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01 December 2009

El trasplante de grasa de una persona a otra no es posible con fines estéticos

Durante los últimos días se ha especulado mucho sobre el uso de la grasa humana con fines estéticos. En este sentido, es importante concretar e informar que la grasa es un tejido vivo y como tal tiene características inmunológicas propias de cada paciente. "Esto indica –según la Dra. Isabel de Benito, cirujano plástico de la Clínica Porcuna & De Benito, que existe un problema real de inmunidad entre unos pacientes y otros y, por lo tanto, es inviable trasplantar grasa de una persona a otra sin buscar la compatibilidad de donante y receptor o inmunodeprimir a este último como en cualquier otro tipo de trasplante de tejidos".
Por este motivo, el uso que se puede dar a la grasa, actualmente, es única y exclusivamente en beneficio de uno mismo. En concreto, en cirugía plástica, reparadora y estética, se puede decir que existen dos tipos de usos: "por un lado, el uso estético y cosmético, es decir, cuando se emplea la grasa del propio paciente para rejuvenecerle la cara, el área de los ojos, las manos, el área genital, rellenarle los pómulos, aumentarle el mentón, las mamas, los glúteos, etc.", destaca la Dra. De Benito. "Y por otro –continúa la experta- el uso reconstructivo para el tratamiento y elevación de cicatrices, mejorar el aspecto de las malformaciones congénitas de la cara, disminuir el efecto de la atrofia de los antirretrovirales en pacientes con VIH, tratar úlceras crónicas, lesiones producidas por la radioterapia y para la reconstrucción mamaria".
La técnica que utilizan los cirujanos plásticos, hoy en día, para poder realizar las extracciones e injertos de grasa a un mismo paciente es conocida como Lipoestructura, descrita por el Dr. Sydney Coleman. Ésta se basa en la modificación de la anatomía mediante el relleno con el propio tejido graso del paciente, previamente purificado. "Para ello, se extrae la grasa mediante una cánula especial muy fina y, una vez extraído el tejido, se procesa en el quirófano", indica la Dra. De Benito. "Es decir, -añade la experta- se purifica separando la grasa del resto de componentes extraídos y una vez aislado el tejido graso útil se infiltra en la zona que se quiere rellenar".
"Gracias a esta nueva forma de extracción, purificación e infiltración de la grasa podemos conseguir que los injertos bien manejados pervivan en más del 80%", afirma la Dra. De Benito. "Es más –continúa la experta- como consecuencia de la propiedad regenerativa de la grasa y al ser un tejido vivo, ésta aporta volumen, mejora el aspecto de la piel y no hay necesidad de realizar una nueva infiltración sino que se consiguen resultados permanentes a largo plazo". Esta es una gran ventaja frente al empleo de otros rellenos cuyos resultados son menos naturales y hay que volver a ponerlos con el paso del tiempo.

-El rejuvenecimiento facial: el objetivo más recurrente
Durante el envejecimiento se produce una redistribución de la grasa, la cual, se dirige hacia otras zonas diferentes a las de la juventud. Cuando se es joven, la grasa subcutánea es homogénea y no existe transición entre las diferentes zonas de la cara. En cambio, cuando se es viejo, la grasa se atrofia en las zonas perioculares, de los pómulos y laterales de la cara y se hipertrofia o crece en la mandíbula y cuello. "Es decir, para conseguir unos buenos resultados en el rejuvenecimiento facial hay que corregir las zonas que se han hundido alrededor de los ojos, aportar volumen a los pómulos y a la zona de alrededor de la boca, así como quitar grasa de la mandíbula y el cuello", explica la Dra. De Benito.
Gracias al relleno con grasa de las zonas atrofiadas se intenta restituir la grasa y se consigue un rejuvenecimiento diferente al que se buscaba hace años. "Antes se intentaban recolocar los tejidos subcutáneos y adaptar la piel y ahora también jugamos con los volúmenes", argumenta la experta.
En resumen, es necesario insistir en la imposibilidad de utilizar grasa de una persona para corregir defectos de otra. Es importante resaltar que es fundamental la compatibilidad entre donante y receptor así como los tratamientos frente a posibles rechazos. Por este y otros motivos, en cirugía plástica, reparadora y estética, sólo se utiliza la grasa del propio paciente para corregir defectos de él mismo.

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