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Existe una interconexión bidireccional
entre el reloj
circadiano y la
obesidad
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Las personas con disminución en el descanso nocturno y
cambios en los horarios de ingesta sufren trastornos que perpetúan la
cronodisrupción, aumentando la prevalencia de obesidad y diabetes mellitus tipo
2
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La caracterización genética y la identificación
de los desincronizadores ambientales permite revertir la cronodisrupción y
mejorar el tratamiento de la obesidad
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Se recomienda preservar los tiempos de ingestas,
la actividad física y un tiempo de sueño de al menos 6 horas
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En ocasiones, la pérdida de peso no adecuadamente
controlada en personas con obesidad supone la pérdida de masa muscular, dando
lugar a la obesidad sarcopénica
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“En las personas con obesidad no nos debemos
quedar solo en los kilos; es importante conocer su composición corporal y su
función muscular”, advierte la Dra. María D. Ballesteros-Pomar
El buen funcionamiento del ritmo impuesto por el ciclo sueño-vigilia,
controlado por relojes genéticos a nivel cerebral y de manera específica en
cada órgano, es un determinante de salud, una pieza clave en el correcto
funcionamiento de nuestro organismo, de forma que su disrupción o
alteración se asocia con la aparición de enfermedades metabólicas. De hecho, se
considera que la cronobiología (que se encarga de estudiar nuestro reloj
biológico) puede ayudar a prevenir, enfocar y optimizar el resultado del
tratamiento de la misma.
Estudios
epidemiológicos y clínicos han demostrado que modificaciones de factores tales
como el patrón de sueño, los horarios de las ingestas o el trabajo nocturno se
traducen en mayor prevalencia obesidad. La cronodisrupción (una alteración
del considerado ritmo circadiano normal) afecta el metabolismo del tejido
adiposo y modifica la secreción de hormonas relacionadas con el balance
energético, lo que termina por provocar un aumento de peso. Una mesa
redonda celebrada en el contexto del XVIII Congreso Nacional de la Sociedad
Española de Obesidad (SEEDO) ha revisado el Impacto
de la cronobiología en la composición corporal y en el riesgo de desarrollar
enfermedades como la obesidad o la diabetes.
El metabolismo tiene
un ritmo circadiano, donde
la ingesta, el
gasto energético, la utilización
de la glucosa,
la secreción de
insulina y la
sensibilidad a la
misma están sujetos
a cambios relacionados
con el día
y la noche (ciclo
de sueño-vigilia). En
las últimas décadas,
se ha descrito
la asociación entre
alteraciones en el
ritmo circadiano
derivadas del estilo de
vida (trabajos y
comidas de horario
nocturno) y enfermedades tan
prevalentes como la diabetes tipo
2 y la obesidad.
Reloj circadiano y obesidad: una relación bidireccional
El reloj
circadiano es un circuito
de retroalimentación genético ubicado en
el hipotálamo; pero, además,
existen relojes circadianos en
una gran variedad
de tejidos periféricos (hígado,
corazón, pulmón, riñón
y fibroblastos entre
otros), capaces de modular
la información recibida para determinar nuestro ritmo
biológico.
En modelos
animales y en células humanas, como explica la Dra. Carolina López Cano, del
Servicio de Endocrinología
y Nutrición del Hospital Universitari Arnau de Vilanova (Lleida), se ha
demostrado que “la función
alterada de los
genes reloj puede
dar como resultado
alteraciones del metabolismo hidrocarbonado, adipogénesis, obesidad, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia
e hiperleptinemia, debido
a cambios en
el ritmo de
alimentación diurno y cambios
en el gasto
energético”.
En estudios
clínicos llevados a cabo en trabajadores
con turnos nocturnos se evidencia la interconexión
bidireccional entre el
reloj circadiano y
la obesidad. El riesgo de
obesidad aumenta en personas con disminución en el descanso nocturno y
cambios en los horarios de ingesta, así como se observan cambios
inflamatorios en el hipotálamo, alteraciones en la secreción circadiana de
hormonas implicadas en el balance energético y otros trastornos que perpetúan
la cronodisrupción y aumentan la prevalencia de obesidad y de DM tipo 2.
Aplicación en intervenciones terapéuticas
Pero estos hallazgos también tienen una traducción positiva. Como
asegura la Dra. López Cano, “es creciente la investigación clínica que
demuestra la relevancia de
la cronobiología en
las intervenciones terapéuticas
de la obesidad”; de hecho, según opina, “la
cronobiología y las disrupciones de la misma van a corroborar la importancia de
un hábito de vida bien ‘sincronizado’ para ofrecer mejoras en el tratamiento de
la obesidad”.
Entre otros hallazgos, y
solo a modo de ejemplos, se ha puesto de relieve el impacto de las
variaciones estacionales que condicionan
cambios en variables
metabólicas y en
la pérdida ponderal de pacientes tras someterse a una
círugía bariátrica. Igualmente, se ha confirmado que se puede obtener un mayor beneficio de
la actividad física en
los parámetros relacionados con el metabolismo de los hidratos de carbono cuando
ésta se realiza en horario vespertino.
En general, se aconseja tener en consideración la posible alteración en el
ritmo circadiano de las personas con obesidad, como abordaje inicial y tratando
de buscar los determinantes psico-sociales que influyen en estos ritmos. “En
cada individuo, el determinante será diferente, pero un punto importante es intentar
preservar los tiempos de ingestas, la actividad física y un tiempo de sueño de
al menos 6 horas”, apunta la especialista del Hospital Universitari
Arnau de Vilanova, quien asegura que “la caracterización genética y la
identificación de los desincronizadores ambientales nos permitirán revertir la
cronodisrupción y mejorar el tratamiento de la obesidad”.
Diabesidad y sarcopenia
En la misma sesión científica de este Congreso, se ha profundizado en un
problema especialmente frecuente y preocupante, que confirma la importancia
de conocer tanto la cantidad de masa grasa como la cantidad y función de
la masa muscular. La obesidad sarcopénica se produce cuando coinciden el
aumento de masa grasa que corresponde a la obesidad con una baja masa y función
muscular; y si, además, coexiste una baja masa ósea aparece la obesidad
osteosarcopénica.
“En ocasiones, la pérdida de peso no adecuadamente controlada en
personas con obesidad supone pérdida de masa muscular y, por tanto, se produce obesidad
sarcopénica”, afirma la Dra. María D. Ballesteros-Pomar, responsable Unidad de Nutrición Clínica y
Dietética, Endocrinología y Nutrición del Complejo Asistencial Universitario de
León, quien subraya que “en las personas con
obesidad no nos debemos quedar solo en los kilos, sino que es importante
conocer su composición corporal y su función muscular”.
En un reciente
estudio de su grupo de investigación se estimaba que un 22,6% de las
personas con obesidad tienen criterios diagnósticos de obesidad sarcopénica
y un 6,5% presentan criterios de obesidad osteosarcopénica. En estas personas,
la prevalencia de diabetes fue de 36% si solo tenían obesidad y
de 50% si, además, registraban una obesidad sarcopénica
En base a esta realidad, la especialista del Complejo Asistencial
Universitario de León aconseja, en primer lugar, seguir las medidas habituales
de prevención tanto de la obesidad como de la sarcopenia. Pero, además, insiste, “se debe planificar bien el tratamiento
dietético (con una adecuada cantidad de proteínas y otros nutrientes), así
como promover el ejercicio físico, durante la pérdida de peso”.
Actualmente no se
dispone de fármacos comercializados que sean específicos para hacer frente a la
obesidad sarcopénica, pero sí hay algunos medicamentos en diferentes fase de investigación.
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