Profesor Gunter Eckert, Grupo de Investigación de Neurociencia Nutricional, Universidad Goethe, Fráncfort, Alemania
El envejecimiento constituye el primer factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Una de las características patológicas de esta enfermedad es la formación de placas amiloides que contienen proteínas beta-amiloides. Dichas proteínas se derivan de la proteína transmembrana precursora de amiloide (APP). Los ácidos grasos omega-3 son capaces de aumentar la fluidez de las membranas celulares. Esta fluidez tiene una función importante en la modulación del procesamiento de la APP (1). El Profesor Eckert ha descubierto que la disfunción de las mitocondrias desempeña un papel clave en el envejecimiento del cerebro y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Un mejor procesamiento de la APP protege contra la disfunción mitocondrial.
Los principales ácidos grasos omega-3 son el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicospentaenoico (EPA). Ambos producen una serie de metabolitos que son importantes para mantener la salud de las células, pero el DHA particularmente se incorpora a la membrana celular del tejido neuronal. Un reciente estudio sobre la distribución de los ácidos grasos omega-3 en los cuerpos de las ratas ha revelado que el cerebro y los testículos contienen un 12% y un 15,6% respectivamente del total de DHA.
El equipo del Profesor Eckert demostró que la administración de suplementos de aceite de pescado durante tres semanas podía restablecer la función mitocondrial que las ratas habían perdido al envejecer; esto es, se produjo un aumento de la tasa de respiración y la producción de ATP . Mediante el uso de fracciones membranarias aisladas, también pudieron probar que el aceite de pescado era capaz de mejorar en parte la fluidez de la membrana. Por último, observaron un aumento de la proteína antiapoptótica Bcl-2 y la neuroprotectina D1 (NPD1), un potente metabolito neuroprotector del DHA que se produce por la oxidaciónde la lipoxigenasa.
En 2014, Witte et al. realizaron un ensayo clínico doble ciego con una pequeña cohorte (n=65) de personas mayores sanas de entre 50 y 75 años, a las que se administraron 2,2 g de aceite de pescado al día durante 26 semanas para determinar si había una mejora en la cognición. Además de considerables beneficios en la cognición, apreciaron un efecto beneficioso en la estructura del cerebro, concretamente en la integridad microestructural del volumen de material blanca y gris en las áreas temporal, parietal y límbica.
Un reciente metaanálisis ha mostrado que el DHA solo, o en combinación con EPA, está asociado con una mejora de la memoria episódica en adultos con problemas leves de memoria. Concretamente, la memoria episódica mejoró de manera significativa con la administración de 1 g o más de DHA y EPA.
El equipo del Profesor Eckert concluyó que “estos hallazgos proporcionan nuevos mecanismos que explican la acción neuroprotectora de los ácidos grasos poliinsaturados y ponen de relieve el efecto del aceite de pescado como un nutracéutico prometedor para retrasar los cambios cerebrales asociados a la edad”.
**Boletín Informativo NUTRIFACTS.-
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