La disfagia se ha convertido en una de las secuelas
principales que sufren los pacientes con COVID-19 que han
permanecido un periodo de tiempo prolongado ingresados, sobre todo tras las
estancias en la UCI. Se trata de un trastorno de la deglución que implica
dificultad al tragar, por lo que la SEORL-CCC aprovecha el Día Mundial de la
Disfagia, que se celebra el 12 de diciembre, para recordar la importancia de
seguir unas recomendaciones de forma precoz tras la extubación
para facilitar su diagnóstico y tratamiento. Las intubaciones prolongadas, el
déficit de función pulmonar residual y la pérdida de masa muscular
(sarcopenia) pueden producir dificultad para tragar. Pero también las
afectaciones neurológicas que se han visto en muchos pacientes tras la COVID
pueden estar involucradas en el desarrollo de la disfagia. Uno de los factores que pueden determinar la gravedad de la
disfagia es la aspiración, que se produce cuando alguna sustancia o cuerpo
extraño entra en la vía aérea. En este sentido, la
SEORL-CCC recuerda a los pacientes que sufren disfagia la
importancia de realizar una serie de modificaciones en la dieta
para adaptar los volúmenes y texturas de los alimentos y evitar
aquellos que pueden resultar peligrosos, como los frutos secos, los
polvorones o las uvas. Así, deben evitar comer
este tipo de alimentos los niños menores de cinco años y los mayores
de 65.
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