La necesidad de aplicar diferentes técnicas en los pacientes críticos que son atendidos en los hospitales constituye un hecho de relativa frecuencia. Normalmente, dichos procedimientos requieren de la utilización de fármacos analgésicos y sedantes cuyo perfil farmacológico precisa de un conocimiento adecuado por parte de los profesionales que los utilizan. Los médicos intensivistas están lo suficientemente capacitados para realizar dichas técnicas con la mejor calidad y seguridad para el paciente.
A este respecto, el doctor José Luis Martínez Melgar, de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Montecelo, de Pontevedra, ha puesto sobre la mesa las últimas recomendaciones del Grupo de Trabajo de Sedación de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), durante la conferencia “Sedación y seguridad”, celebrada en el contexto del XLIV Congreso Nacional de la SEMICYUC, que concluye mañana en Valladolid.
En segundo lugar, el experto ha tratado las posibilidades de sedoanalgesia en los pacientes críticos que se encuentran en ventilación espontánea (respiración normal, sin ayuda, en la cual el paciente crea el gradiente de presión mediante los movimientos de la pared del tórax y de los músculos que desplazan el aire hacia dentro y hacia fuera de los pulmones) y que no por ello precisan de un grado de confortabilidad menor que el de los pacientes intubados y en ventilación mecánica.
“Poder aplicar una adecuada sedoanalgesia en estas circunstancias permitirá un control óptimo del dolor, de la agitación psicomotriz o delirio, de la disnea y del disconfort, todos ellos síntomas que suelen aparecer asociados a la propia patología crítica del paciente”, explica el doctor Martínez Melgar. En definitiva, “se consigue disminuir la morbimortalidad asociada a una inadecuada selección del fármaco o de su dosis –tanto por exceso como por defecto-, que puede provocar la consiguiente necesidad de intubación”, añade.
Tales conclusiones han sido obtenidas a raíz de la experiencia de tres años obtenida tras la aplicación de un novedoso protocolo de sedoanalgesia aplicado en un total de 58 pacientes críticos no intubados. “El desconocimiento de los fármacos sedoanalgésicos indicados en tales circunstancias puede derivar en un empeoramiento de la patología crítica, y convertir a un paciente colaborador y consciente en uno inestable desde los puntos de vista hemodinámica y respiratorio, con el consiguiente aumento de la morbimortalidad”, explica el experto.
A este respecto, el doctor José Luis Martínez Melgar, de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Montecelo, de Pontevedra, ha puesto sobre la mesa las últimas recomendaciones del Grupo de Trabajo de Sedación de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), durante la conferencia “Sedación y seguridad”, celebrada en el contexto del XLIV Congreso Nacional de la SEMICYUC, que concluye mañana en Valladolid.
En segundo lugar, el experto ha tratado las posibilidades de sedoanalgesia en los pacientes críticos que se encuentran en ventilación espontánea (respiración normal, sin ayuda, en la cual el paciente crea el gradiente de presión mediante los movimientos de la pared del tórax y de los músculos que desplazan el aire hacia dentro y hacia fuera de los pulmones) y que no por ello precisan de un grado de confortabilidad menor que el de los pacientes intubados y en ventilación mecánica.
“Poder aplicar una adecuada sedoanalgesia en estas circunstancias permitirá un control óptimo del dolor, de la agitación psicomotriz o delirio, de la disnea y del disconfort, todos ellos síntomas que suelen aparecer asociados a la propia patología crítica del paciente”, explica el doctor Martínez Melgar. En definitiva, “se consigue disminuir la morbimortalidad asociada a una inadecuada selección del fármaco o de su dosis –tanto por exceso como por defecto-, que puede provocar la consiguiente necesidad de intubación”, añade.
Tales conclusiones han sido obtenidas a raíz de la experiencia de tres años obtenida tras la aplicación de un novedoso protocolo de sedoanalgesia aplicado en un total de 58 pacientes críticos no intubados. “El desconocimiento de los fármacos sedoanalgésicos indicados en tales circunstancias puede derivar en un empeoramiento de la patología crítica, y convertir a un paciente colaborador y consciente en uno inestable desde los puntos de vista hemodinámica y respiratorio, con el consiguiente aumento de la morbimortalidad”, explica el experto.
