La atrofia cerebral o pérdida de volumen cerebral, es un rasgo
característico de la progresión de la enfermedad a lo largo del tiempo en
pacientes con esclerosis múltiple (EM). Los cambios en el volumen cerebral
están influenciados por el grado de los procesos asociados a la enfermedad EM,
como la inflamación, neurodegeneración, desmielinización y remielinización.
Asimismo, la atrofia puede afectar a todo el cerebro o puede limitarse a
regiones específicas. Por ejemplo, si están afectados algunos elementos de los
hemisferios cerebrales (los dos lóbulos del encéfalo que forman el cerebro),
puede verse alterado el pensamiento consciente y los procesos voluntarios1.
¿Cómo se asocia el cerebro atrofiado a la
esclerosis múltiple (EM)?
Aunque la progresión de la discapacidad en la EM se produce
lentamente, el daño subyacente en el
sistema nervioso central (SNC) puede observarse y medirse clínicamente
mediante la evaluación de la pérdida de
volumen cerebral (atrofia). La atrofia cerebral se produce a mayor velocidad en
gente con EM que en gente sana, con un descenso del volumen cerebral de
aproximadamente el 0,5–1% al año para personas con EM en comparación con un
0,1–0,3% en individuos sanos, lo que parece correlacionarse con medidas de
discapacidad 2.
Imágenes de IRM del cerebro que
demuestran el grado de atrofia en personas con EM en comparación con un control
de personas sanas (imágenes B y C) 3
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¿Cómo se mide la atrofia
cerebral?
La atrofia cerebral se mide mediante la imagen de resonancia magnética
(IRM), que utiliza un campo magnético potente para crear imágenes detalladas de
los cambios patológicos en el cerebro incluyendo áreas de inflamación, daño o
cicatrización en el tejido nervioso. La IRM es una herramienta de diagnóstico
clave para el diagnóstico de la EM y para monitorizar la actividad de la
enfermedad y la respuesta al tratamiento en personas con EM.
Se está llevando a cabo un trabajo considerable para cuantificar el
daño o la pérdida de tejido cerebral en la EM utilizando IRM, correlacionando
esto a los resultados clínicos. La IRM nos permite medir el número de lesiones
cerebrales nuevas/ activas y los cambios en el volumen total de esas lesiones,
mientras que la atrofia cerebral se evalúa midiendo los cambios en el volumen
cerebral total con el tiempo y es dependiente de la técnica utilizada.
La evaluación de la atrofia cerebral está adquiriendo una importante
consideración en la monitorización de los efectos del tratamiento en la EM y
como variable secundaria estándar en los ensayos clínicos. También se utiliza
como medida in vivo de la neurodegeneración y como mecanismo de predicción por
IRM de una futura discapacidad. Por tanto, puede considerarse un biomarcador potencial
de la neurodegeneración y la progresión de la discapacidad en EM y proporciona
una medida global sensible de la neuroprotección en los ensayos de EM.
Idealmente, las terapias modificadoras de la
enfermedad deben reducir el descenso del volumen cerebral. Las diferencias
entre los tratamientos modificadores de la enfermedad en la atrofia cerebral
pueden explicarse por el grado de sus efectos beneficiosos sobre la inflamación
y sobre el equilibrio entre la remielinización y la reparación neuronal en el SNC.
**Datos de NOVARTIS
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