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30 November 2012

La enfermedad de Chagas se ha convertido en un importante problema de salud pública en España



España es un crisol de factores de riesgo para la emergencia de enfermedades infecciosas importadas. Además, el número de extranjeros que hay en España, más de 5 millones y medio, y la cantidad de españoles que viajan al extranjero, doce millones, hacen que la medicina del viajero “sea una necesidad real de este mundo global en el que vivimos”, ha apuntado el doctor Rogelio López-Vélez, responsable de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), durante la jornada “Presente y futuro de las enfermedades tropicales”, organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación de Ciencias de la Salud, en colaboración con GlaxoSmithKline (GSK).

Entre las patologías tropicales transmisibles importadas más prevalentes entre la población inmigrante, la enfermedad de Chagas “se ha convertido en un importante problema de salud pública en España”, explica el experto. “Cálculos recientes cifran en 45.000 el número de infectados en nuestro país, aunque previamente se venía hablando de 60.000”. Estos pacientes necesitan una serie de cuidados y vigilancia constante. En relación con su tratamiento, el doctor López-Vélez ha dicho que “no es entendible que en pleno siglo XXI siga habiendo personas enfermas que no puedan recibir tratamiento a pesar de existir fármacos para ello”, en clara alusión a la reciente situación de escasez del medicamento de primera línea para tratar la enfermedad de Chagas en la mayoría de países endémicos.

Concienciación en torno a las enfermedades olvidadas

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay un total de 17 enfermedades tropicales olvidadas o desatendidas que afectan a 1.000 millones de personas en todo el mundo “Para muchas de ellas no hay tratamientos o la eficacia de éstos es limitada, con lo que existe una necesidad importante de desarrollar nuevos medicamentos en este ámbito”, ha destacado la profesora Dolores González Pacanowska, del Instituto de Parasitología y Biomedicina, de Granada. En los últimos 15 años “ha habido una gran concienciación en torno a la necesidad de invertir en el desarrollo de vacunas y fármacos para estas patologías, ya que su control podría contribuir a que los países más afectados pudieran salir del estado de pobreza en el que se encuentran”. Las colaboraciones público-privadas constituyen “otro elemento decisivo en el desarrollo de nuevos productos para enfermedades tropicales”. Un buen ejemplo a destacar son los proyectos conjuntos de la MMV (Medicines for Malaria Venture) y del DNDi (Drugs for Neglected Diseases initiative) para el desarrollo de antimaláricos.

En el caso concreto de la malaria, el último fármaco con estructura novedosa que progresó a la práctica clínica fue atovaquona, y de eso hace más de 15 años. “Durante todo este tiempo, los parásitos del género Plasmodium que provocan la malaria han desarrollado resistencias a prácticamente todas las terapias que están en uso hoy en día y la búsqueda de nuevos agentes con estructuras químicas diferenciadas y con modos de acción novedosos ha pasado a ser una tarea muy urgente”, explica F. Javier Gamo, project leader del Programa de Antimaláricos de GSK. 

Pie de foto: De izquierda a derecha, Jorge Alvar, experto en enfermedades tropicales; Francisco Gamarro, y Rogelio López-Vélez, responsable de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal (Madrid).
**Publicado en "CONSALUD.ES"

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