-Proyecto SYREC (Seguridad Y Riesgo en el Enfermo Crítico)
Otro asunto relacionado con la seguridad del paciente crítico es el proyecto SYREC (Seguridad Y Riesgo en el Enfermo Crítico), que cuenta con la financiación del Ministerio de Sanidad, y tiene por objetivo conocer la frecuencia de eventos adversos que pueden darse en una UCI. Se trata de un estudio observacional que se llevó a cabo el 22 de marzo de 2007, durante un periodo de tiempo de 24 horas. En él participaron 79 UCI de toda España, en las que estaban ingresados 1.017 pacientes.
El 58% de los pacientes estudiados estuvo afectado por un total de 1.424 eventos adversos. Los errores relacionados con la medicación fueron los más frecuentes, alcanzando un porcentaje del 24,6%. “Hay que tener en cuenta que el enfermo crítico recibe el doble de fármacos que cualquier otro paciente, administrándose muchos de ellos por vía intravenosa”, ha explicado la Dra. Merino de Cos, coordinadora del Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la SEMICYUC. Los fallos asociados a dispositivos también fueron significativos (15,4%).
“Los problemas de seguridad son relativamente frecuentes en las UCI y, en gran parte, evitables”, señala la Dra. Merino de Cos, también jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Can Misses, de Ibiza. “Sobre todo por esto último, deben llevarse a cabo estrategias para identificarlos”. Una vez se haga esto, “se establecerán recomendaciones y alertas con el fin de prevenirlos, incidiéndose en la creación de una cultura de seguridad que promueva la participación de los profesionales mediante su entrenamiento, su motivación y su concienciación”, apunta.
Durante la conferencia titulada “La seguridad del paciente crítico”, la experta ha anunciado que “los siguientes pasos del proyecto SYREC van a ser la creación de un sistema informático de notificación de eventos adversos a nivel nacional y el establecimiento de reuniones mensuales en las que se estudien los datos recogidos y se decidan las medidas encaminadas a su reducción”, añade. También se pretende fomentar la formación de los médicos intensivistas en relación con la seguridad del enfermo crítico, mediante tres tipos de cursos: básicos, avanzados y para instructores. La seguridad del paciente crítico “depende de la organización y de la investigación clínica”, ha señalado la doctora Merino de Cos durante su intervención.
-Otro objetivo de seguridad: reducir las bacteriemias por uso de catéteres
En este contexto también se sitúa el programa “Bacteriemia Zero”, que tiene por objetivo la reducción de las bacteriemias relacionadas con el uso de catéteres endovasculares en los pacientes críticos de las UCIs españolas. Desarrollado por el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas (GTEI) de la SEMICYUC, en colaboración con el Ministerio de Sanidad, se basa en la experiencia del doctor Peter Pronovost, del Centro para Innovación en Calidad de la Universidad Johns Hopkins, mediante la cual se consiguió erradicar dicha infección nosocomial en todas las UCIs del estado de Michigan durante un periodo de 18 meses.
Siguiendo el modelo del doctor Pronovost, la SEMICYUC ha llevado a cabo un estudio piloto en 16 hospitales de Castilla y León, Cataluña y Andalucía, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo. “Se ha logrado una reducción muy importante de las tasas de bacteriemia durante los meses que ha durado el ensayo”, destaca la doctora Mercedes Palomar, del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona. “Parece que el programa implantado en dichos centros funciona”, añade.
Mediante una lista de comprobación o check-list, se controla la higiene de manos antes de la colocación del catéter, la desinfección de la piel con clorhexidina y el uso de medidas de barrera máximas. Asimismo, se recomienda evitar las zonas femorales (son las que más riesgo de infección tienen) y retirar las vías innecesarias. “En cada UCI, un médico y una enfermera han sido los encargados de generar un ambiente favorable a la intervención, diseminar la información y obtener los datos necesarios para la evaluación”, explica la doctora Palomar.
Tras esta exitosa primera fase, todas aquellas comunidades que lo deseen podrán adherirse a dicho programa, de tal manera que España podría convertirse en el primer país del mundo en implantar una iniciativa como ésta a nivel nacional. “Tenemos constancia de que seis autonomías ya han confirmado al Ministerio de Sanidad y Consumo su adhesión al mismo”, apunta la doctora Palomar. Nuestro país presenta actualmente una tasa de infección de 4,9 episodios de bacteriemia por 1.000 días de mantenimiento de un catéter venoso central, lo que la equipara a la media europea.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene mucho interés en este programa, que se extenderá a otros países del mundo si demuestra su eficacia, tal y como ya ocurriera con la campaña “Manos limpias”, cuyo objetivo sigue siendo evitar la transmisión de infecciones nosocomiales mediante una mejor higiene.
