Los primeros síntomas del Alzheimer suelen asomar cinco años antes de que aparezca la demencia. Se presentan como problemas de memoria, especialmente en lo que hace referencia al almacenamiento de los recuerdos recientes. Y no existe ningún medicamento para tratar a los pacientes en esta fase.
Diez hospitales españoles participan en un ensayo internacional que evalúa la eficacia de un fármaco destinado a atacar la enfermedad en este momento inicial (la llamada fase prodrómica), cuando aún no existe daño neurológico o cognitivo incapacitante y la enfermedad es prácticamente asintomática.
Se pretende comprobar si el medicamento es útil para frenar el desarrollo de esta patología neurodegenerativa. Si así fuera, podría emplearse como una especie de vacuna destinada a proteger de la demencia a los enfermos que comienzan a sufrir los primeros síntomas de la enfermedad.
El ensayo clínico, denominado Scarlet Road Study, se desarrolla en 150 centros de 28 países y contará con la participación de 770 pacientes. Las 10 entidades españolas que colaboran en este proyecto son el Hospital La Paz, 12 de Octubre y Ramón y Cajal en Madrid; la Fundación ACE, el Hospital Clínic, del Mar y Sant Pau de Barcelona; la Mutua de Terrassa; el Hospital de Cruces de Vizcaya, y el Peset de Valencia.
El fármaco sometido a prueba se administrará a los participantes mediante una inyección mensual subcutánea (lo mismo se hará con el placebo que recibirá la población de control). El principio activo del tratamiento experimental es un anticuerpo monoclonal, (gatemerumab) que se ha mostrado eficaz en ensayos previos en la eliminación de las placas de la proteína beta-amiloide en el cerebro, como explica Antonio del Olmo, neurólogo del hospital Peset de Valencia, responsable e investigador principal del estudio en este centro.
A pesar del desconocimiento que envuelve a importantes aspectos de la enfermedad —por ejemplo la causa que desencadena la patología—, se sabe que el alzhéimer se caracteriza por la muerte neuronal y la presencia de dos estructuras aberrantes en el cerebro: la aparición de las placas seniles (por el péptido beta-amiloide) y la formación de unas estructuras llamadas ovillos neurofibrilares.
La capacidad del gatemerumab de combatir la acumulación de las placas unido al convencimiento de “muchos investigadores”, como apunta Del Olmo, de que la agregación de la proteína beta-amiloide en el cerebro podría ser la causa de la enfermedad alienta la esperanza de los impulsores del ensayo de que el fármaco “contribuya a detener o ralentizar” el desarrollo de la enfermedad.
Primer estudio multicéntrico en etapas iniciales
“Hasta ahora, todas las líneas de investigación dirigidas a encontrar tratamientos han estado centradas en las etapas más tardías y discapacitantes de la patología”, explica el neurólogo del Hopital Peset. Este estudio “es el primero que analizará en diferentes centros a escala mundial la eficacia de un fármaco que frene el alzhéimer al inicio, cuando la enfermedad no impide al paciente llevar a cabo sus actividades cotidianas”.
Además de la afectación de la memoria que impide retener datos recientes, existen otros marcadores que permiten a los investigadores identificar si una persona está comenzando a recorrer el primer tramo de la enfemedad, como la atrofia del lóbulo temporal del cerebro o la alteración de los niveles de la proteína beta-amiloide en el líquido espinal (un indicador de que no se está eliminando, y por ello, de que se acumula en el cerebro).
La selección de pacientes, de 50 a 85 años, se está realizando entre quienes cumplen estos criterios. Se evaluará el efecto de la medicación (comparado con el grupo de control) en cuestiones como la capacidad de los enfermos de recordar información, solucionar problemas o llevar adelante actividades cotidianas, explica Del Olmo. Además, el seguimiento incluye exigentes pruebas de salud (de memoria, electrocardiogramas, punciones lumbares para medir los niveles de la proteína beta-amiloide, resonancias) durante dos años.
Si los resultados son satisfactorios, los potenciales beneficiarios se cuentan por millones. Uno de cada 10 personas mayores de 65 años padece alzhéimer: unos 63 millones de personas en el año 2030.
**Publicado en "EL PAIS"
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