Una hidratación adecuada es esencial en el niño,
aunque a menudo se olvida este aspecto al referirse a las recomendaciones
nutricionales en la infancia. El pediatra, desde su consulta, debería
considerar y promover el mantenimiento de un buen estado de hidratación como
uno de los hábitos saludables en la población infantil.
Además, a los niños se les tendría que enseñar
cuánto y cómo beber de manera sana, dándoles accesibilidad al consumo de agua durante
todo el día. Asimismo, a los padres se les debería transmitir de forma
constante a lo largo de los primeros años que el agua y la leche deben ser las
bebidas fundamentales tanto de niños como de adolescentes, tal y como
recomiendan de manera unánime las sociedades científicas representativas del
ámbito de la medicina infantil.
Estos son algunos de los principales datos que se
han compartido durante el 29º Congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria
y Atención Primaria (Sepeap), clausurado el pasado sábado y en el que se ha
puesto de manifiesto la importancia de la hidratación en la infancia.
La importancia de este tema ha sido destacada
especialmente por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC),
institución que, en colaboración con Solán de Cabras, ha presentado en el
certamen monografías específicas sobre este tema como “Agua, hidratación y salud en el embarazo y lactancia” o el
documento de consenso “Pautas de hidratación
en la asistencia sanitaria integral”.
Este último informe ha sido elaborado desde una
perspectiva multidisciplinar, con la participación de la Asociación Española de
Ciencias del Deporte, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO),
la Sociedad Española de Médicos de Residencias (SEMER), la Sociedad Española de
Médicos de Atención Primaria (Semergen), la Sociedad Española de Nefrología
(SEN) y la propia Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención
Primaria (SEPEAP).
En ambos documentos se destaca la importancia del
agua en distintas funciones del organismo humano, ya que posibilita el
transporte de nutrientes a todas las células, contribuye a la regulación de la
temperatura corporal y colabora en el proceso digestivo y absortivo y es el
medio de disolución de todos los líquidos corporales.
Como recuerda el profesor Javier Aranceta,
presidente científico de la SENC, el consumo de agua en la edad pediátrica
aporta numerosas ventajas, ya que no contiene energía. Y, si se ingiere en las
comidas, aumenta la sensación de saciedad, desplazando el consumo de otras
bebidas.
“Un estudio reciente ha mostrado que la intervención
centrada en la promoción desde Atención Primaria del consumo de agua previene
el desarrollo de sobrepeso en niños. Por tanto, motivar a los niños en la
ingesta de agua debería formar parte del amplio consejo pediátrico sobre
estilos de vida y alimentación saludable”, apunta el doctor Aranceta.
La lactancia aumenta la sensación de sed
Cuando nace, el contenido total corporal de agua es
tan elevado que alcanza el 75% del peso corporal. Este porcentaje disminuye
durante el primer año de vida hasta alcanzar el 60%, que se mantiene en la edad
adulta. Este factor, unido a otros endógenos y exógenos, explica que hay más
riesgo de deshidratación en edades tempranas que en adultos. Y esta
deshidratación se produce de manera más rápida.
Durante la primera infancia, el agua de bebida, la
leche y los alimentos naturales ricos en agua son los principales elementos
responsables de una hidratación saludable en unas cantidades cercanas a 1
mililitro de agua por cada kilocaloría de ingesta energética. Las necesidades
hídricas del niño entre 1-6 meses son de 0,7 litros al día, que se cubren con
la lactancia materna. Entre los 6-12 meses, se aumentará a 0,8 litros al día,
para pasar a entre 1,3 y 2,3 litros de agua entre el año y los 18 años.
Restricción mineral
“Una consideración importante y relacionada con el
aporte hídrico se refiere al aporte iónico del agua que consume el niño: los
lactantes menores de 3-4 meses tienen menor capacidad para excretar sodio, por
lo que se recomienda una restricción mineral respecto a la leche de vaca y
semejante a la leche humana, para evitar así alteraciones hidroelectrolíticas
en niños alimentados con fórmula de inicio”, advierte el presidente de SENC.
Las recomendaciones de la Sociedad Europea de
Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (Espghan), recomienda una
composición ideal del agua en el primer año de vida menor de 25mg/l de sodio en
los primeros seis meses e inferior a 50 mg/l por encima de esa edad. En cuanto
al flúor, en menores de un año se recomienda que su aporte sea inferior a 0,3
mg/l. En niños más mayores, los niveles pueden alcanzar 1 mg/l. En niños que no
presenten nefrolitiasis, se recomienda una concentración de calcio de entre
25-100 mg/l, lo que supone 5-48% de la ingesta adecuada recomendada. Por último
la OMS ha establecido que el valor máximo de nitratos en la infancia debe ser
50 mg/l (ideal menor de 25 mg/l).
“Durante el primer año de vida, es aconsejable el
uso de agua mineral para la preparación de biberones, ya que no necesita ser
hervida gracias a su calidad original y a la ausencia de tratamientos químicos
y microbiológicos. La ebullición del agua corriente potable puede ser una
alternativa, aunque hervida diez minutos aumenta 2,5 veces la concentración de
sodio y 2,4 la de nitratos. Y nunca debe olvidarse lavar las manos antes de
preparar el biberón”, concluye el profesor Aranceta.
Apoyo a la investigación
Por otro lado, la Junta Directiva de SEPEAP entregó
en el marco del congreso cuatro premios patrocinados por Solán de Cabras. Los
galardones celebran el 20 aniversario de la revista PEDIATRÍA INTEGRAL, con el
objetivo de estimular y reconocer la importancia de la formación continuada
entre los pediatras de Atención Primaria.
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