A
pesar de la cada vez mayor seguridad de las técnicas quirúrgicas, hasta
el 90% de las personas con obesidad no se opera por temor a la
intervención: esta es una realidad que las nuevas técnicas endoscópicas
para tratar este problema podría llegar a cambiar, dado que ya existen
al menos siete alternativas para el tratamiento de la obesidad que no
requieren una intervención quirúrgica, y a las que los pacientes ya
pueden tener acceso. Tal como explica el doctor Gontrand López-Nava, director de la Unidad de Tratamiento Endoscópico de la Obesidad del hospital HM Universitario Sanchinarro de Madrid, “gracias
a estas nuevas técnicas podemos hablar de un paso de gigante, desde la
cirugía hasta la endoscopia sin cicatrices: es la era de la endoscopia
bariátrica, que puede hacer que muchos pacientes pierdan el miedo a
someterse a un tratamiento para su obesidad”.
Entre
las técnicas existentes, destacan por ejemplo, diferentes técnicas de
reducción de estómago que se realizan por vía oral y que no dejan ningún
tipo de cicatriz externa; asimismo existen los denominados balones
ingeribles, que se tragan en forma de cápsula y se hinchan una vez en el
estómago logrando así una saciedad más rápida y haciendo que se reduzca
por tanto la ingesta de alimentos. La colocación de una barrera en el
intestino que limite la absorción de los alimentos (método Endobarrier)
es otra fórmula, específicamente recomendada cuando existe diabetes tipo
2, para lograr reducir la obesidad y modificar hábitos en el paciente
para evitar recaídas.
“La existencia de tantas alternativas -asegura el doctor López-Nava- permite
que podamos personalizar el tratamiento de cada persona en función de
sus necesidades y de su perfil y hacer por tanto una medicina
individualizada. La obesidad es un problema que puede tener varios
orígenes y, por ello, es necesario realizar un estudio particular en
cada caso”.
Así,
por ejemplo, el Índice de Masa Corporal (IMC) del paciente es uno de
los indicadores que conducen hacia una u otra técnica, como también lo
es el número de kilos que sea necesario perder o la presencia de otra
enfermedad; “es el caso de la diabetes tipo 2, por ejemplo; el
denominado método Endobarrier está especialmente indicado en personas
obesas con esta enfermedad”, asegura el doctor López-Nava.
Para
que un tratamiento de la obesidad sea efectivo ha de lograr modificar
los hábitos de vida del paciente y eso se consigue teniendo en cuenta,
en cada caso, sus costumbres alimenticias, estilo de vida, las
circunstancias personales y laborales e incluso los cambios físicos que
pueden afectar al tratamiento. La obesidad es una enfermedad
multifactorial que requiere un abordaje terapéutico multidisciplinar
para lograr buenos resultados: es un problema al que contribuyen
factores genéticos y ambientales, enfermedades endocrino-metabólicas o
aspectos de la esfera emocional. Por ello, “es necesario realizar un
seguimiento personalizado por partes. Por ejemplo, el endocrinólogo se
encargará de tratar los problemas metabólicos, el nutricionista podrá
guiar al paciente sobre el mejor método a seguir y el asesor deportivo
le podrá enseñar el tipo de ejercicio más adecuado para cada persona” añade el doctor López-Nava.
Consecuencias de un tratamiento inadecuado de la obesidad
Un
tratamiento inadecuado de la obesidad no ayuda a adquirir hábitos de
alimentación y de vida saludables y, por lo tanto, al abandonarse existe
una mayor probabilidad de ganar peso. Para el director de la Unidad de
Tratamiento Endoscópico de la Obesidad del hospital HM Universitario
Sanchinarro de Madrid “es necesario huir de las dietas milagro o los
productos adelgazantes que hacen perder peso en un corto plazo, ya que
pueden suponer un efecto rebote o yo-yo, acarrear problemas metabólicos,
alteraciones a nivel renal, hepático o lipídico o aumentar el riesgo
cardiovascular”.
Asimismo,
el aumento de peso por encima del que se tenía al comenzar el
tratamiento puede provocar sensación de fracaso, desmotivación,
sensación de impotencia, apatía y rabia “debido a que se ha
depositado una confianza y unas expectativas que no se cumplen a pesar
del tiempo, esfuerzo y sacrificio invertidos”, añade.
Junto
a las consecuencias anteriores, en el caso de la actividad física,
podemos encontrar que el paciente no se siente conforme con su cuerpo
tras el tratamiento, ya que el cuerpo al perder peso tiende a ponerse
flácido. De ahí, “la necesidad de seguir un tratamiento personalizado en función de las expectativas de cada uno de los pacientes”
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