La aplicación de la telemedicina y las nuevas tecnologías se presenta como clave para un mejor diagnóstico e intervención temprana en casos de psicosis. Así se ha puesto de manifiesto en la octava edición del evento Meet The Expert, organizado por la Alianza Otsuka-Lundbeck. Este año, bajo el título “Innovación y clínica en la prevención de la psicosis”, ha logrado reunir a más de 400 expertos nacionales e internacionales de alto nivel en psiquiatría en seis sedes (Madrid, Barcelona, San Sebastián, Santiago de Compostela, Murcia y Cádiz). Tal como explica el doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, “el uso de aplicaciones, programas de seguimiento virtual o terapias virtuales pueden ser de gran ayuda en personas con riesgo de psicosis y primeros episodios psicóticos. Además de suponer un abaratamiento de costes, permiten medir de forma objetiva la adherencia terapéutica, la sintomatología o detectar los síntomas precoces de descompensación en el paciente”.
El objetivo principal del evento de este año, además de insistir en la
importancia de la prevención, fue trasladar a la aplicabilidad clínica los
avances que se están realizando en este campo gracias a las nuevas tecnologías,
de forma que la comunidad médica y científica pueda evaluar la utilidad
práctica de estas nuevas herramientas.
Por otra parte, se ha puesto de manifiesto que la situación de pandemia
ha afectado a la detección e intervención tempranas de los episodios
psicóticos, que recae habitualmente sobre los profesionales de atención
temprana, quienes se han visto obligados a centrarse en la covid-19. “Al no
haber contacto con los pacientes, al no detectar tempranamente esos síntomas
iniciales, nuestra preocupación es que se haya prolongado el tiempo entre la
aparición de los primeros síntomas, la detección y el recibir un tratamiento
adecuado para dichos síntomas”, destaca el doctor Arango.
A lo largo del último año, la incidencia general de la psicosis se ha
mantenido sin cambios, aunque expertos apuntan que la situación de estrés que
ha supuesto la pandemia ha podido desencadenar cuadros de psicosis breve, que
están siendo estudiados para determinar si su evolución será similar a la de
otros cuadros psicóticos clásicos. La pandemia ha mostrado claramente la
importancia de la salud mental dentro del sistema sanitario, que comienza a
ocupar un lugar central en el debate público, aunque todavía con una grave
falta de recursos. Tal como recuerda el doctor Arango, “España invierte un 5,5%
del presupuesto total de sanidad en salud mental, mientras que la media europea
es de más del 7%”.
Asimismo, uno de los aspectos más destacables que se han abordado en
cuanto al tratamiento y atención a estos pacientes ha sido la implantación de
nuevas formas de atención sanitaria en salud mental. “La hospitalización domiciliaria,
la atención domiciliaria, y los seguimientos telemáticos nos permiten tener
acceso a los pacientes de una manera que antes no teníamos. Hasta qué punto el
uso de tecnología digital nos permite la detección precoz de posibles casos en
fases incipientes o hasta qué punto las nuevas tecnologías hacen posible una
comunicación entre el paciente o los cuidadores y los profesionales que nos
permita optimizar esa detección es algo en lo que estamos ahora mismo
inmersos”, señala el doctor Benedicto Crespo-Facorro, catedrático de
psiquiatría, director de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del
Hospital Virgen del Rocío (Sevilla) y coordinador de esquizofrenia del Centro
de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM). No obstante, la atención
presencial continúa teniendo una gran relevancia a la hora de detectar nuevos
casos.
Nuevos modelos de predicción y detección
Ambos expertos coinciden en que uno de los principales retos que afronta
la psiquiatría actual, como todo el conjunto de la medicina, es la prevención y
la predicción. Actualmente se trabaja en modelos predictivos que se establecen
desde diversas fuentes de información y se enriquecen con modelos
multifactoriales y multidimensionales, lo que permite un abordaje integral. “Dada
la gran cantidad de datos que se generan, se hace necesaria la aplicación de
herramientas bioinformáticas que permitan extraer datos y revelar patrones
fisiopatogénicos, así como patrones de predicción o evolución, siempre
manteniendo la privacidad de los datos del paciente”, comenta el doctor
Crespo-Facorro.
Estas nuevas herramientas permiten además diseñar sensores
individualizados, dado que en cada paciente los signos de una posible
descompensación pueden variar. Estas aplicaciones pueden establecer un canal de
comunicación a tiempo real con los profesionales y permitir la anticipación a
posibles crisis que puedan corregirse o reorientarse.
La psicoeducación y la mejora de los fármacos como claves para la
adherencia al tratamiento
Tal como señala el doctor Crespo-Facorro, “el factor que más se asocia a
las recaídas es el abandono de la medicación, por lo que tenemos que establecer
pautas de medicación que sean eficaces, tolerables y aceptadas por el
paciente”. De hecho, estudios apuntan que las personas que interrumpen su
tratamiento tras un primer brote psicótico, tienen hasta cinco veces más riesgo
de recaída que aquellos que continúan el tratamiento1.
Según destaca el doctor Arango, “los principales aspectos para mejorar
la adherencia del paciente al tratamiento son una mejor comunicación, la
involucración del paciente en el plan terapéutico, la psicoeducación de
paciente y familia, así como la simplificación de los regímenes terapéuticos,
tanto farmacológicos como no farmacológicos”. Es muy positivo que ambas partes
conozcan bien en qué consiste la enfermedad, los beneficios que reportan los
tratamientos disponibles y las consecuencias que suponen decisiones como el
abandono de la medicación. Además de disminuir el riesgo de posibles recaídas,
la mejora en la adherencia a la medicación aumenta la calidad de vida del
paciente y supone una menor carga para los familiares y cuidadores, así como
menores costes para los sistemas de salud. Las recaídas tienden a empeorar la
evolución de la enfermedad y la resistencia al tratamiento, con las graves
consecuencias que ello puede tener sobre la calidad vida de la persona, su
rendimiento académico o trabajo o sus relaciones familiares y sociales.
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