Uno de los mejores recursos disponibles actualmente frente a la diabetes, una enfermedad que ya afecta a más de 5 millones de
personas en España, se sustenta en algo tan básico, conocido, eficaz,
seguro y barato como el ejercicio físico regular y adecuado a las
características de cada persona.
En
el transcurso del XXXIII Congreso de la
Sociedad Española de Diabetes (SED), que se celebra en Las Palmas de Gran
Canaria, se han previsto varias sesiones y conferencias que tienen como eje
argumental el ejercicio físico. En la conferencia plenaria se detalla el papel del ejercicio físico en la prevención y tratamiento de la
diabetes tipo 2, gracias a las aportaciones del Prof. José A. López Calbet,
catedrático de Fisiología del Ejercicio del Departamento de Educación Física de
la Universidad de Las Palmas. Con más de 30 años de investigación continuada en el
campo de la fisiología del ejercicio y del metabolismo, este experto expone nuevas
ideas que pueden contribuir a disminuir el riesgo de la diabetes y sus
comorbilidades.
Ejercicio y dieta adecuada, la clave del
éxito
“Varios ensayos clínicos de larga duración y
excelente calidad han demostrado de forma contundente que el ejercicio regular puede prevenir la aparición de la diabetes o
retrasar su debut, así como hacer que cuando aparezca siga una evolución con menos comorbilidades y
complicaciones (se asocia a una menor incidencia de complicaciones
microvasculares, sobre todo en mujeres)”, afirma el Prof. López Calbet,
quien subraya que “este efecto preventivo del ejercicio es aún superior si se acompaña de
una dieta adecuada”. Pero, además, “a
muy largo plazo, el ejercicio físico
regular y pautado se asocia a menor mortalidad por causa cardiovascular y
mejor calidad de vida, y disminuye la
mortalidad por cualquier causa en pacientes con DM2”.
El ejercicio es tanto o
más eficaz que la dieta en las personas con diabetes y, junto con la dieta,
constituye un tratamiento barato,
sencillo, sin prácticamente efectos secundarios y con muchos beneficios
asociados. “El ejercicio debe ser
considerado al mismo nivel que la pastilla para la hipertensión en el enfermo
hipertenso, es decir, se debe pautar y se debe cumplir con lo pautado de forma
regular, tal y como se hace con los medicamentos”, explica el catedrático
López Calbet.
Beneficios en personas con diabetes
El listado de
beneficios que ofrece el ejercicio físico es especialmente intenso y extenso en
las personas con diabetes. Tal y como enumera López Calbet, “permite
disminuir las necesidades de insulina o de otros tratamientos farmacológicos para
el control de la glucemia, puede mejorar el control glicémico, ayuda a
mantener la masa ósea, el estado de ánimo y la funcionalidad motora”. Pero,
además, el ejercicio tiene, además, efectos
antioxidantes, antiinflamatorios, contribuye a mejorar la función
endotelial, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora el
perfil lipídico, reduce la incidencia de enfermedades neurodegenerativas,
mejora la función inmune y puede disminuir en hasta un tercio el riesgo de
desarrollar un cáncer, entre otros beneficios.
Por eso, como
recomendación fundamental, “todos los pacientes con intolerancia a los
hidratos de carbono y diabetes mellitus tipo 2, en los que no exista
contraindicación médica, deben incorporar
la práctica casi diaria de ejercicio de intensidad moderada para mejorar el control de la diabetes, disminuir sus
complicaciones, mejorar la calidad de vida y atenuar la mortalidad asociada a
la diabetes”.
Pautas a seguir
¿Y quién debe ser el responsable
de establecer estas pautas personalizadas de ejercicio? Para el experto en
Fisiología, “el que sepa cómo hacerlo, el
que tenga experiencia”. No obstante, matiza, “la ayuda de profesionales del ámbito de las Ciencias del Deporte o de
la Fisioterapia, especialmente si han realizado algún Máster en Actividad
Física para la Salud o similar, podría tener un gran impacto”. De lo que se
trata, explica, “es de generar un ambiente propicio y actividades
con un componente lúdico o de entrenamiento que faciliten la adherencia, y
en esto los profesionales de las Ciencias del Deporte son los mejores; además,
estos profesionales saben cómo adecuar las cargas del ejercicio y controlar sus
efectos, y cómo programar ejercicios acordes a los principios que rigen el
entrenamiento deportivo”.
