Los pacientes de cáncer colorrectal, al igual que los de otras patologías, una vez diagnosticados reciben las indicaciones de un tratamiento cuya progresión ha de observarse y modificarse en función de la evolución de la persona y su respuesta a cada pauta del mismo. Los efectos secundarios que se derivan de los diferentes tratamientos de cáncer colorrectal son bien diferentes en función de cada tipo de tratamiento: cirugía, radioterapia, quimioterapia u otros, en cuyo caso también influirán otros factores como el tipo de fármaco utilizado, la dieta, etc., además de las características del propio paciente. “Este tipo de efectos no se pueden generalizar, hay que matizar porque podemos encontrarnos con un gran número de supuestos y por lo tanto, es clave que la atención a ese proceso sea individualizada”, afirma Concha Vila, enfermera del Área de Oncología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y miembro del Comité Asesor de Europacolon España.
Los profesionales de enfermería tienen un papel importante en el camino del paciente que comienza una terapia oncológica. Ocurre, además, que existe personal enfermero para tareas muy específicas y diferenciadas: educación sanitaria, preparación de quimioterapia, administración de quimioterapia, enfermeras de planta, en ensayos clínicos, nutricionistas, entre otras. Son un conjunto de profesionales dentro del tratamiento.
Educación sanitaria
El concepto de ‘educación sanitaria’, un modelo de consulta desarrollado por Concha Vila en el Clínico de Madrid, sobre un modelo que se encuentra aún en pocos hospitales de España, se basa, según explica, “en informar al paciente oncológico, de forma individualizada y con intimidad, de en qué consiste ese tratamiento en cada momento, qué efectos secundarios puede tener y cómo los puede manejar. Es una consulta centrada en el paciente y en la familia que siempre lo acompaña en estas sesiones”.
La primera cita de esta consulta es larga ya que se trata de un paciente que empieza su tratamiento y hay que explicarle todo lo que le está sucediendo de forma detallada y detenidamente. Acto seguido, se le entrega documentación escrita del proceso: cuál es su tratamiento, cómo lo debe manejar y se le facilita el teléfono de la enfermera para realizar consultas puntuales cuando lo estime necesario por esta vía o bien a través de cita previa, según la evolución de cada paciente.
Actitud del paciente
En cuanto a la actitud del paciente, “hay que ser cautos porque, aunque puede contribuir a una posible mejoría, si se hace mucho hincapié en ello, llega un momento en que puede sentirse culpable si no observa resultados positivos y llegar a pensar que hay algo que está haciendo mal. Simplemente las cosas no van bien a veces porque biológicamente no funcionan y ante eso el paciente no tiene recursos propios. De hecho, la actitud de los que les cuidamos también importa, sostiene Vila.
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