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16 May 2014

Aunque se dispone de cerca de 100 fármacos antihipertensivos, menos del 50% de los pacientes tiene controlada su tensión arterial


“En una enfermedad como es la hipertensión, en la que disponemos de casi 100 fármacos para tratarla, no podemos permitirnos que menos de la mitad de los pacientes en España no estén bien controlados”, así de contundente se muestra el doctor Alejandro de la Sierra, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Mutua Terrassa, cuando se le pregunta por la situación actual de la hipertensión en nuestro país tras su reciente participación en la 19ª Reunión Nacional de la SEH-LELHA y con motivo de la celebración, mañana 17 de mayo, del Día Mundial de la Hipertensión. Para este especialista, aunque se ha mejorado en el conocimiento y tratamiento de la hipertensión arterial, todavía queda mucho por hacer en su control. Según los últimos estudios el 33% de la población española es hipertensa pero sólo dos tercios están diagnosticados1, “no obstante, el porcentaje de pacientes que tienen establecido un tratamiento antihipertensivo es del 79% y de esos pacientes que sí reciben tratamiento sólo un 46% tiene los niveles de presión arterial controlados”.

La falta de control en el caso de la hipertensión es multifactorial. Por un lado, “el hecho de ser una enfermedad crónica, que precisa tratamiento de por vida, pero que no presenta síntomas o lo hace de forma esporádica hace que el paciente no tenga sensación de estar enfermo y no sea consciente de la importancia del cumplimiento del tratamiento. De hecho, un porcentaje elevado de pacientes no sigue el tratamiento un año después de haber comenzado la terapia”. No obstante, también hay un componente profesional y otro farmacológico que condicionan el éxito del control de los niveles de presión arterial. “En los médicos se puede dar lo que llamamos ‘inercia’ y que consiste en que muchas veces se dejan las decisiones para más adelante y se retrasa el inicio del tratamiento. Pero, además, en la mayoría de los casos no conseguimos controlar la hipertensión con un solo fármaco, por lo que es preciso utilizar combinaciones de dos o más medicamentos”. La unión de estos tres factores hace que mantener la presión arterial en las cifras adecuadas sea especialmente difícil.

Controversias en la elección del tratamiento
A estos condicionantes se suman las controversias que todavía existen a la hora de escoger el tratamiento hipertensivo. “Tenemos una inmensa variedad de fármacos entre los que elegir. No sólo porque disponemos de varias clases terapéuticas –hasta diez-, sino porque dentro de cada una de ellas tenemos hasta una decena de moléculas entre las que elegir”. Este hecho que, en principio debería ser positivo “muchas veces crea cierta confusión entre los médicos. Y es que las guías clínicas tampoco son claras. Encontramos distintas recomendaciones, información no idéntica y, en cierta manera, mucha permisividad pues las guías nos indican que lo importante es reducir los niveles de presión arterial, pero dejan la elección del fármaco o la familia terapéutica al profesional que, al disponer de tal variedad, a veces puede tener dificultades para establecer el tratamiento”, explica el Dr. de la Sierra.

Para orientar a los profesionales ante las posibles controversias que surgen en la elección del tratamiento para la hipertensión arterial este especialista resume algunas de las conclusiones que se extrajeron en la sesión plenaria, patrocinada por Menarini, sobre “Controversias en la toma de decisiones terapéuticas” celebrada en el marco de la última reunión nacional de SEH-LELHA. Así, indica el Dr. de la Sierra, “existe una cierta ventaja al iniciar el tratamiento con fármacos que actúen a nivel del sistema renina-angiotensina, para lo que se deben utilizar los inhibidores de la enzima de conversión o los antagonistas de los receptores de angiotensina. No obstante, esta segunda clase terapéutica tiene la ventaja de causar menos efectos secundarios y, por lo tanto, es mejor tolerada por los pacientes. Algo que es muy importante ya que si la hipertensión no produce síntomas lo ideal es que su tratamiento tampoco los provoque”. También existe cierta controversia en los casos en los que los pacientes no están controlados con un solo medicamento y es preciso añadir un segundo fármaco. “En estos casos tenemos, por un lado los diuréticos y, por otro, los antagonistas del calcio. Pero hay defensores y detractores de cualquiera de las dos combinaciones. Los diuréticos, que reducen el volumen circulante, tienen la ventaja de ser fármacos más antiguos y con los que se tiene mucha experiencia. Los antagonistas del calcio, por su parte, son más vasodilatadores, por lo que parece que tienen un efecto más sinérgico con los fármacos que actúan a nivel del sistema renina-angiotensina y parece que los últimos estudios concluyen que ésta sería la combinación más adecuada”.

A estas recomendaciones concretas el jefe de Medicina Interna del Hospital Mutua Terrassa de Barcelona añade una recomendación general para sobre las estrategias a implementar para mejorar el control de los pacientes hipertensos en España: “Médicos y pacientes hemos de estar concienciados de la importancia de mantener unas cifras adecuadas de presión arterial, además de utilizar de forma temprana uno o dos fármacos antihipertensivos que controlen a los pacientes antes y que estos medicamentos tengan una buena tolerabilidad, para que no interfieran con la calidad de vida del paciente y, por lo tanto, aumentemos el nivel de cumplimiento terapéutico”.

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