Realizar el abordaje del sobrepeso y la obesidad a partir
de la involucración de las diferentes partes implicadas es la clave del éxito
de la metodología EPODE, ‘Ensemble Prévenons l’Obésité Des
Enfants’ (Juntos prevenimos la obesidad infantil), cuyas primeras
experiencias tuvieron lugar en Francia hace 20 años y que ya ha sido
implementada en diferentes partes del mundo.
EPODE está dirigido
a niños de entre cero y doce años y sus familias, sus programas se realizan
pensando en el largo plazo, y están enfocados al cambio de conductas poco
saludables. Se realiza a partir de un enfoque positivo de los hábitos de
estilos de vida saludables, sin estigmatizar culturas, hábitos de alimentación
individuales o comportamientos, y adaptando los mensajes y actividades a los
diferentes tipos de población (por edad, estatus socioeconómico, etc.).
Esta metodología se
basa en cuatro pilares fundamentales y complementarios: el compromiso político
ante esta problemática; la obtención de recursos suficientes; la planificación,
coordinación y desarrollo de acciones de marketing social y servicios de apoyo
de la comunidad; y la utilización de evidencias que sirvan de guía para su
desarrollo y la evaluación de resultados.
Su objetivo es
contribuir a la reducción del sobrepeso y la obesidad infantil, utilizando una
metodología que coloca a la prevención primaria en el núcleo de las redes de
cada pueblo y ciudad, de forma que la totalidad de la comunidad se convierte en
un canal para una estrategia de prevención sanitaria.
Según este
programa, para la prevención de la obesidad se debe tener en cuenta la
genética, los aspectos económicos, sociológicos, ambientales y psicológicos, así
como los factores políticos. EPODE requiere involucrar a todas las partes
implicadas en esta problemática para obtener un impacto mayor, y considera que
transformar positivamente los entornos es la única manera efectiva de cambiar
comportamientos.
Este método se
desarrolló en ocho ciudades francesas entre 2005 y 2009, con niños de grupos de
edad de entre cuatro a cinco años, y de once a doce, mostrando una reducción
del sobrepeso y la obesidad del 9,12%. Igualmente, Bélgica también puso en
marcha un programa basado en la metodología EPODE entre un grupo de niños de
uno a tres años, reduciendo un 22% la prevalencia de sobrepeso y obesidad.
Los primeros datos
del estudio mostraron que las intervenciones centradas en exclusiva en la
escuela no son suficientes para reducir la prevalencia de obesidad y el
sobrepeso infantil, mientras que sí se obtuvieron resultados positivos tras
implicar a la comunidad y diversas partes relacionadas con la problemática.
Importancia de la
implicación de los responsables políticos para modificar los entornos
Según un análisis
sobre la metodología EPODE recientemente publicado en la revista científica
‘US Endocrinology’, “la participación de los responsables políticos,
especialmente los locales, es crucial para movilizar al público objetivo y
modificar los entornos locales”. Igualmente, el análisis recuerda el
papel relevante de la industria alimentaria en este compromiso global, a través
de “la creación de soluciones innovadoras para una amplia gama de
productos más saludables” o incluso “aportando sus conocimientos
para mejorar las técnicas de marketing social”.
Según este texto,
la obesidad infantil es responsable del incremento del riesgo de obesidad y otras
enfermedades relacionadas en la edad adulta. Para sus autores,
“actualmente no existen medios terapéuticos ni medicamentos que hayan
probado su seguridad y efectividad en el tratamiento de la obesidad a largo
plazo. La prevención es el camino más eficiente y efectivo económicamente para
abordar la epidemia de la obesidad. En consecuencia, las intervenciones
dirigidas a los niños y sus familias son vitales en la prevención de la
obesidad y otras enfermedades relacionadas con los estilos de vida”.
Documento de
Consenso sobre Obesidad y Sedentarismo
Según el primer
Documento de Consenso del mundo sobre Obesidad y Sedentarismo, que ha sido
publicado recientemente por la revista Nutrición Hospitalaria, en la
prevención del sobrepeso y la obesidad, y el exceso de sedentarismo y la
inactividad física, adquieren especial relevancia los aspectos sociales. Ello
significa que se debe fomentar, por un lado, el hecho de que no sólo es
importante lo que se come y lo que se bebe, sino también el cómo se come y cómo
nos movemos, procurando recuperar y/o mantener todo lo relacionado con la
socialización de la comida o la vida activa compartida.
Existe la opinión
unánime de considerar a la familia, en sus diferentes estructuras, como el
mejor modelo de aprendizaje para unos hábitos alimentarios y de estilos de vida
adecuados y saludables. Por tanto, las políticas de prevención deberían
orientarse de manera prioritaria a poder llegar y comunicar con el núcleo
familiar.
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