El consumo de suplementos de folatos antes de la concepción y durante las etapas iniciales del embarazo puede reducir hasta en un 70% el riesgo de desarrollar defectos del tubo neural (DTN). Sin embargo, un alto porcentaje de mujeres desconoce la importancia de ingerir folatos para el adecuado desarrollo del bebé. Así se ha puesto de manifiesto en una jornada de actualización sobre el papel de los folatos en la reducción de los riesgos periconcepcionales, organizada en Madrid por Merck Consumer Health, en la que se han dado cita un centenar de especialistas de Ginecología y Obstetricia.
“Desde hace décadas existe una sólida evidencia sobre la reducción de la incidencia y recurrencia de los defectos del tubo neural como consecuencia del consumo de cantidades adecuadas de folatos antes de la concepción, ya que el tubo neural se cierra a los 28 días de la concepción, así como durante las primeras semanas del embarazo. De hecho, actualmente, se tiende a mantenerlos hasta el final de la gestación”,asegura la Dra. Nuria Izquierdo, ginecóloga de la Unidad de Alto Riesgo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
El déficit de ácido fólico puede provocar distintas malformaciones en el bebé a nivel cerebral (anencefalia o ausencia del cerebro, incompatible con la vida) y a nivel de la columna vertebral, como la espina bífida, el defecto congénito más frecuente que ocurre cuando una o más vértebras no se cierran correctamente. Sin embargo, la influencia del déficit de folatos en esta etapa de la gestación llega incluso a la vida adulta del bebé. “Dado que el ácido fólico es imprescindible durante el periodo de embriogénesis y de recambio celular, ya que interviene en la síntesis de ADN, su déficit preconcepcional en mujeres en edad fértil se ha relacionado con malformaciones cardiacas, prematuridad, bajo peso y preeclampsia. Por ello, actualmente se tiende a suplementar desde el inicio: lo ideal serían cuatro semanas antes de la gestación y mantenerlo durante todo el embarazo. En la edad adulta, el déficit de folatos se asocia a alteraciones intestinales y hematológicas (anemia megaloblástica) y los niveles adecuados por el contrario disminuyen la incidencia de cáncer de colon y mama”, añade esta especialista.
A pesar de los efectos positivos de los folatos, tomar estos suplementos no siempre reduce el riesgo de los defectos en el tubo neural del bebé. En este sentido, cerca del 50% de las mujeres tienen una mutación en el gen de la metilentetrahidrofolato reductasa (MTHFR) que dificulta la absorción del ácido fólico y, por tanto, se asocia a la pérdida de su efecto beneficioso. Aunque la mayoría de las mujeres desconoce si posee esta mutación, existen soluciones para asegurar las cantidades de ácido fólico necesarias para el buen desarrollo fetal. “No todos los folatos se comportan igual ante la presencia de esta mutación y, por tanto, la única forma de asegurarnos de que la dosis de folato llegue correctamente a los órganos diana es administrarlo en su forma más activa. Aquí hemos visto que la ingesta de los folatos en su forma de Metafolin® – el folato biológicamente activo – es capaz de esquivar la actividad de esa mutación y lograr que el organismo de la gestante absorba todos los folatos que ingiere”, explica la Dra. María de la Calle, ginecóloga de la Unidad de Tocología de Alto Riesgo del Hospital La Paz de Madrid.
Estudio IT de Berlín
Adelantar el diagnóstico de patologías derivadas de los defectos del tubo neural es uno de los objetivos que siempre se han fijado los especialistas. A los grandes avances de las últimas décadas se unen los resultados logrados en el estudio IT, desarrollado por especialistas de la Clínica Charité de Berlín, que identificaron nuevos marcadores ecográficos capaces de adelantar el diagnóstico de espina bífida abierta en el primer trimestre del embarazo.
Este estudio prospectivo y multicéntrico es el primero a gran escala que evalúa los beneficios potenciales de medir la translucencia intracraneal (diámetro AP del IV ventrículo) en la ecografía del primer trimestre. Los investigadores analizaron a más de 15.000 mujeres y 16.000 fetos durante el transcurso del estudio y los resultados demostraron cómo este método de cribado prenatal podría detectar casos de espina bífida abierta ya entre las semanas 11 y 13 del embarazo. Actualmente, el diagnóstico es posible, sobre todo desde la semana 17 a la 23 o más tarde.
“A diferencia de la ecografía de la semana 12, en la que se mide el pliegue nucal del feto para evaluar el riesgo de síndrome de Down, la medición de estos nuevos parámetros ayudaría a predecir de forma precoz si el bebé puede tener espina bífida. Gracias a estos marcadores podemos acercarnos a un diagnóstico precoz y asesorar así a los padres sobre el pronóstico de su futuro hijo”, aclara la Dra. de la Calle.
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