Otro asunto relacionado con la seguridad del paciente crítico es el proyecto SYREC (Seguridad Y Riesgo en el Enfermo Crítico), que cuenta con la financiación del Ministerio de Sanidad, y tiene por objetivo conocer la frecuencia de eventos adversos que pueden darse en una UCI. Se trata de un estudio observacional que se llevó a cabo el 22 de marzo de 2007, durante un periodo de tiempo de 24 horas. En él participaron 79 UCI de toda España, en las que estaban ingresados 1.017 pacientes.
El 58% de los pacientes estudiados estuvo afectado por un total de 1.424 eventos adversos. Los errores relacionados con la medicación fueron los más frecuentes, alcanzando un porcentaje del 24,6%. “Hay que tener en cuenta que el enfermo crítico recibe el doble de fármacos que cualquier otro paciente, administrándose muchos de ellos por vía intravenosa”, ha explicado la Dra. Merino de Cos, coordinadora del Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la SEMICYUC. Los fallos asociados a dispositivos también fueron significativos (15,4%).
“Los problemas de seguridad son relativamente frecuentes en las UCI y, en gran parte, evitables”, señala la Dra. Merino de Cos, también jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Can Misses, de Ibiza. “Sobre todo por esto último, deben llevarse a cabo estrategias para identificarlos”. Una vez se haga esto, “se establecerán recomendaciones y alertas con el fin de prevenirlos, incidiéndose en la creación de una cultura de seguridad que promueva la participación de los profesionales mediante su entrenamiento, su motivación y su concienciación”, apunta.
Durante la conferencia titulada “La seguridad del paciente crítico”, la experta ha anunciado que “los siguientes pasos del proyecto SYREC van a ser la creación de un sistema informático de notificación de eventos adversos a nivel nacional y el establecimiento de reuniones mensuales en las que se estudien los datos recogidos y se decidan las medidas encaminadas a su reducción”, añade. También se pretende fomentar la formación de los médicos intensivistas en relación con la seguridad del enfermo crítico, mediante tres tipos de cursos: básicos, avanzados y para instructores. La seguridad del paciente crítico “depende de la organización y de la investigación clínica”, ha señalado la doctora Merino de Cos durante su intervención.
-Otro objetivo de seguridad: reducir las bacteriemias por uso de catéteres
En este contexto también se sitúa el programa “Bacteriemia Zero”, que tiene por objetivo la reducción de las bacteriemias relacionadas con el uso de catéteres endovasculares en los pacientes críticos de las UCIs españolas. Desarrollado por el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas (GTEI) de la SEMICYUC, en colaboración con el Ministerio de Sanidad, se basa en la experiencia del doctor Peter Pronovost, del Centro para Innovación en Calidad de la Universidad Johns Hopkins, mediante la cual se consiguió erradicar dicha infección nosocomial en todas las UCIs del estado de Michigan durante un periodo de 18 meses.
Siguiendo el modelo del doctor Pronovost, la SEMICYUC ha llevado a cabo un estudio piloto en 16 hospitales de Castilla y León, Cataluña y Andalucía, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo. “Se ha logrado una reducción muy importante de las tasas de bacteriemia durante los meses que ha durado el ensayo”, destaca la doctora Mercedes Palomar, del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona. “Parece que el programa implantado en dichos centros funciona”, añade.
Mediante una lista de comprobación o check-list, se controla la higiene de manos antes de la colocación del catéter, la desinfección de la piel con clorhexidina y el uso de medidas de barrera máximas. Asimismo, se recomienda evitar las zonas femorales (son las que más riesgo de infección tienen) y retirar las vías innecesarias. “En cada UCI, un médico y una enfermera han sido los encargados de generar un ambiente favorable a la intervención, diseminar la información y obtener los datos necesarios para la evaluación”, explica la doctora Palomar.
Tras esta exitosa primera fase, todas aquellas comunidades que lo deseen podrán adherirse a dicho programa, de tal manera que España podría convertirse en el primer país del mundo en implantar una iniciativa como ésta a nivel nacional. “Tenemos constancia de que seis autonomías ya han confirmado al Ministerio de Sanidad y Consumo su adhesión al mismo”, apunta la doctora Palomar. Nuestro país presenta actualmente una tasa de infección de 4,9 episodios de bacteriemia por 1.000 días de mantenimiento de un catéter venoso central, lo que la equipara a la media europea.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene mucho interés en este programa, que se extenderá a otros países del mundo si demuestra su eficacia, tal y como ya ocurriera con la campaña “Manos limpias”, cuyo objetivo sigue siendo evitar la transmisión de infecciones nosocomiales mediante una mejor higiene.
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