
Los riesgos y beneficios de un cribado masivo para detectar precozmente el cáncer de próstata es uno de los temas objeto de análisis y debate en el LXXIV Congreso Nacional de Urología que entre los días 12 y 15 de junio tiene lugar en Valencia. “La realización de las pruebas de screening de una manera selectiva a los hombres mayores de 50 años ha conseguido disminuir la mortalidad por este tumor, aunque, en contrapartida, el aumento en la detección está provocando que muchos pacientes cuya enfermedad pasaría desapercibida por ser de evolución muy lenta, estén siendo sobretratados”, explica el doctor Bernardino Miñana, coordinador del Grupo de Urología Oncológica de la Asociación Española de Urología.
-PSA y tacto rectal
Las dos pruebas que ponen al urólogo sobre la pista de un posible tumor prostático son la palpación de la próstata a través de tacto rectal la determinación del antígeno prostático en sangre, prueba que consiste en un simple análisis de sangre y que es conocida como PSA. Según el doctor Miñana, “no cabe cuestionarse la validez del diagnóstico precoz con el PSA porque es innegable que ha cambiado totalmente el pronóstico del cáncer de próstata. Hace 20 años la mayor parte de estos tumores no podían curarse y en la actualidad es posible abordar con éxito la mayoría de ellos”.
Sin embargo, el consenso no es tal cuando lo que se plantea es si merece la pena someter a todos los hombres mayores de 50 años a estas pruebas, igual que se hace con las mamografías a las mujeres. La cuestión es si produce realmente un beneficio, dado que no son pocos los afectados, que por la naturaleza de su tumor, de progresión muy lenta, acaban falleciendo con el tumor y no a causa de él. “En estos casos la opción sería un seguimiento sin hacer uso de la medicación. No obstante, el temor que produce la enfermedad hace que muchos urólogos y los propios pacientes prefieran abordarlo, lo que conlleva un consumo de recursos y una serie de comorbilidades asociadas al tratamiento que podrían evitarse”, argumenta este experto.
-La mayoría, de evolución lenta
Dos estudios que se presentan en el Congreso ilustran bien la disyuntiva que plantea el doctor Miñana. Una investigación estadounidense denominada PLCO sobre tumores de próstata, pulmón, colon y ovario, tras siete años de seguimiento, no demostró una mayor supervivencia relacionada con tumores de próstata en comparación con las personas a las que no se realizaron pruebas diagnósticas para su detección precoz. Frente a este estudio, otro realizado en Europa ha demostrado que tras ocho años de seguimiento, los pacientes que se habían sometido a las pruebas de cribado tenían una mortalidad un 21% menor.
“La realidad es que de los tres tumores urológicos más frecuentes, riñón, vejiga y próstata, éste último es el que tiene una evolución más lenta. El problema es que si renunciamos a la detección precoz se nos estarán escapando los pacientes que tienen un tumor agresivo y que sí son los grandes beneficiados por un tratamiento temprano”, cuenta este experto.
Así las cosas y a la espera de tener datos claros sobre los beneficios de un cribado masivo, el doctor Miñana explica que en la actualidad se ofrecen las pruebas de cribado a los pacientes que llegan a consulta con edades comprendidas entre 50 y 75 años. “No se pide a la población general que acuda a una revisión, pero sí se ofrece la posibilidad de analizar la salud de su próstata a los que vienen al especialistas por cualquier otro motivo”, aclara.
Según este experto, las dietas hipercalóricas, la obesidad, el tabaquismo y el sedentarismo están directamente asociados con este tipo de tumor, el más frecuente en el varón de más de 50 años, y el tercero que más afecta a los hombres de todas las edades, por detrás del de pulmón y el de estómago. Se estima que en España cada año mueren casi 6.000 personas por cáncer de próstata.
Durante el Congreso también se presentan los datos del estudio REDUCE, que demuestra que una nueva molécula es capaz de reducir en un 23% el cáncer de próstata. “Abre un nuevo escenario ante la posibilidad de reducir el riesgo de aparición de tumores no significativos y que no necesitan siquiera ser diagnosticados”, concluye el doctor Miñana.
-Tratamiento
Cuando la enfermedad está localizada, los médicos cuentan con dos opciones terapéuticas: la radioterapia y la cirugía (prostatectomía radical). La intervención quirúrgica permite extraer la glándula prostática y analizarla para determinar con exactitud en qué etapa de crecimiento se encuentra el tumor. Esta operación se puede realizar mediante una intervención tradicional abierta, por vía laparoscópica o asistida por robot, siendo la probabilidad de curación así como los efectos sobre la erección y la continencia similares mediante los tres tipos de cirugía. En el caso de la radioterapia, se puede administrar por vía externa (convencional) o implantando unas semillas radioactivas dentro de la próstata (braquiterapia). También existen otras opciones como la crioterapia y la HIFU (ultrasonidos) que aún es preciso contar más experiencia. “El tratamiento de estos tumores localizados dependerá siempre de la edad del paciente y la agresividad del propio tumor, de tal manera que cabe contemplar en casos muy seleccionados la abstención o demora terapéutica”, aclara este experto.
