Las nuevas tecnologías y el manejo de metadatos permite alcanzar logaritmos de probabilidad que reducen drásticamente el número de animales de experimentación necesarios para avanzar en la investigación biomédica y, en particular, en la investigación en diabetes. Así lo manifiesta Ana Isabel Arroba Espinosa, investigadora biomédica del Programa Nicolás Monardes del Hospital Universitario Puerta del Mar (Cádiz), que participa en un encuentro con el experto celebrado en el XXXIII Congreso de la Sociedad Española de Diabetes (SED); sin embargo, según admite, “una vez que el cálculo de probabilidades genera dianas probables, es necesario la validación de las mismas y para ello, en estos momentos, sigue precisándose de modelos animales”.
Los tiempos avanzan y van apareciendo recursos que reducen
considerablemente el número de animales necesarios para realizar algunos
abordajes experimentales, pero “si buscamos investigación de calidad y
traslacional en biomedicina, de momento no ha llegado el día en el que se pueda
prescindir de este tipo de diseños experimentales”, asegura esta
experta, quien reconoce que “a pesar de los avances científicos para evitar
en la medida de lo posible el uso de animales de experimentación, a día
de hoy sigue siendo una herramienta clave en el estudio de multitud de
enfermedades”.
Esto es así porque la investigación animal aporta una perspectiva
mucho más fisiológica de la patología, con integración de mecanismos de
señalización y en un contexto integrativo del organismo. “Cada uno de
los distintos abordajes experimentales de los que disponemos para
desarrollar nuestras líneas de investigación nos permite plantearnos preguntas
muy concretas y el análisis independiente de respuestas específicas”, explica la investigadora del
Laboratorio de Diabetes y complicaciones asociadas del Hospital
Universitario Puerta del Mar; sin embargo, aclara, “el
conjunto de la respuesta ante diferentes tratamientos, progresión de
la enfermedad o afectación de otros órganos o tejidos sólo se puede identificar
actualmente mediante ensayos in vivo”.
Actualmente, se
están desarrollando cultivos organotípicos que permiten, de modo
"ex vivo", evaluar los mecanismos de señalización
implicados en estructuras tridimensionales que integran distintos tejidos que
conforman el órgano de estudio. “Pero, a pesar de esta herramienta, es
necesario determinar la afectación del sistema completo”, señala esta
experta.
Más controles
El uso de animales
de experimentación ha tenido una evolución positiva en cuanto al manejo de los
propios animales, así como con el desarrollo de protocolos éticos tanto nacionales
como europeos que protegen a los animales de la mala praxis. “Esto se
refleja en la optimización del número de ejemplares, la metodología
seguida, la valoración del bienestar animal o el seguimiento de los
protocolos tanto de eutanasia como tratamientos”, apunta Ana Isabel Arroba.
En cualquier caso,
como consejo práctico, esta investigadora recalca la necesidad de “adquirir
los conocimientos necesarios para el manejo de animales de experimentación,
lo que permite diseñar de manera adecuada los procesos a seguir en el
desarrollo experimental”.
Beneficios en la
investigación de la diabetes
De lo que no cabe
duda, en opinión de Ana Isabel Arroba, es que la experimentación animal es
importante en todos los ámbitos, pero concretamente en el campo de la
investigación en diabetes ha permitido y permite grandes avances.
Por ejemplo, según
apunta, “hace posible analizar cómo varios fármacos diseñados inicialmente
para el control de la diabetes mellitus pueden actuar no sólo como
hipoglucemiantes, sino que también ejercen acciones en otros órganos diana
durante la diabetes (como retina y riñón)”; de este modo, “se
optimizan los resultados obtenidos y se avanza mucho más rápido en el
desarrollo de los tratamientos y en la identificación de potenciales dianas
terapéuticas”.
Y es que, según
reflexiona esta investigadora, “todas las investigaciones biomédicas tienen
como fin trasladar los conocimientos adquiridos a la población, por lo que
tener un modelo animal nos permite comprobar, al menos inicialmente, la
eficacia y seguridad de nuevas alternativas terapéuticas”.
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