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20 June 2012

Descubren cómo evitar que el parásito de la Leishmaniasis siga haciéndose cada vez más resistente al tratamiento más habitual


Descargar FOTO 1- INVESTIGADORES RICET.jpg (897,8 KB)Descargar FOTO 2- MILTEFOSINA-TAT.jpg (203,9 KB)


La Leishmaniasis es una enfermedad provocada por un parásito. El tratamiento más habitual es la quimioterapia con miltefosina, pero el parásito se está haciendo rápidamente resistente y por tanto, el tratamiento, cada vez más inservible. Ahora investigadores de la RICET han descubierto cómo anular la capacidad que estaba desarrollando el parásito de impedir que el medicamento entrara dentro de la célula, mecanismo que estaba permitiendo al parásito hacerse resistente al tratamiento.
La Leishmaniasis es una de las enfermedades considerada por la OMS como olvidada, con 2 millones de personas afectadas cada año entre 90 países. En España la incidencia humana es de unos 150 casos anuales que cursan con hospitalización, aunque la tasa de infección subclínica se sospecha supera ampliamente esas cifras. La presentación de la enfermedad es insidiosa y en pocas semanas se padecen infecciones recurrentes que hacen de la leishmaniasis una asesina silente. Los perros, que actúan como reservorio de la enfermedad, poseen una incidencia de infección  muy superior.
Hace tres años investigadores de la RICET descubrieron una vacuna contra la Leishmaniasis, pero ninguna empresa ha mostrado desde entonces interés por comercializarla. El único tratamiento disponible actualmente es la quimioterapia, basada en un número muy reducido de fármacos. No existen nuevos fármacos cuya aplicación real sea factible en los próximos años, debido al escaso beneficio económico que representaría para las empresas farmacéuticas, pues la mayor incidencia se ubica en países tropicales y subtropicales.
Ante esta situación, investigadores de la RICET se propusieron combatir la resistencia que ofrece cada día más el parásito al tratamiento de uso más habitual actualmente: la miltefosina. Este tratamiento supuso una revolución en su día al poder ser administrado extrahospitalariamente. Paradójicamente, que no exista una vigilancia estricta sobre el cumplimiento del tratamiento como sucede en los pacientes hospitalizados, se ha convertido en el mejor aliado para que el parásito pueda hacerse rápidamente resistente al tratamiento.
La entrada de un fármaco en una célula se puede realizar por dos mecanismos. Uno es simplemente atravesar la membrana de la célula, si esta es suficientemente permeable como para dejarse ser traspasada. El otro consiste en utilizar un “transportador” que está situado en la membrana de la célula y transporta el medicamento desde fuera hasta el interior de la célula.
La miltefosina no puede traspasar por sí misma la membrana. Necesita del transportador y por eso precisamente el mecanismo que el parásito de la Leishmaniasis había desarrollado para hacerse resistente, consistía en mutar ese transportador, convirtiéndolo en afuncional e impidiendo por tanto que la miltefosina fuera transportada al interior de la célula para combatir al parásito causante de la enfermedad.
El hallazgo de los científicos de la RICET, publicado en la revista Journal of Controlled Release, ha consistido en lograr que la miltefosina pueda atravesar la membrana de la célula sin necesidad de utilizar el transportador que tenía inutilizado el parásito.
Para eso los investigadores de la RICET han unido la miltefosina a un Tat. Un Tat  es un fragmento de la proteína del mismo nombre del virus VIH, capaz de atravesar la membrana de la célula interaccionando con los lípidos que forman esa membrana. De esta forma, el complejo miltefosina-Tat puede atravesar la membrana sin necesitar del transportador, una vez dentro de la célula se separan y la miltefosina actúa contra el parásito causante de la enfermedad.
¿Cómo visualizaron los científicos si el fármaco entraba en la célula y una vez dentro se liberaba del Tat? Simplemente marcándolos con diferentes colores. Añadieron grupos fluorescentes, rojo para el Tat y verde para la miltefosina. El complejo miltefosina-Tat presenta un color uniforme, pero si una vez dentro del parásito se separan, la miltefosina presenta color verde y el Tat color rojo.
Para realizar la unión miltefosina-Tat hay dos procedimientos, uno que permite la liberación de la miltefosina dentro de la célula y otro que obliga a que miltefosina-Tat permanezcan unidos. Pero este segundo se mostró un 20% menos activo que la anterior, motivo por el cual los científicos se decantaron por el primero de los procedimientos.
Los investigadores de la RICET han querido comprobar finalmente si esta estrategia es válida igualmente para otros parásitos que también alteran los transportadores para hacerse resistentes a los tratamientos. Lo han ensayado en tripanosomas africanos, causantes entre otras de la enfermedad del sueño, muy resistentes a la miltefosina pero que eran eliminados cuando está unida al fármaco.
Esta investigación es fruto del trabajo colaborativo entre varios grupos de investigación de la RICET, cada uno con diferente especialidad , como son los de  Luis Rivas (centro de Investigaciones Biológicas, CSIC), Miguel Navarro (Instituto de Parasitología y Biomedicina  López-Neyra, CSIC), ambos miembros de la RICET  y  de los Profs David Andreu ( Universitat Pompeu-Fabra-Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona) , de A.Ulises Acuña( Instituto de Química Física Rocasolano(CSIC) y de Francisco Amat (Instituto de Química Orgánica General, CSIC).
Entre las aplicaciones prácticas futuras de este descubrimiento destacan la posibilidad de combatir la resistencia de otros parásitos a otros fármacos, facilitar que determinados medicamentos alcancen zonas más profundas de los tejidos para ejercer su acción disminuyendo así la cantidad de medicamento necesaria para el tratamiento, los efectos secundarios y mejorando la relación coste/beneficio. También se podrán desarrollar vacunas más eficaces y dirigir fármacos hacia sitios más concretos de la célula donde su acción mejore la efectividad del tratamiento.