La terapia hormonal actúa bloqueando la producción de hormonas masculinas que son las que estimulan el crecimiento del tumor. En estos casos, la indicación se limita a los casos en los que el tumor se encuentra ya diseminado (metástasis) o porque ha habido una recaída tras la cirugía. Asimismo ha demostrado ser útil como adyuvante a radioterapia en pacientes de alto riesgo. Desde hace pocos años, se dispone de quimioterapia que permite un ligero pero significativo incremento en la expectativa de vida de los pacientes con metástasis y que son resistentes al tratamiento hormonal.
-PSA y tacto rectal
Las dos pruebas que ponen al urólogo sobre la pista de un posible tumor prostático son la palpación de la próstata a través de tacto rectal la determinación del antígeno prostático en sangre, prueba que consiste en un simple análisis de sangre y que es conocida como PSA. Según el doctor Miñana, “no cabe cuestionarse la validez del diagnóstico precoz con el PSA porque es innegable que ha cambiado totalmente el pronóstico del cáncer de próstata. Hace 20 años la mayor parte de estos tumores no podían curarse y en la actualidad es posible abordar con éxito la mayoría de ellos”.
Sin embargo, el consenso no es tal cuando lo que se plantea es si merece la pena someter a todos los hombres mayores de 50 años a estas pruebas, igual que se hace con las mamografías a las mujeres. La cuestión es si produce realmente un beneficio, dado que no son pocos los afectados, que por la naturaleza de su tumor, de progresión muy lenta, acaban falleciendo con el tumor y no a causa de él. “En estos casos la opción sería un seguimiento sin hacer uso de la medicación. No obstante, el temor que produce la enfermedad hace que muchos urólogos y los propios pacientes prefieran abordarlo, lo que conlleva un consumo de recursos y una serie de comorbilidades asociadas al tratamiento que podrían evitarse”, argumenta este experto.
-La mayoría, de evolución lenta
Dos estudios que se presentan en el Congreso ilustran bien la disyuntiva que plantea el doctor Miñana. Una investigación estadounidense denominada PLCO sobre tumores de próstata, pulmón, colon y ovario, tras siete años de seguimiento, no demostró una mayor supervivencia relacionada con tumores de próstata en comparación con las personas a las que no se realizaron pruebas diagnósticas para su detección precoz. Frente a este estudio, otro realizado en Europa ha demostrado que tras ocho años de seguimiento, los pacientes que se habían sometido a las pruebas de cribado tenían una mortalidad un 21% menor.
“La realidad es que de los tres tumores urológicos más frecuentes, riñón, vejiga y próstata, éste último es el que tiene una evolución más lenta. El problema es que si renunciamos a la detección precoz se nos estarán escapando los pacientes que tienen un tumor agresivo y que sí son los grandes beneficiados por un tratamiento temprano”, cuenta este experto.
Así las cosas y a la espera de tener datos claros sobre los beneficios de un cribado masivo, el doctor Miñana explica que en la actualidad se ofrecen las pruebas de cribado a los pacientes que llegan a consulta con edades comprendidas entre 50 y 75 años. “No se pide a la población general que acuda a una revisión, pero sí se ofrece la posibilidad de analizar la salud de su próstata a los que vienen al especialistas por cualquier otro motivo”, aclara.
Según este experto, las dietas hipercalóricas, la obesidad, el tabaquismo y el sedentarismo están directamente asociados con este tipo de tumor, el más frecuente en el varón de más de 50 años, y el tercero que más afecta a los hombres de todas las edades, por detrás del de pulmón y el de estómago. Se estima que en España cada año mueren casi 6.000 personas por cáncer de próstata.
Durante el Congreso también se presentan los datos del estudio REDUCE, que demuestra que una nueva molécula es capaz de reducir en un 23% el cáncer de próstata. “Abre un nuevo escenario ante la posibilidad de reducir el riesgo de aparición de tumores no significativos y que no necesitan siquiera ser diagnosticados”, concluye el doctor Miñana.
-Tratamiento
Cuando la enfermedad está localizada, los médicos cuentan con dos opciones terapéuticas: la radioterapia y la cirugía (prostatectomía radical). La intervención quirúrgica permite extraer la glándula prostática y analizarla para determinar con exactitud en qué etapa de crecimiento se encuentra el tumor. Esta operación se puede realizar mediante una intervención tradicional abierta, por vía laparoscópica o asistida por robot, siendo la probabilidad de curación así como los efectos sobre la erección y la continencia similares mediante los tres tipos de cirugía. En el caso de la radioterapia, se puede administrar por vía externa (convencional) o implantando unas semillas radioactivas dentro de la próstata (braquiterapia). También existen otras opciones como la crioterapia y la HIFU (ultrasonidos) que aún es preciso contar más experiencia. “El tratamiento de estos tumores localizados dependerá siempre de la edad del paciente y la agresividad del propio tumor, de tal manera que cabe contemplar en casos muy seleccionados la abstención o demora terapéutica”, aclara este experto.
La terapia hormonal actúa bloqueando la producción de hormonas masculinas que son las que estimulan el crecimiento del tumor. En estos casos, la indicación se limita a los casos en los que el tumor se encuentra ya diseminado (metástasis) o porque ha habido una recaída tras la cirugía. Asimismo ha demostrado ser útil como adyuvante a radioterapia en pacientes de alto riesgo. Desde hace pocos años, se dispone de quimioterapia que permite un ligero pero significativo incremento en la expectativa de vida de los pacientes con metástasis y que son resistentes al tratamiento hormonal.
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