El próximo 1 de enero de 2022 entrará en vigor la
11ª Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas
Relacionados con la Salud (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), una herramienta que busca la estandarización mundial de los datos que
los países miembros de la OMS recogen en el ámbito de la salud, según el
diagnóstico de los pacientes.
Uno de los
mayores cambios que se recogen en esta nueva Clasificación es que el ictus se
incluye ya dentro de las enfermedades del sistema nervioso y no dentro de las
enfermedades del aparato circulatorio, como aparecía reflejado en anteriores
versiones. La comunidad neurológica internacional llevaba años luchando por
intentar que se clasificara correctamente esta enfermedad, por los problemas estadísticos
que generaba y también por la confusión que creaba en la población a la hora de
entender en qué consisten las enfermedades cerebrovasculares.
“El hecho de
que, hasta la fecha, la OMS y sus países miembros clasificaran el ictus
dentro de las enfermedades circulatorias llevaba, en muchas ocasiones, a que se
confundieran con las enfermedades del corazón. Y confundir las enfermedades
cerebrovasculares con las enfermedades cardiovasculares ha generado problemas
entre la población a la hora de identificar los síntomas de esta enfermedad,
algo realmente peligroso porque tratar a tiempo un ictus es
importantísimo", señala el Dr. José Miguel Láinez, Presidente de la
Sociedad Española de Neurología (SEN).
El ictus es
la segunda causa de muerte en la población española (la primera en las mujeres)
y la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto. Gracias a que en los
últimos años el tratamiento del ictus en su fase aguda ha evolucionado de forma
notable, la atención neurológica urgente y el tratamiento adecuado en
Unidades de Ictus pueden reducir las consecuencias devastadoras de esta
enfermedad. Pero hay un margen de tiempo muy limitado para comenzar el
tratamiento, ya que el cerebro es muy sensible a la falta de flujo sanguíneo
que produce el ictus y cuanto más se demore el paciente en buscar asistencia,
peores pueden ser las consecuencias y su pronóstico. Por lo tanto, el ictus, es
una urgencia médica y, ante la presencia de los primeros síntomas, debe ser
tratado cuanto antes: cada minuto, cuenta.
Aun así, y
según el último estudio que se ha realizado hasta la fecha, el 50% de la
población desconoce cuáles son los síntomas de ictus. “Los síntomas del
ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada y los principales
son: alteración brusca del lenguaje, pérdida brusca de fuerza o sensibilidad
habitualmente localizada en un lado del cuerpo, alteración brusca de la visión,
perdida de coordinación o equilibrio y/o dolor de cabeza muy intenso y
diferente a los dolores de cabeza habituales”, explica la Dra. Mar
Castellanos, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades
Cerebrovasculares de la SEN. “El ictus es una enfermedad neurológica y debe
distinguirse de las enfermedades del corazón. Y aunque algunos factores de
riesgo son comunes, sus síntomas son distintos, al igual que lo es su
tratamiento. Todas las manifestaciones de las enfermedades cerebrovasculares
están relacionadas con la disfunción cerebral, por lo que los neurólogos
son los especialistas expertos en su manejo”.
Otro de los
problemas que generaba la antigua clasificación de la OMS es que dificultaba y
producía confusión en los análisis estadísticos. Al clasificar de manera
correcta las enfermedades cerebrovasculares, las cifras de personas afectadas
pueden ser más precisas y estas enfermedades pueden lograr una mejor atención.
“El sistema
de clasificación de la OMS tiene un gran impacto en cómo asignan los gobiernos
los fondos económicos a la investigación, a los tratamientos y a las
infraestructuras hospitalarias. Y si las cifras no se registran de manera
correcta o se incluyen por error dentro del grupo de las enfermedades
cardiovasculares, también es muy difícil llevar a cabo campañas de información
general que permitan fomentar el conocimiento de las enfermedades cerebrovasculares
por parte de la población”, señala el Dr. José Miguel Láinez.
En España,
según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 110.000 personas
sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% fallecerán y, entre los
supervivientes, en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia
funcional. Unas cifras que se prevén que se incrementen un 35% en 2035
debido, en gran parte, al aumento de la esperanza de vida de la población.
“El impacto
que tiene el ictus en España y el que se prevé que tendrá en un futuro próximo,
justifica la necesidad de optimizar la asignación de recursos para la
investigación, prevención, tratamiento y rehabilitación de los pacientes con
ictus, con el objetivo de reducir el impacto de esta enfermedad. Creemos, por
lo tanto, que esta nueva CIE es una gran noticia para los pacientes”, concluye la
Dra. Mar Castellanos.
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