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29 October 2012

LOS FACTORES EMOCIONALES CAUSANTES DE DIFICULTADES DE APRENDIZAJE ESTÁN INFRADIAGNOSTICADOS

Uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 24 años dejaron sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria, frente a la media europea, que habla de uno de cada cinco, según los datos recogidos por la Unesco en la edición 2012 del estudio anual Educación para Todos. En cuanto al informe PISA, los resultados de España colocan al país por debajo de la media de la OCDE, una de las principales causas de este resultado es el alto nivel de fracaso escolar, con un 36% de repetidores, que hace bajar la media española. ¿Por qué algunos niños no aprenden al mismo ritmo que sus compañeros? es la pegunta que surge a la luz de esta realidad.

La doctora Begoña Ereño, psiquiatra del Instituto Burmuin, busca respuesta y subraya que “las causas por las que no consiguen aprender al mismo ritmo que la mayoría pueden ser muy dispares. Hay distintas etiologías, desde las emocionales –depresión, ansiedad, miedos y fobias, y trastornos del sueño, relacionales o  de alimentación entre otros–, hasta las neurológicas (TDAH, dislexia, discalculia –problemas en el aprendizaje de las matemáticas– o  trastornos del desarrollo), pasando por alteraciones de la conducta”.
Considera la especialista que “en la actualidad los factores emocionales causantes de dificultades de aprendizaje están infra-diagnosticados. Un ejemplo es la depresión, que en el niño se manifiesta con unas características diferentes al adulto. Así”, prosigue la experta, “en el niño aparecen somatizaciones a nivel digestivo (dolor de tripa), alteraciones del sueño, aislamiento social o cambios de conducta con agresividad sobre las que hay que prestar una especial atención”.
“Por el contrario”, matiza la especialista de Burmuin, “hay otras etiologías como el TDAH en el que se engloban problemáticas de conducta o problemas de atención que no corresponden a dicha patología. Hay que considerar que no todos los problemas de atención son un TDAH, al igual, por ejemplo, que no todos los niños bajitos tienen un problema de déficit de hormona de crecimiento”. Desde esta perspectiva, se calcula que alrededor de un 5% de los casos están sobrediagnosticados.
A la hora de identificar las causas que originan las dificultades de aprendizaje “es importante realizar una valoración del niño y su medio, tanto familiar como escolar, desde una perspectiva multidisciplinar e integral para entender las dificultades y el origen de las mismas. En este caso, el papel de la familia a la hora de identificar los primeros síntomas”. ¿Cuándo pedir ayuda?, se preguntarán éstos. “Sin que exista un patrón determinado, cuando su aprendizaje no siga el curso de lo esperable para su edad y cuando se observen cambios en las actitudes y el comportamiento del niño, tanto por parte de los padres como del profesorado”.

La evaluación y diagnóstico ha dado un salto cualitativo en este campo en los últimos años. “La incorporación de pruebas de neuroimagen, neuro-psicológicas y psico-pedagógicas, que permiten realizar una cartografía cerebral, aminoacidograma, test de atención a través de programas de realidad virtual en los que se recrean un aula y test genéticos y farmacogenéticos son herramientas habituales en el diagnóstico. Por todo  ello es importante que el equipo multidisciplinar que conste de diferentes especialistas, médico psiquiatra, psicólogos, pedagogos, neuro-psicologos y pediatra”.
Tratamiento
En lo que se refiere al tratamiento adecuado para corregir los trastornos de aprendizaje, Begoña Ereño considera que “debe ser integral desde dos puntos de vista: el tipo de intervenciones a realizar y en cuanto a las personas que deben participar en el mismo. En el primer caso, exige un carácter multidisciplinar, es decir, debe ser un tratamiento médico, psicológico y psicopedagógico. Y en lo referente a las personas que han de participar en el tratamiento junto al niño o el joven, se incluye a su familia y, en algunos casos, a su entorno escolar”.
Desde la consideración médica, “será el diagnóstico el que identifique la intervención adecuada, que incluirá un tratamiento farmacológico cuando se requiera. De igual modo, el tratamiento ha de abordar los hábitos higiénicos-dietéticos-tóxicos (sueño, horarios, alimentación,…) adecuados para favorecer el desarrollo de la persona afectada”, asegura la especialista de Burmuin.
La integración en el tratamiento de “una terapia psicopedagógica personalizada tiene como objetivo aportar al niño, niña o adolescente las herramientas necesarias para mantener el ritmo de aprendizaje marcado por el nivel educativo en que se encuentre. Se pretende mejorar el rendimiento académico y realizar acciones dirigidas a la mejora de su adaptación escolar. Debido al desarrollo de la tecnología se ha producido un avance considerable en las herramientas de neuro-rehabilitación funcional y estimulación cognitiva (memoria, atención, velocidad de proceso,…) que facilitan este trabajo de reintegración”.
Considera Begoña Ereño que “la intervención en las dificultades de aprendizaje se ha centrado en numerosas ocasiones en los aspectos académicos dejando de lado las emociones. La terapia psicológica con niños y adolescentes tiene por objetivo bajar los niveles de ansiedad y mejorar la autoestima de los niños o jóvenes afectados”.

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