**Foto 1: INVESTIGADORES DE LA RICET (De Izq a Dcha): Daniela Saraiva , Mª Angeles Abengozar, Luis Rivas, Juan Román Luque-Ortega y Almudena López-Sánchez.
Foto 2: liberación de miltefosina (verde) de su péptido transportador Tat (rojo) en el interior del parásito resistente (azul)

07 June 2012

EL 90% DE PERROS INFECTADOS CON LEISHMANIOSIS EN ESPAÑA NO TIENEN SÍNTOMAS CLÍNICOS


La leishmaniosis canina es endémica en España, con mayor incidencia en Andalucía y Extremadura, en la zona centro como Madrid, Cataluña, la zona de Levante, y Baleares. Según expertos veterinarios en España hay unos 5 millones y medio de perros. De ellos, entre el 5% y el 15% padecen leishmaniosis diagnosticada. El 90% de los perros infectados con esta enfermedad permanecen asintomáticos y desarrollan signos clínicos después de pasados meses o años.

El verano aumenta la presencia de mosquitos y por tanto del flebótomo o mosquito hembra, trasmisor de la leishmaniosis. El flebótomo está activo a una temperatura entre 17ºC y 30ºC. Aunque en la zonas más cálidas del país se pueden encontrar durante todo el año.

Federica Burgio, responsable técnica de animales de compañía de MSD, señala la dificultad del diagnóstico de esta masiva enfermedad  hay que tener en cuenta que un importante número de perros infectados e infecciosos no se identifican, por la falta de sensibilidad de los métodos de diagnóstico utilizados, o porque los propietarios no acuden a los controles periódicos”.

Entre un 60% a 80% de la población canina puede infectarse con este parásito. En un perro el riesgo de muerte por leishmaniosis varía de un 3% a 18%, si no recibe tratamiento, principalmente por complicaciones graves en el hígado o el riñón. En áreas endémicas, esta cifra aumenta.

Leishmaniosis una enfermedad grave e infecciosa

Los perros poseen una incidencia de infección por leishmaniosis muy superior a la de cualquier otro ser vivo ya que actúan como reservorio de la enfermedad. Hasta el 90% de los perros infectados con leishmaniosis permanecen asintomáticos y desarrollan signos clínicos después de pasados meses o años. En este periodo de tiempo es probable que infecten a otros perros.

En humanos, aproximadamente se diagnostica 1 millón y medio de casos de leishmaniosis cutánea y 500.000 de leishmaniosis visceral cada año en todo el mundo. “Sin embargo, este cálculo esta subestimado ya que muchos casos no son diagnosticados”, indica Federica Burgio.

En España, se estima que cada año padecen leishmaniosis 150 personas,  aunque la tasa de infección subclínica supera con creces las cifras citadas, según afirman los expertos. Según estudios existentes los más susceptibles de contagio son niños menores de cinco años, personas mayores y afectados por SIDA e inmunodeprimidos.

La leishmaniosis está considerada por la Organización Mundial de la Salud como una zoonosis emergente, con 350 millones de personas en riesgo y 2 millones de nuevos caso al año.