En
general, las personas que han sido deportistas en algunas fases de su vida son
las que mejor se adaptan a seguir un programa de ejercicio pautado por
indicación médica. Sin embargo, para el
Prof.
José A. López Calbet “lo ideal es crear el hábito del ejercicio en los niños
y crear las condiciones para que la población general mantenga un estilo de
vida activo a lo largo de la vida”; de hecho, asegura, “la prevención de la diabetes
mellitus tipo 2 empieza en la edad escolar y se extiende a lo largo de la vida”.
En adultos, se recomienda al menos 150 minutos de ejercicio por semana a
intensidad moderada,
y en personas mayores se deben añadir 2 sesiones semanales de ejercicios para
mejorar la fuerza. “El conocimiento
fisiológico indica que lo ideal es que los pacientes hagan ejercicios aeróbicos,
como caminar, trotar, pedalear, nadar,…al menos cinco días a la semana, y aún
mejor si es cada día; en algunos pacientes, se podría añadir ejercicio de más
intensidad (por ejemplo, el ejercicio interválico de alta intensidad puede
facilitar el control glicémico)”, aconseja el ponente, quien subraya “la importancia de buscar modalidades de
ejercicio que sean entretenidas y del agrado de los pacientes”.
Asignaturas pendientes y dudas por
resolver
Según opina López Calbet,
“establecer objetivos de pasos diarios y
distancias caminando resulta de gran ayuda para asegurar el cumplimiento de las
pautas”. Y para alcanzar los objetivos mínimos de ejercicio diario se
cuenta actualmente con grandes aliados,
sobre todo gracias a las Apps de
actividad física para teléfonos móviles.
Hay otros tipos de sensores y wearables que permiten
obtener información complementaria de la carga del ejercicio, que combinan
medidas de frecuencia cardíaca, oxigenación de la sangre, temperatura,
resistencia eléctrica cutánea, acelerometría, geolocalización, velocidades de
desplazamiento, etc. “Todos estos
sistemas se irán sofisticando y podrán ser utilizados en el control de las
sesiones de ejercicio, por personal cualificado. La información recogida en las
Apps puede ser luego examinada por el médico y empleada para evaluar como va
respondiendo el paciente en función del volumen e intensidad media del esfuerzo
que está realizando”, asegura.
Sin embargo, como
admite el experto de la Universidad de Las
Palmas, “aún falta concienciación en la sociedad sobre los beneficios
del ejercicio”, quien considera que “cuando el
ejercicio sea percibido de la misma manera que la higiene dental (es decir,
una actividad imprescindible que hay que hacer de forma regular, prácticamente
cada día para mantener la salud), entonces habremos dado un gran paso”.
Entre
las asignaturas pendientes, López Calbet demanda “más formación en la carrera
de Medicina, en Enfermería y en Fisioterapia”. Además, “hace falta poner en marcha
grandes ensayos clínicos para comprobar si los ejercicios multicomponente
(que combinan varias modalidades de ejercicio) ofrecen realmente una ventaja a
largo plazo, aunque solo sea en adherencia”.
Y también es necesario
dilucidar cómo interacciona el ejercicio con los tratamientos farmacológicos,
¿qué papel puede tener el ejercicio en ayunas o el ejercicio postprandial? ¿cómo
interaccionan ejercicio, dieta y microbiota? ¿cómo influye el ejercicio en el
estrés oxidativo en distintos tejidos y cómo se pueden potenciar los efectos
antioxidantes del ejercicio? “Queda muchísimo por aprender”,
concluye el catedrático de Fisiología.
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