovasculares como la trombosis venosa e, incluso, en la arterioesclerosis.
* Autor: Por TERESA ROMANILLOS
* Fecha de publicación: 20 de junio de 2008
Una nueva investigación que relaciona los niveles de contaminación atmosférica con un mayor riesgo de trombosis venosa viene a sumar datos a la evidencia. El estudio, publicado recientemente en la revista "Archives of Internal Medicine", ha sido realizado en la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston (EE.UU.). Los investigadores han evaluado la exposición a partículas contaminantes en 870 pacientes que habían sido diagnosticados de trombosis venosa profunda (TVP) en Lombardía (Italia) entre 1995 y 2005, comparándolos con 1.210 pacientes sanos.
Se midió la exposición a partículas de menos de 10 micrómetros de diámetro, que son las consideradas más perjudiciales para el sistema cardiovascular. Los resultados evidenciaron que los individuos que habían padecido una trombosis venosa, en general, estaban sometidos a una mayor exposición a la contaminación atmosférica que los controles sanos. Concretamente se calculó que, por cada aumento en la exposición durante el año anterior de 10 microgramos por metro cúbico de partículas, el riesgo de trombosis aumentaba en un 70%.
En días con mayores niveles de contaminación hay más personas que sufren un evento cardíaco
A los ya conocidos factores que predisponen a la arterioesclerosis , como el tabaco, la dieta inapropiada o la falta de ejercicio, se añade la investigación del papel de otros nuevos, entre los que se encuentra la contaminación ambiental. Algunos estudios epidemiológicos ya han confirmado que en los días con mayores niveles de contaminación hay más personas que sufren un evento cardíaco, y lo que se plantea ahora es si la exposición diaria a la contaminación debería considerarse un nuevo factor de riesgo cardiovascular.
Cada vez hay mayor evidencia de que los contaminantes atmosféricos elevan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Está demostrada estadísticamente la relación entre el nivel de contaminación atmosférica y la incidencia de cardiopatía isquémica (angina e infarto de miocardio), arritmias e insuficiencia cardiaca. Estudios efectuados mediante experimentación animal han ido más lejos demostrando el papel de partículas contaminantes en la génesis de las lesiones arterioscleróticas.
Según un estudio efectuado por investigadores norteamericanos, determinadas partículas contaminantes provocan estrés oxidativo y ateroesclerosis precoz. Las partículas de menor tamaño -con diámetro inferior a 2,5 µm (PM2.5)-, son las que resultan más perjudiciales, debido a su mayor potencial oxidativo. Como mecanismo mediador de este fenómeno se han descrito, entre otros, cambios a nivel del óxido nítrico provocados por oxidantes ambientales.
Incremento del estrés oxidativo
Otro estudio, realizado por Barbara Hoffman, también ha demostrado la relación entre contaminación y arterioesclerosis. El trabajo se llevó a cabo con 4.500 individuos que residían en tres ciudades del área industrializada de la región del Ruhr, Alemania. Se encontró que el grado de calcificación arterial estaba directamente relacionado con la distancia entre la vivienda y el tráfico pesado. En comparación con los individuos que vivían más alejados, la calcificación fue un 63% más alta para los que vivían a menos de 50 metros.
Riesgos de la TVP