Prevención y cuidado de nuestras mascotas

Federica Burgio recomienda tomar medidas de control para la leishmaniosis, a través del control del único reservorio doméstico, el perro, “se pueden integrar tres aspectos: la vigilancia de la infección en el perro, el tratamiento y la protección de animales infectados y  en riesgo de infección, y medidas preventivas para evitar la transmisión de leishmania a los perros libres de la infección”.

Además, Federica Burgio señala que para reducir las picaduras de los mosquitos flebótomos, en los perros se pueden utilizar collares impregnados con insecticidas y mantenerlos en lugares cerrados entre el anochecer y el amanecer durante los meses cálidos, cuando los mosquitos están activos.

Con el uso de medidas preventivas como los collares impregnados de deltametrina (SCALIBOR) se ha conseguido una reducción de la prevalencia de la leishmaniosis canina y de la incidencia en perros y personas del 95%. El perfil de seguridad de Scalibor es muy elevado y se puede aplicar a perros desde las siete semanas de vida, a hembras gestantes o en lactación.



02 March 2010

Investigadores de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (RICET) presentan la patente de una vacuna y avances para enfermedades olvidadas

Científicos de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (RICET) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación, integrada por más de 180 investigadores en enfermedades tropicales olvidadas e importadas, participarán en el VII Congreso de la Sociedad Española de Medicina Tropical y Salud Internacional que se celebrará del 2 al 5 de marzo en Salamanca.
La RICET presentará en este encuentro las actividades de investigación básica y aplicada que está manteniendo en los países de baja renta donde son endémicas estas patologías.

--En el Cuerno de Africa

La RICET está desarrollando dos proyectos de investigación colaborativos en red para luchar contra la leishmaniasis y otras enfermedades prevalentes en el Estado de Amhara, Etiopía, uno de los principales focos de Leishmaniosis en el Cuerno de África. En este contexto, la RICET conjuga la investigación básica con la aplicación clínica de sus investigaciones. Entre sus más destacados logros, haber desarrollado una patente de vacuna frente a la leishmaniosis, así como diferentes herramientas relacionadas con la búsqueda y desarrollo de antileishmanicidas, ante el pobre arsenal de medicamentos existente en la actualidad o técnicas diagnósticas para poder transferir tecnológicamente a los países endémicos.


--En África Central

La RICET además coordina el Centro de Referencia para el Control de Endemias de Guinea Ecuatorial donde se realiza la asistencia técnica y la investigación aplicada a la lucha de enfermedades como la malaria, la enfermedad del sueño, la oncocercosis y otras filariosis, las arbovirosis, asistiendo técnicamente a los Programas Nacionales de Control además de la lucha contra el VIH/SIDA y la Tuberculosis participando junto al Fondo Global de lucha contra estas endemias (www.crce-guinea.org ). La RICET también participa activamente dentro del programa RIDES de los Países Africanos de Lengua Oficial Portuguesa (PALOP). Además tres de los grupos son miembros activos en la Plataforma Ibérica de Malaria (PIM) con más de 30 grupos de investigación pertenecientes a España y Portugal.

--Enfermedad de Chagas Importada

Otro aspecto que se presentará es la actividad internacional de investigación en Enfermedad de Chagas, ejemplo donde se conjuga la investigación del Chagas importado como modelo para desarrollar herramientas que permitan controlar la enfermedad en su contesto autóctono latinoamericano.

-Consultores de la Organización Mundial de la Salud

Los investigadores de la RICET también están trabajando intensamente para combatir la fasciolosis y otras helmintiosis a nivel Mundial. Algunos de los grupos de investigación de la RICET son consultores de la Organización Nacional de la Salud (OMS) en dichas patologías.

--Enfermedades tropicales olvidadas e importadas

Las enfermedades infecciosas son la segunda causa de morbi-mortalidad en el mundo y la primera en los países menos avanzados. Además, estas enfermedades, conocidas como enfermedades tropicales, la mayoría parasitarias, son causa de pobreza y subdesarrollo en estos países.

El gasto mundial en investigación de salud se ha incrementado sustancialmente en los últimos años, pasando de los 30 billones de dólares americanos en 1986, a los 105,9 actuales. La paradoja está en que el 90% de este dinero se gasta en problemas de salud que afectan a menos de un 10% de la población mundial (Gap 10/90).

El Programa de Investigación en Enfermedades Tropicales (TDR) de la OMS tiene catalogadas ocho enfermedades prioritarias que carecen de interés para la industria farmacéutica, por lo que no invierten en su investigación: paludismo o malaria, tripanosomiasis (africana o Enfermedad del Sueño y americana o Enfermedad de Chagas), esquistosomiasis, leishmaniasis, filariosis, lepra y – desde el año 2000- tuberculosis y dengue.

10 November 2009

Investigadores españoles patentan una vacuna para la leishmaniasis, enfermedad con 2 millones de personas afectadas al año en más de 90 países


Organismos genéticamente modificados servirán para desarrollar vacunas frente a la leishmaniasis humana y canina. Este ha sido el importante hallazgo que acaban de dar a conocer varios grupos de investigación de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (RICET) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación. Hasta ahora no existía ningún tipo de vacuna y los tratamientos no tenían la eficacia deseada.
Las leishmaniasis son un grupo de enfermedades, causadas por diversas especies del género Leishmania, que producen cada año unos 2 millones de personas afectadas en más de 90 países. Alrededor de medio millón de estos casos son de leishmaniasis visceral, la forma más temible por ser la más mortal si no se trata a tiempo.


El protozoo parásito de la especie Leishmania es trasmitido por la picadura del mosquito hembra aparentemente inoccuo de las especies Phlebotomus (en el viejo mundo) y Lutzomyia (en América), permitiendo que el parásito entre en nuestro organismo y se multiplique. La presentación de la enfermedad es insidiosa y en pocas semanas se padecen infecciones recurrentes que hacen de la leishmaniasis una asesina silente. El perro es un reservorio importante del parásito para su transmisión al hombre. En los países de la cuenca mediterránea y Sudamérica, la leishmaniasis visceral canina es un grave problema veterinario.
Hasta el momento no se ha conseguido ninguna vacuna efectiva para impedir el desarrollo de la enfermedad en humanos. La única forma de prevenir la enfermedad ha sido la leishmanización, una práctica utilizada durante centurias en muchos países, que consiste en la inoculación de material procedente de lesiones activas en zonas ocultas del cuerpo, desarrollándose una inmunidad protectora que evita la aparición de lesiones desfigurantes en la cara y otras zonas expuestas del cuerpo. La nuevas técnicas de cultivo in vitro del parásito permitieron hacer vacunaciones masivas, pero la aparición de casos de leishmaniasis entre la población vacunada llevó a desaconsejar esta práctica.


El nuevo hallazgo de los investigadores de la Red de Enfermedades Tropicales se basa en que empleando técnicas de biología molecular es posible modificar genéticamente la Leishmania y crear mutantes que tengan muy comprometida su capacidad de desarrollar una infección activa in vivo. Esta investigación ha resultado de una estrecha colaboración entre los grupos de investigación de los Dres. Manuel Fresno y Jose María Requena, pertenecientes a la Universidad Autónoma de Madrid y que desarrollan su actividad investigadora en el Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa”. Estos grupos vienen trabajando, en sus respectivos campos, inmunología y regulación de la expresión génica, desde hace más de 20 años enfocados al estudio de diversas enfermedades infecciosas como son la enfermedad de Chagas, causada por Trypanosoma cruzi, y la leishmaniasis visceral, causada por Leishmania infantum.
Los investigadores de la RICET han sido capaces de generar una línea de L. infantum que es deficiente en uno de los genes HSP70. La proteína HSP70, entre otras funciones, protege al parásito del cambio de temperatura asociada a su transmisión, desde la temperatura ambiente en el insecto vector hasta la temperatura corporal (37ºC, o mayores en estados febriles). La falta de producción de la proteína HSP70 disminuye enormemente la capacidad de multiplicación del parásito en animales de experimentación y por tanto los parásitos mutantes son menos virulentos.
Este hecho es el que llevó a los investigadores de la RICET a plantearse si el parásito modificado genéticamente podría servir para desarrollar una vacuna atenuada. Los resultados de sus investigaciones demuestran que efectivamente la vacunación con la cepa deficiente HPS70-II protege a animales de experimentación (ratones) del desarrollo de la leishmaniasis cuando los animales son posteriormente infectados con una cepa virulenta.
La cepa deficiente HPS70-II se ha convertido así en una patente de vacuna para inmunoprofilaxis frente a la leishmaniasis tanto en humanos como en perros. La supresión del gen en otras especies sería igualmente deletérea para el parásito, por lo que la vacuna podría ser eficaz para distintos tipos de leishmaniasis.
El objetivo inmediato de los investigadores de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales es convertir en realidad la llamada investigación traslacional, es decir, obtener el apoyo público y privado necesario para emprender el camino que les lleve a que la vacuna sea desarrollada, comercializada y aplicada en beneficio de los 2 millones de personas que cada año en 90 países la están esperando.

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